
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pescadito frito con su arrocito graneado y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de limonada. “María, una de las cosas que más me gusta hacer en la vida es viajar. Pero irme a otro país. Gracias a mi trabajo y a mis ahorros he podido conocer diversas ciudades del mundo, como Madrid, Buenos Aires, Miami, Quito, Santiago de Chile, Nueva York, Ciudad de México o Londres. Algunas veces fui con mi familia. Quiero que mis hijas conozcan otras realidades y copien las buenas costumbres, la educación y cultura de gente diferente a nosotros. Hace poco estuve en Madrid, la capital de España. Dios, qué civismo. Yo, habitante de una ciudad caótica e infernal como Lima, quedé impresionado. Todos los carros, así sean taxis, buses o autos particulares, se detenían cuando un peatón iba a cruzar la pista. Nadie toca el claxon como loco ni se apura.
Las calles limpias, ordenadas, sin contaminación visual o sonora. Se vive bien solo por eso. Y la autoridad está presente. Por supuesto, la gente muy educada y acata las normas. Si todos respetáramos las leyes, que están hechas para vivir en sociedad, sin molestar, estaríamos mejor. Me acuerdo de los aficionados japoneses que en los mundiales de fútbol u olimpiadas dan un buen ejemplo recogiendo la basura que ellos mismos u otros dejan en el suelo de los estadios. La televisión ha mostrado cómo los escolares nipones son los encargados de limpiar su aula y hasta los baños. Y a saludar a los adultos con una reverencia. Esto es respeto. Aquí, en Lima u otras ciudades del país, estamos tomados por las combis informales que se pasan la luz roja o por gente que arroja basura a la calle, a los ríos o saca a sus perros sin correa. Cualquier vecino que tiene fiesta pone música a todo volumen, incluso de madrugada, sin dejar dormir a los demás. Nos falta civismo, empatía, cultura. Por eso aconsejo viajar. Ahorren y conozcan otros mundos, para que repliquen lo bueno donde viven. Y, sobre todo, respeten a los demás”. Muy bien, Gary. Me voy, cuídense.








