Este Búho se sorprende con la azarosa vida de uno de nuestros grandes actores: Ramón García. Pocas veces el artista ha desnudado su alma como lo hizo en una entrevista que le concedió a trome.pe. A sus 72 años, casi a modo de catarsis, el maestro contó pasajes pocos conocidos de su vida personal y profesional. Repasó con nuestro colega esos caminos oscuros que transitó en su juventud, cuando estuvo sumergido en las drogas y el alcohol.
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“¿Qué es tocar fondo? Es estar tres noches sin dormir drogándome y amanecer vomitado encima y con sangre por todos lados. Eso es. Yo no compraba un paquete, compraba bolsas. Iba al Callao y compraba dos o tres bolsas de pasta. Aparte coca, marihuana. Todo lo habido y por haber”, reveló el chalaco.
Pero fue en una de esas noches de desbande, contó el artista, en el trance psicodélico de los polvos, mientras convulsionaba en su cama con la garganta seca y el cerebro congelado, que del velador de su habitación cayó una foto. Era la foto de su madre. Ese instante fue revelador para García, porque entendió que no quería ser un miserable, que para eso no había nacido, que, como todos, tenía un propósito en este mundo.
Entonces conoció a Dios y enderezó su camino. No fue así de fácil, por supuesto. Fue un camino sinuoso, lleno de baches y tentaciones, de avances y retrocesos. “Mucho ejercicio físico, mucha oración. Rezaba. Yo rezaba todo el tiempo que salía a correr. Rezaba cada vez que venían los problemas. El deseo de tomar, de comenzar con el trago. Yo me he tomado tres botellas de ron en una noche. Tomaba el ron como si fuera Coca Cola. Cuando estaba en esa situación rezaba y rezaba”.
DIOS RESCATÓ A RAMÓN GARCÍA
Dios lo rescató y salvó del infierno, además el recuerdo y el amor por sus padres, pero también la actuación. Esa profesión a la que se dedica desde hace 45 años. Su hoja de vida es tan extensa que faltaría espacio en esta columna para mencionar cada personaje que interpretó.
Desde películas, series, novelas, hasta obras teatrales. Aunque confiesa que le golpea en el ego que el público lo siga recordando únicamente como ‘Chapana’, de la histórica serie ‘Los Choches’, asegura que es uno de sus personajes más entrañables. Así como el ‘Chato Campos’ en el policial ‘Gamboa’ o el teniente Huarina en la película ‘La ciudad y los perros’.
Pero, sin duda, la cúspide de su carrera llegaría cuando participó en las dos series producidas por la cadena internacional HBO: ‘The young Pope’ y ‘The new Pope’, en donde interpretó al cardenal Aguirre. En dicha producción actuó junto a Jude Law y John Malkovich, y fue dirigido por el italiano Paolo Sorrentino, ganador del Oscar por el filme ‘La gran belleza’.
Para el maestro, la obsesión o la pasión con que se trabaja es fundamental. “¿Qué condiciones debe tener un buen actor? Bueno, primero el deseo obsesivo de actuar. La actuación no es una profesión, es una pasión. Si no lo haces de esa forma, no te dediques a esto”.
Ramón García también vio el mundillo detrás de las pantallas. En la entrevista que publicamos, recuerda cómo grandes ejecutivos televisivos ofrecían mujeres, muchas de ellas estrellas de su canal, a productores y directores. “Como si te dijeran ‘tenemos este menú’”, declaró.
Entonces, para nosotros los periodistas que corríamos la cancha, aquello era un secreto a voces, murmullos en los pasillos, voladas sin confirmar, hasta ahora. Comentó sobre la famosa ‘lista negra’, esa censura que había contra los actores que reclamaban sus derechos. Uno de los vetados fue el reconocido Enrique Victoria.
A sus 72 años, no teme decir que el contenido televisivo ha venido a menos, lo dice con conocimiento de causa. “Me pueden tildar de paranoico, pero pienso, siento, percibo, intuyo, deduzco que hay una mano negra que quiere que nuestro pueblo siga ignorante, siga siendo estúpido”, dijo así de tajante.
La historia de Ramón García es la de un hombre que se sacude la miseria y renace hasta tocar la cima. Su rostro es uno de los más reconocidos en este país. Su historia es la de un artista con vocación, dedicado a su oficio sin cuestionamientos, porque desde que pisó un escenario por primera vez supo que ese era su destino, su forma de ser y hacer feliz. Fue un hippie que recorrió Latinoamérica en tiempos de dictaduras, fue un hombre atrapado en las garras de los vicios y hoy es un artista respetado, que hace honor a ese rótulo tan mancillado, vejado y denigrado. Larga vida a nuestro primer actor. Apago el televisor .