Este Búho ha escrito ríos de tinta sobre unos de mis escritores favoritos: el norteamericano . Siempre admiré su pluma incendiaria, con la que ametralló al llamado ‘estilo de vida americano’ y también a sus élites políticas. Además, se ponía a las antípodas de novelistas como (‘El guardián entre el centeno’), que vivían en las catacumbas o como , que navegaba en mares de licor y cantinas de mala muerte.

Mailer era tan borracho y mujeriego como o Bukowski, pero a diferencia del gran ‘Hank’, autor de ‘La máquina de follar’, Mailer fue un escritor comprometido con su tiempo. Salía a marchar con los ‘pulpines’ neoyorquinos protestando contra la guerra de Vietnam. Lo mojaba el rochabús, aspiraba gases lacrimógenos y terminaba con los chibolos en el calabozo.

Pero no se confundan, no solo era un total provocador. Este oriundo de Nueva Jersey, un judío con harta calle, se graduó en Harvard. Ganó dos premios Pulitzer. El ‘viejo espadachín’, periodista, novelista, ensayista, guionista, director de cine, boxeador, borracho, mujeriego, marihuanero y machista emblemático, era aborrecido por las feministas. Lo puedo calificar como un ‘animal literario’. Murió en el 2007 y, seguramente, se está tomando un whiskicito por Satanás.

Como el gran provocador y buscapleitos que fue, nunca dejará de seguir removiendo las conciencias de los lectores más jóvenes, que recién conocen a este ‘viejo verde’, que, para mala suerte de , llega recargado este año con una poderosa recopilación de los más significativos ensayos de su monumental obra. El título no pudo ser más exacto: ‘Fuera de la ley’, porque así vivió Norman hasta los últimos días de su vida. Fuera de esa ley del capitalismo salvaje contra la cual luchó como Quijote contra molinos de viento. Porque incluso se metió en política y, utópicamente, postuló a la Alcaldía de Nueva York varias veces, con candidaturas que se hundían más rápido que el ‘Titanic’ con la ayuda de la CIA.

La carátula impacta. En ella están las fotos de personalidades de culto en Norteamérica: el actor (‘Rebelde sin causa’), el mítico boxeador la bomba sexy . Jackie Kennedy, esposa del presidente asesinado en Dallas, el inmenso escritor Ernest Hemingway y el asesinado líder negro Malcolm X. Pero hay muchos más personajes y situaciones.

Desde el prólogo, el escritor Jonathan Lethem lo define a la perfección: “Una cosa es salir a buscar peleas y, otra, meterse en tantas de ellas, habiéndose atado con habilidad una mano en la espalda y a veces las dos manos”. Hay un consenso, señala el prologuista, “de que el gran tema de Mailer era él mismo. (…) el de un boxeador existencial con su sombra y un contestatario patricio de barrio bajo, moviéndose a lo largo de la historia norteamericana como una especie de ángel registrador, un pararrayos de polémicas ejemplares, un cuento con moraleja del que solo él no podía aprender”.

En el capítulo sobre Marilyn Monroe, el novelista llega a los estudios cuando se filmaba la película ‘La comezón del séptimo año’ (1955), estando Marilyn en la plenitud de su carrera, cuando era objeto de deseo de todos los hombres del planeta. “Está rellenita, casi gorda. La carne está a punto de desbordar cada botón. Los muslos parecen pesados, la parte superior de los brazos dan un indicio de que será macizamente gorda si alguna vez envejece. Tiene un vientre que sobresale como ningún vientre de gran estrella en muchos años y, sin embargo, es la viva reencarnación elástica de la pulcritud”.

También opina sobre el terrorismo, el ‘feminismo’, las corridas de toros y hasta el fenómeno ‘Hipster’. Pero, como buen viejo cascarrabias, hasta provocaba también a sus propios lectores. En el ensayo ‘Mentiras, poder y obscenidad’, se burla de sus fanáticos que lo seguían cada semana en la revista ‘The Village Voice’. Se casó seis veces y tuvo nueve hijos. Una de esas esposas era hija de un peruano. La guapa Adele Morales, a quien en una noche fatídica de juerga, acuchilló con un cortaplumas, justo cuando se realizaba una fiesta para recaudar fondos para su candidatura a la alcaldía. Ella, al final, no presentó cargos, pero años después publicó un libro sacando los ‘trapillos sucios’.

Años después publicó su novela ‘Los tipos duros no bailan’ (1984), que le generó más odio de los colectivos feministas. Pienso que este libro es un gran homenaje a un hombre que demostró que los escritores no solo son sombras detrás de un escritorio, sino que están allí para enfrentar al poder y sus tentáculos. Murió a los 84 años, pero su obra sigue viva. Sobre todo para los jóvenes que aspiran seguir el duro oficio del periodismo. Como él mismo decía a sus lectores: ‘Por favor, no me comprendan demasiado rápido’. Apago el televisor.

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