Este Búho observó consternado las imágenes del candidato a la presidencia de Ecuador,, siendo asesinado por sicarios al salir de un mitin de campaña en Quito. Esta imagen me recordó inmediatamente el crimen del candidato favorito a la presidencia de Colombia, Luis Carlos Galán, por esbirros enviados por el narcotraficante para eliminarlo porque estaba a favor de la extradición de los ‘capos’ de los cárteles a Estados Unidos. Hay similitud en el asesinato porque, como el colombiano, el ecuatoriano tenía opciones de llegar a la presidencia en la segunda vuelta si lograba enfrentarse a la candidata del correísmo, Luisa Gonzales, que actualmente puntea los sondeos.

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En su último mitin había fustigado duramente a las mafias del narcotráfico que ingresan a la política con mayor fuerza ahora que se avecinan elecciones. El candidato fue un valiente y acucioso periodista de investigación. Denunció que el expresidente prófugo Rafael Correa recibió apoyo de las FARC colombianas con plata del narcotráfico para su última campaña electoral. Pero no solo el correísmo lo tenía en la mira. También estaba amenazado por las mafias del narcotráfico internacional, los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación y la mafia balcánica albanesa aliada con la banda ecuatoriana ‘Los Choneros’. “Aunque me amenacen, con las mafias no se pacta. A las mafias se las encarcela”, había prometido. Los mismos narcos habrían asesinado al alcalde de la ciudad de Manta, Agustín Idriago, por el control de un puerto por donde se ‘preñan’ los contenedores con droga para enviarlos a Europa. La noticia del magnicidio dio la vuelta al mundo. Y luego que el sicario que disparó contra el político fue capturado vivo y después resultó asesinado en un pasillo de la Fiscalía, inmediatamente se recordó el crimen más famoso de la historia moderna, el del presidente norteamericano John F. Kennedy en 1963, en Dallas. El asesino confeso, Lee Harvey Oswald, fue capturado y también asesinado después por Jack Ruby ante una veintena de testigos y fotógrafos.

Los seis detenidos por asesinato de candidato presidencial en Ecuador son colombianos
La policía de ecuador reveló información sobre el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio. Durante una rueda de prensa en Quito, se informó que hay seis detenidos por el crimen cometido la noche del miércoles, mientras el candidato salía de un mitin de campaña. Todos son de nacionalidad colombiana, incluyendo uno fallecido. El cuerpo de Villavicencio, de 59 años, fue velado en privado por su familia en una funeraria en el norte de Quito. A raíz del crimen, el gobierno ecuatoriano declaró un estado de excepción por 60 días a fin de movilizar a las fuerzas armadas y garantizar las elecciones presidenciales que tendrán lugar el 20 de agosto. (Fuente: AFP)

El asesinato de John F. Kennedy y su similitud con lo sucedido con Fernando Villavicencio

Ingreso al ‘túnel del tiempo’. Noviembre de 1963. El presidente y su esposa Jackie se movilizan lentamente en un auto negro descapotable. Saludan a la multitud levantando los brazos. Abraham Zapruder graba a la pareja con una cámara . Primer disparo. “Oí lo que supuse que era un disparo de rifle. Pensé que procedía de detrás de mí”, recordaría el gobernador de Texas, John Connally, que iba en el coche con su mujer. La bala se pierde y golpea en el pavimento. Segundo disparo. La cámara recoge nítidamente el gesto del presidente llevándose las manos al cuello con signos de ahogamiento y dolor en el rostro. “¡Han disparado a mi marido!”, grita Jacqueline. En el asiento de atras, Connally está ladeado y también visiblemente dolorido. “Dios mío, van a matarnos a todos”, exclama. Una bala lo alcanza por la espalda y le sale por el pecho. Todo ocurre en segundos. La primera dama intenta ayudar a su esposo John, que sigue ahogándose. Tercer disparo. La nueva bala impacta brutalmente contra la cabeza del mandatario. Jackie, horrorizada, grita: “¡Mi marido está muerto. Tengo su cerebro en mis manos!”.

¿Pudo Lee Harvey Oswald disparar tres veces seguidas? Como dictaminó la Comisión Warren, que investigó el magnicidio y culpó a Lee Harvey Oswald, este actuó solo y era un desequilibrado. Caso cerrado. Pero en 1976, un comité de la Cámara de Representantes lo reabrió. Y concluyó que hubo cuatro disparos, probablemente dos tiradores y, por tanto, una conspiración. Allí nació la teoría de la conspiración que presentó el cineasta Oliver Stone en su filme ‘JFK’ (1991). “El resto del camino fui abrazada a John, sujetándole la cabeza para impedir que se le saliera el cerebro”, relataría más tarde Jacky. JFK fue llevado al Hospital Parkland. Los doctores James Carrico y Malcolm Perry no dudaron en intentar lo imposible. Para reavivar el pulso y la respiración decidieron practicarle una traqueotomía aprovechando la herida de bala en la garganta. Fue inútil. A la una de la tarde John F. Kennedy fue declarado muerto.

Lee Harvey Oswald terminó asesinado solo dos días después mientras era trasladado desde la comisaría central de Dallas. Su asesino, Jack Ruby, dueño de un local nocturno, dijo que lo mató ‘para ahorrar el mal trago de un juicio a la viuda Jackie Kennedy. Hasta ahora nadie sabe a ciencia cierta quién mató a JFK. Siempre los asesinos o los ‘chivos expiatorios’ -como Oswald- terminan sospechosamente muertos. Apago el televisor.

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