Este Búho escucha y lee que algunos comparan la tragedia de ‘Utopía’ con lo sucedido en ‘Thomas Restobar’ cuando son dos escenarios y situaciones totalmente diferentes. Tengo que ingresar al túnel del tiempo. Jamás olvidaré aquella horrible mañana del 20 de julio del 2002. Los peruanos nos despertamos con las imágenes que la televisión transmitía de la tragedia iniciada, esa madrugada, en la discoteca ‘Utopía’.
Con el correr de las horas, se supo que habían fallecido 29 jóvenes. Todos nos preguntábamos si era posible tanto dolor. Hacía pocos meses, el 29 de diciembre del 2001, había ocurrido la catástrofe de Mesa Redonda, donde perecieron más de 400 personas. ¿Se trataba acaso de una maldición contra los peruanos? ‘Utopía’ era ‘la’ discoteca. Aquella a la que solo podían ingresar unos cuantos privilegiados que tenían la suerte de recibir una invitación. Esta solo se entregaba a quienes habían aprobado un examen previo, consistente en preguntas como dónde vives, en qué universidad del Perú o el extranjero estudias, de qué marca y año es tu carro, y cosas por el estilo. Estaba ubicada en el Jockey Plaza y el lujo era su divisa. Su pista de baile, por ejemplo, era un piso ‘antiestrés’ de caucho industrial que absorbía el agua o los tragos que podían caer y así nadie se resbalaba. Fue inaugurada solo dos meses antes del incendio por Percy North, en aquel tiempo un joven empresario de 27 años que se ufanaba del carácter exclusivo y la seguridad de su local al que solo llegaba la gente ‘chic’ y las modelos más bellas. Sin embargo, ¡¡no contaba con permiso municipal de construcción ni de funcionamiento!! Además, se trataba de un acorazado hecho de material inflamable y los animales exóticos que exhibían eran torturados, pues debían soportar el estridente sonido de la música, el humo y el aire acondicionado.
La madrugada de la desgracia había más de mil clientes y varios se tomaban fotos con el chimpancé, mientras el tigre y el león rugían desesperados por el ruido (ellos también morirían minutos después). En medio de eso, los bartenders hacían acrobacias pirotécnicas. Fue el principio del fin para 29 jóvenes con un futuro brillante.
Una de esas llamas alcanzó el techo de material inflamable y nadie pudo controlar el fuego. ¡Hubo gente que intentó apagarlo con sus tragos! Precisamente, el piso de caucho comenzó a arder y botar un pesado humo negro tan tóxico que era capaz de matar a una persona en contados minutos. Fue lo que ocurrió. Todas las víctimas perecieron asfixiadas. En medio de los gritos aterrados, el caos y la desesperación, cundió el rumor de que los felinos habían escapado de sus jaulas. Varios corrieron a refugiarse al baño y ahí murieron. Se calcula que el fuego comenzó pasadas las 2:30 de la madrugada, pero la primera llamada telefónica pidiendo auxilio se hizo a las 3:09.
Entre las víctimas estaban Verónica Delgado Villarán, de 25 años, hija del fallecido Delgado Aparicio; los novios Arturo Lecca Fuentes, de 30 años, y Daniela Feijó Cogorno, de 28; Silvia de la Flor Icochea, de 26 años, que celebraba su graduación, con el primer puesto, de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico. Y tantos otros jóvenes con vidas prometedoras.
Lo de ‘Utopía’ fue producto de la negligencia sin nombre de aquellos que se creen por encima de la ley. North no fue el único responsable, hay más que se fueron del país, y también deben pagar.
Esto que acaba de suceder es inaudito. En plena emergencia por la pandemia del coronavirus, un grupo de gente- la mayoría gente de malvivir y algunos acusados de graves delitos como robo agravado y hasta violación- se zurran en el estado de emergencia y festejan con ‘Juancho Peña’. Y todavía hay algunos ‘monos con metralleta’ que pretenden culpar a la policía de las muertes.
Apago el televisor.