Este Búho lo advirtió días atrás: los multimillonarios que pagaron 250 mil dólares por cabeza para viajar en un pequeño sumergible 3,800 metros bajo el mar, para observar los restos del tristemente célebre Titanic, compraron un carísimo pasaje a la muerte. También murió el dueño de la compañía que ofrecía la alucinante y riesgosa aventura, Ocean Gate Expedition, que no pagó pasaje, pero sí con su vida al ofrecerse como anfitrión y guía de sus pasajeros Súper VIP. Confirmada la tragedia, la terrible muerte por la ‘implosión’ de la nave, se volvió a hablar de ‘La maldición del Titanic’.
Pero este columnista piensa que ese viaje al fondo del mar nunca debió realizarse dadas las peligrosísimas condiciones meteorológicas reinantes ese domingo en el gélido mar de Terranova. Uno de los pasajeros, el magnate británico Hamish Harding, declaró un día antes de la inmersión: “Debido al peor invierno en Terranova en 40 años, es probable que esta misión sea la primera y única tripulada al Titanic en este año 2023. Se acaba de abrir una ‘ventana meteorológica’ y vamos a intentar una inmersión mañana”. Efectivamente, el pasado domingo se sumergieron en un viaje que debía durar cuatro horas de ida y cuatro de regreso. Pero solo a la hora y cuarenta minutos la nave desapareció de los radares y se perdió totalmente la comunicación.
James Cameron casi pierde la vida al visitar el ‘Titanic’
Ahora se sabe la causa. Según el especialista Will Kohen, la cápsula se destruyó por ‘implosión’. Esa palabra no es muy conocida en tierra firme donde todo el mundo sabe lo que es una explosión. Pero en el mundo de las comunicaciones bajo el fondo del mar la palabra ‘implosión’ es muy conocida y temida. Dicho fenómeno consiste en la destrucción hacia adentro de las paredes de un recipiente cuya presión es inferior a la del exterior. Si trasladamos eso al minisubmarino ‘Titán’, la presión de terribles corrientes marinas aprisionaron la pequeña nave hasta hacerla explotar. Dicho en términos sencillos: es como si uno aplastase con la mano un huevo hasta hacerlo reventar. El notable cineasta James Cameron acaba de revelar que cuando filmaba su archicelebrada película ‘Titanic’ (1997), bajó 33 veces a observar los restos del transatlántico con los arquitectos que iban a diseñar una replica del barco. Y que una vez la nave que los transportaba se quedó atrapada en el fondo ¡por 19 horas! debido a una traicionera corriente submarina. Nunca más volvió a bajar.
Uno se pregunta. Si la nave se hizo añicos, desapareció, ¿cómo están seguros que fue por ‘implosión’? Y la respuesta es que se encontró parte de la ‘cola’ de la nave a medio kilómetro de los restos del ‘Titanic’. Los parientes de los fallecidos le preguntaron al experto Kohen si las víctimas sufrieron al morir. Este les explicó que una explosión ‘hacia adentro se da en cuestión de una milésima de segundo. Esto debe haber sido muy rápido. No creo que nadie haya tenido tiempo de darse cuenta de lo que pasó’. De todas las muertes posibles, el científico cree que era lo más piadoso. “Probablemente sea un hecho misericordioso. Ese fue probablemente un final menos desesperante que estar a la deriva, perdidos cuatro días en el frío, la oscuridad, sin comida y quedándose sin oxígeno, en un espacio claustrofóbico”, señaló.
Ahora el mundo quiere saber quiénes son los multimillonarios que pagaron un caro paseo a la muerte. Uno de ellos era el empresario británico Hamish Harding, residente en Dubái y presidente de la compañía Action Aviation. El bravo aventurero había publicado en las redes sociales que estaba orgulloso de dirigirse al Titanic, pero advirtió que el viaje sería muy peligroso. También el empresario Shahzada Dawood y su hijo Suleman de 19 años, miembros de una de las familias más ricas de Pakistán. Según la prensa financiera, los Dawood tienen inversiones en todo el país en los rubros de agricultura, industria y salud. La hija del pakistaní, en medio de su dolor, dijo que su hermano Suleman no quería acompañar a su padre en la aventura, pero aceptó a regañadientes ante su insistencia.
El cuarto pasajero es Stockton Rush, dueño del submarino y de la empresa Ocean Gate Expedition. El quinto, el más experimentado de los viajeros, era Paul-Henri Nargeolet. Piloto, explorador francés de 77 años, director de investigación submarina de una empresa que posee los derechos sobre los restos del Titanic. Fue comandante de la Marina francesa, a la vez buceador de profundidad. En una entrevista concedida en 2020 habló de los peligros del buceo profundo: ‘No tengo miedo a morir, creo que algún día ocurrirá’. Esta desgracia seguramente será inmortalizada en alguna película de Hollywood, tal vez sea hasta dirigida por el mismísimo James Cameron. Apago el televisor.