Alonso Correa. (Foto: AFP)
Alonso Correa. (Foto: AFP)

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito norteño con frejoles, salsa criolla y ajicito molido. Para calmar la sed pidió una jarrita con agua de maracuyá. “María, Perú no ha logrado hasta ahora ninguna medalla en las . Pero conmueve el esfuerzo de nuestros deportistas, que sin mucho apoyo estatal y privado, han guerreado ante deportistas de países desarrollados y demostrado que tienen mucha raza y pasión por lo que hacen.

Pienso en Kimberly García, Evelyn Inga o Alonso Correa, que ayer estuvo a punto de pasar a la final del surf ante el francés Kauli Vaast en la playa de Tahití, pero cayó en las últimas instancias. O en Stefano Peschiera, que clasificó a la final del dinghy masculino. Todos estos deportistas no son como la gente común. Un peruano normal trabaja o estudia y los fines de semana se va a divertir. Duerme hasta tarde o se acuesta a la hora que quiere. Pero nuestros atletas, surfistas o voleibolistas no.

Ellos se acuestan temprano y se levantan de madrugada. No van a muchas fiestas y si lo hacen se retiran temprano. Tampoco beben licor o se alimentan con lo que se les antoja. Toda una vida llevan dieta, sacrifican horas de ocio o descanso por ser mejores. Y todo sin ninguna retribución, solo la de poner el nombre del Perú en lo más alto del mundo.

El otro día vi a Novak Djokovic llorar a mares tras ganar la final del tenis olímpico y abrazarse con su hijita y familia, descargando toda la emoción y satisfecho porque el sacrificio hecho lo hizo alcanzar la meta. Para un deportista, lograr una medalla es lo máximo. Nada de pensar en el dinero o el poder. La consecución de la meta es el objetivo.

Creo que el Estado y la empresa privada deben unirse para apoyar al deporte de élite en general. Que se pongan un objetivo, por ejemplo ganar cuatro o cinco medallas de oro en las próximas olimpiadas. Y apoyar desde ahora y con todo a los deportistas. Ellos son el mejor ejemplo para que los jóvenes se alejen de las drogas y delincuencia. Ellos deberían ser sus ídolos y no los delincuentes”. Me voy, cuídense.

MÁS INFORMACIÓN:


tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC