Opinión

El Amigo del Chato

El Chato Matta le contó a la seño María la historia del falco Larry, quien lo perdió todo por una trampita,
El flaco Larry se fue del país y volvió después de diez años. (GEC)

El Chato Matta llegó al restaurante por su cebichito de ojo de uva, arroz con mariscos y una jarrita con agua de carambola. “María, después de muchos años me encontré con mi ‘hermano’ del colegio, el flaco Larry. ‘Chato, qué gusto me da verte, vamos a comernos un cebichito, te invito’, me dijo.

Lo llevé al ‘Rincón de Alfredo Quispe’, frente a San Marcos y allí me contó su historia: ‘Chatito, vivo en Los Ángeles, pero no creas que mi vida es un paraíso. Regreso a Lima después de diez años, porque recién regularicé mi residencia y junté plata para venir, pues trabajo en construcción civil y hasta pinto edificios de cincuenta pisos a temperaturas de 35 a 40 grados en verano. Horrible. Y todo por mi mala cabeza.

Yo estaba felizmente casado en Lima y tenía mi trabajito en el banco. Mi esposa, Tania, era guapa, pero sobre todo trabajadora y buena madre. Todos mis amigos me envidiaban. Tania no era como yo, un tipo de barrio popular, de San Juan de Lurigancho. Ella vivía en la parte más bonita de Jesús María y la conocí porque tenía su cuenta corriente y tarjetas en el banco donde laboraba. En ese tiempo, daba la hora Enrique Iglesias y su canción ‘Cuando me enamoro’.

Su padre era coronel del Ejército. Era tan celoso con su hija que cuando una noche la dejé en su casa, mandó cuatro soldaditos a que me ‘ajustaran’. En eso salió su papá: ‘Oye, lonchera de perro, no te acerques a mi hija. Jamás de los jamáses serás su enamorado’. Me reí para mis adentros, no solo era su enamorado, sino el primer hombre de su vida, pues ella me amaba.

La guapa Tania aceptó casarse conmigo. Ella me confesó cómo convenció a su padre. Me dijo que se encerró con él y le dijo: ‘Papá, sabes que soy tu única hija, tu niña bonita, como me cantaste toda la vida. Tu palabra siempre fue ley para mí... hasta ahora. A Larry lo amo con todas las fuerzas de mi corazón’.

Su papá se puso a llorar: ‘Hijita, yo te quiero más que a tus hermanos, eres más inteligente, tienes personalidad y buenos sentimientos. No sé qué le viste a ese flacuchento, a ese Felpudini misio, pero solo quiero tu felicidad. Cásate con él si es lo que más quieres’.

Fue un gran matrimonio y todos apostaban que seríamos felices para toda la vida. Pero fallé, tiré por la borda mi matrimonio por una trampita que era anfitriona en el restaurante donde almorzaba en San Isidro, a una cuadra del banco.

La muchacha pensó que porque era jovencita, cuerpona y una ‘tigresa’ en la cama iba a abandonar a mi esposa para vivir con ella. Y jugó todas sus cartas. Fue a mi casa y le dijo a mi esposa sobre nuestra relación, dejándole videos y audios.

Tania era una mujer digna, me botó de la casa donde vivíamos. Me quedé sin esposa, hijos y sin casa. Malogré mi vida y perdí una gran mujer por una que no valía la pena. Hasta mi familia me dio la espalda porque apoyaron a mi esposa.

Por eso me fui de ilegal a Estados Unidos y me saqué la mugre trabajando para mandar algo de plata a mis hijos que me ven solo por internet, a quienes recién voy a abrazar en persona después de diez años”. Pucha, qué terrible historia la del amigo del Chato Matta. Me voy, cuídense.

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