‘Joyitas’ del cine peruano. Foto: Difusión
‘Joyitas’ del cine peruano. Foto: Difusión

Este Búho escucha y lee comentarios en los que con justa razón se fustiga el papel del al ‘premiar’ con miles de soles de nuestros impuestos a directores nacionales para que hagan películas, la mayoría de escasas o nulas cualidades, que lógicamente ahuyentan al público de las salas donde deben ser proyectadas. Los que pagan su entrada son el verdadero jurado y no esas ‘personalidades’ argolleras que escogen proyectos ausentes de calidad y que de ‘yapa’ traen de ‘contrabando’ objetivos ideológicos radicales. ¿Les parece coherente que se ‘premie’ con 130 mil soles de los contribuyentes a una activista para que presente , un ‘homenaje’ al seudo guerrillero que asesinó a un policía y se salvó de la pena de muerte gracias al dictador Juan Velasco Alvarado?

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Los peruanos no tenemos por qué financiar las loas a un agitador cuyo paso cantinflesco por la política parlamentaria peruana -iba al Congreso sin bañarse y se amarraba el pantalón con una soga- solo sirvió para dividir arteramente a la izquierda en los comicios presidenciales de 1980 por su estratosférica ambición de troskista que obedecía órdenes de Suecia a donde se fue y nunca regresó. Los activistas tienen todo el derecho de filmar lo que sea, pero con su plata y no con la del pueblo. Solo menciono una, pero hay varias películas ultras, malazas, injustamente financiadas que terminan castigadas en las boleterías. Pero lo que no comparto es la tesis de que todo el cine peruano es malo. Aprovecho la oportunidad para recordar algunas ‘joyitas’ de directores peruanos que no necesitaron, como cantaba Miki González en ‘Puedes ser tú’, ‘las argollas de tantos mediocres’.

Grandes cintas del cine peruano

LA BOCA DEL LOBO (1988). La masacre de Soccos fue el pretexto del ya cuajado director para retratar ese clima claustrofóbico que vivieron los militares en las comunidades altas de Ayacucho, donde llegan los soldados limeños Vitín Luna (asombroso Toño Vega) y su amigo Kike (José Tejada). Cuando la política relajada del teniente Basulto fracasa, al ser emboscado y asesinado por una columna subversiva, el comando manda al teniente Iván Roca (notable Gustavo Bueno), un oficial con antecedentes siniestros y quien cree que en ese pueblo todos son senderistas mientras no le den muestras palpables de lo contrario. Sendero es como un fantasma que asusta, mata, pintarrajea, pero nadie lo ve. Roca enloquece y se produce un enfrentamiento entre él y Vitín después de masacrar a toda la comunidad. Aquella memorable escena de la ruleta rusa es una de las mejores y más impactantes del cine peruano.

CAÍDOS DEL CIELO (1990). Otra vez ‘Pancho’ Lombardi sorprendiendo. Una historia de ‘vidas cruzadas’ que conecta a la pareja de ancianos, Lizandro y Jesucita (extraordinarias la actuaciones de Carlos Gassols y Elide Brero), un matrimonio que conoció tiempos mejores pero no soportan la muerte de su único hijo y solo esperan que la muerte les llegue cuando esté su mausoleo familiar construido. Junto a ellos su inquilino, un locutor radial solitario y oscuro (superlativo Gustavo Bueno) que conoce a una bella joven suicida, Verónica (Marisol Palacios), con un intrigante secreto y una mujer, Meche (Delfina Paredes), que engorda un cerdo en los extramuros de la ciudad a costa de sus propios nietos.

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ALIAS LA GRINGA (1991). El largometraje de Alberto ‘Chicho’ Durant obligaba a tener una isla como El Frontón y la hallaron en la de Pachacámac. Allí es donde regresa ‘La Gringa’ (sorprendente Germán Gonzales), un expresidiario que abandona a su guapa pareja cambista, Julia (Elsa Olivero), para ayudar a escapar a su amigo, el ‘profesor Montes’, acusado falsamente de terrorista, quien le salvará la vida cuando el psicópata asesino ‘Loco Luna’ (indescriptible Juan Manuel Ochoa como villano) intente asesinarlo. Como explosivo fondo al duelo ‘canero’ está el enfrentamiento entre los amotinados kamikazes senderistas del ‘Pabellon Azul’ frente a los infantes de Marina y el bombardeo de sus buques. Violencia y efectos al estilo ‘Hollywood’ que le valió los premios a ‘mejor película y mejor actor’ en el Festival de Cine de Bogotá.

DÍAS DE SANTIAGO (2004). En el nuevo siglo aparecieron nuevos valores en la dirección nacional. Como el director, productor y escritor de esta sorprendente película: Josué Méndez. Los traumas dejados por la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo obstaculizan la capacidad de Santiago Román (brillante actuación de Pietro Sibille) de adaptarse a la vida de la ciudad. Uno de los filmes más premiados del cine nacional: catorce galardones alrededor de todo el mundo, entre ellos del Festival de Bratislava, el de Buenos Aires, La Habana y Miami, tanto para su director y su actor protagonista, Pietro Sibille, a quien todavía persigue la mirada sombría y violenta de su personaje en cuestión. Apago el televisor.

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