Dina Boluarte. (Foto: Andina)
Dina Boluarte. (Foto: Andina)

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito con frejoles. Para tomar, una agüita de anís para la digestión. “María, hasta ahora no se me va la cólera por el aumento de sueldo de la presidenta que pasó de ganar 16 mil soles a 35 mil soles al mes, con dos gratificaciones al año.

En un país donde cientos de miles de amas de casa tienen que hacer malabares para parar la olla y dar de comer a su familia, cae muy mal que la gobernante se haga ese incremento de salario. Encima, todo el mundo coincide que su gestión es pésima y no está dando resultados. O sea que no merece ni un sol más.

En muchos comedores populares de los conos de Lima, las mamitas, ante la escasez y falta de recursos, se las ingenian para hacer guiso de patitas de pollo, sopitas con menudencias y papita, porque para carne no alcanza.

Hace un tiempo, Boluarte dijo que las amas de casa del Perú ‘con diez solcitos podemos hacer sopa, segundo y hasta postrecito’, lo que cayó muy mal y es un ejemplo de lo alejada que está de la realidad.

Hace tiempo que ella no va al mercado y no siente el dolor de los pobres cuando la plata no alcanza para comprar carne, verduras, frutas o menestras para el almuerzo. Me indigna además la hipocresía de muchos políticos de izquierda, como es el caso de Dina.

Ella llegó al gobierno con Perú Libre, cuyo lema era: ‘no más pobres en un país rico’. Así engañaron al pueblo, porque la única que ha prosperado es ella. Qué rápido se olvidan de los votantes. Pero también de que la política es básicamente servir. O sea, servir al pueblo.

Todos los que ingresan a la política no deberían pensar en cuánto ganarán, sino en hacer una buena gestión en favor de los más necesitados. Miles de trabajadores sobreviven en el país con un sueldo mínimo, que es 1,130 soles. Con eso deben pagar luz, agua, colegio, comida, ropa y medicina para sus hijos.

Así, es imposible sobresalir en la vida y condena a los hijos a un círculo vicioso de pobreza, exclusión y falta de esperanza”. Me voy, cuídense.

MÁS INFORMACIÓN:

Contenido sugerido

Contenido GEC