Este Búho descubre en YouTube el poema ‘Mente y corazón’, que se dice fue el último poema que escribió Charles Bukowski, el poeta y escritor maldito, exponente del ‘realismo sucio’ en la literatura norteamericana.
El poema dice así: ‘Inexplicablemente estamos solos, siempre solos por siempre y así es como debe ser/ nunca debió ser de ninguna otra manera; y cuando empiece la lucha de la muerte/ lo último que quiero ver es un coro de rostros humanos rondándome; prefiero que solo estén mis viejos amigos/ los muros de mi ser/ que solo estén ellos/ he estado solo pero rara vez me he sentido solo/ he saciado mi sed en el pozo de mi ser y el vino era bueno/ el mejor que he bebido/ y esta noche sentado contemplando la oscuridad/ por fin entiendo la oscuridad y la luz y todo lo que hay entre una y otra/ la tranquilidad de la mente y el corazón llega/ cuando aceptamos lo que hay: habiendo nacido en esta extraña vida/ debemos aceptar la apuesta perdida de nuestros días y alegrarnos en cierta medida del placer que supone dejarlo todo atrás/ no llores por mí. No llores mi pérdida/ lee lo que he escrito y luego olvídalo todo/ bebe del pozo de tu ser y empieza de nuevo’.
En verdad parece que el popular ‘Hank’ estaba recapitulando su alucinante vida y su peculiar y contestaria filosofía. La de un escritor que se ganaba la vida como cartero y odiaba el llamado ‘sueño americano’.
No las tuvo todas consigo. En la década del cuarenta vivía en desaseadas casas de ‘huéspedes’, pagando unos dólares la noche o en hoteles habitados por prostitutas con las que desfogaba sus prolongadas abstinencias sexuales. Él mismo confesó que por esas épocas solo se alimentaba de barras de chocolate a las que ‘cada noche daba un mordisco y era hermoso’.
Este columnista recomienda, para comprender la vida del ‘viejo indecente’, buscar en YouTube el notable documental ‘Born into this’ (2003), de John Dullaghan, donde también podemos ver entrevistas a Francis Smith, la madre de su única hija, Marina Bukowski, quien también participa en el reportaje.
Su amigo, el actor Sean Penn, recuerda una noche en tragos con Bono, en la cual recitaron algunos poemas del artista, y pronto Penn llama por teléfono al poeta, quien le dijo que su esposa Linda era fanática del grupo U2, donde el irlandés era vocalista.
Ante la revelación, Bono decidió invitar a la pareja a su próxima gira en Los Ángeles y, durante el concierto, le dedicó una canción al matrimonio. ‘Creo que sorprendimos al maldito’, comentaría luego Bono. En ‘Born into this’ vemos documentos fílmicos valiosos.
La noche en que ‘Hank’ es invitado a dar un recital de poesía cuando empezaba a convertirse en un gurú poético de los circuitos ‘underground’. El organizador lo filma desde que subió al avión y allí comienza a beber whisky a forro. Luego en el coliseo, ante una rugiente legión de admiradores jóvenes, reclama que dos botellas de vino es muy poco para ‘entonarse’.
Al final se enfrenta con algunos asistentes ‘chongueros’ y a uno lo amenaza con matarlo. Es un monólogo de un bravucón pasado de tragos y un público absorto de ver en vivo y en directo a un poeta verdaderamente maldito, que hasta a la hora de ingresar a dar su ‘show’ le pregunta al organizador: ‘¿En el escenario han colocado un balde para que pueda vomitar?’.
Era realmente un ‘indecente’. El extraordinario documental nos muestra igualmente el barrio obrero de Los Ángeles donde vivió, fotografías inéditas con sus padres desde niño hasta joven, la estación del correo donde trabajó quince tortuosos años.
Conocemos a sus amigos, enemigos, sus editores, directores de cine, las mujeres que lo amaron y las que lo negaron como a Judas, como la famosa ‘Panquequito’, a quien vemos de jovencita con el escritor maduro y luego ya ‘tía’ lo deja mal.
También vemos y oímos a Bono recitar una extensa y desgarradora poesía, y al gran Tom Waits contar algunas anécdotas de la última etapa del autor de ‘Mujeres’, quien lo invitaba a la bucólica residencia de San Pedro, California, donde se mudó con su esposa Linda Lee y vivió una vida apacible rodeado de vecinos acaudalados que jugaban golf.
Y por supuesto, el testimonio de su esposa Linda, quien le cambiaría la vida propiciando que el novelista en el último año de su existencia adoptara la religión budista. Monjes de dicha religión cargaron su ataúd el día de su entierro junto a un Sean Penn pasado de vueltas. Fue literalmente su último exabrupto. Apago el televisor.