Este Búho se siente golpeado al ver la devastación causada por las lluvias bíblicas en Tumbes, Piura y Lambayeque que han traído muerte, destrucción, hambre y colapso económico a esas regiones. Y se indigna de que esta sea una crónica de un desastre anunciado, porque desde setiembre del año pasado se alertó de los diluvios que se venían a las autoridades políticas y técnicas, con más de treinta mil correos electrónicos, pero increíblemente apenas el 1% de los burócratas descargaron los informes y por consiguiente no hicieron nada.
Las consecuencias las sufre ahora el pueblo. Miles lo han perdido todo. Las autoridades responsables lloran sobre la leche derramada y hacen lo más fácil: culpan al gobierno de Dina Boluarte que tiene poco más de tres meses. Pero un revelador informe del periodista Ricardo Uceda en el diario El Comercio sostiene que la historia de desaciertos sobre cómo afrontar crisis climáticas viene desde una pésima decisión angurrienta del gobierno de Ollanta Humala, que hizo naufragar una institución que pudo convertirse en el eficiente ente rector de control de desastres: el Cenepred.
Alejandro Toledo sabía de los terribles estragos que causaba el fenómeno de El Niño
Pero en el Perú las tragedias no solo son naturales, también son humanas, de pésimos gobernantes y administradores. Alejandro Toledo sabía de los terribles estragos para la economía nacional que causaba el fenómeno de El Niño en el norte del país, pero no le importó.
Prefirió destinar 4,500 millones para una obra que no era de ‘vida o muerte’, como la carretera Interoceánica sur, pero la prefirió a reencauzar ríos, reforzar puentes, hacer diques en el norte y en las quebradas de los ríos de Lima, porque por la carretera recibió una vergonzosa coima superior a los treinta millones de dólares, según lo delató el gerente de Odebrecht, Jorge Barata.
El condinome de ‘El cholo de Cabana’ era ‘Oriente’, por su cercanía con su testaferro, el israelí Joseph Maiman. Aparte, recibió cinco millones de verdes de la corruptora Camargo Correa. Y pensar que su cómplice, su esposa Eliane Karp, decía que era ‘sano y sagrado’.
Ahora Toledo se aferra a leguleyadas para evitar una iminente extradición a Perú de Estados Unidos. Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia también están incluidos en esta historia nacional de la infamia. Jorge Barata reveló que les entregó 3 millones de dólares para la campaña electoral del 2011. Ollanta descabezó el Cenepred por premiar a sus amigotes que lo ayudaron a esconder el caso ‘Madre Mía’.
Su sucesor PPK anunció con ‘bombos y platillos’ la creación de la ‘Autoridad para Reconstrucción con cambios’, supuestamente para enfrentar los estragos causados por el fenómeno de El Niño y para prevenir. Pero la institución que manejaba un presupuesto millonario desde el 2018 hasta hoy gastó 51 mil millones de soles y no ha hecho nada. Bueno, hizo obritas que no eran su función principal como módulos, postas o colegios. Uno observa la catástrofe en Piura o Lambayeque y se pregunta ¿dónde están las obras de la Autoridad para la Reconstrucción?
PPK en ese tiempo seguía haciendo negociados con Odebrecht con su empresa Westfield y First Capital que manejaba su socio chileno Gerardo Sepúlveda. El lobista disfrazado de presidente fue vacado. Claro, una siniestra alianza del Fujimorismo liderado por una Keiko Fujimori ardida y picona, porque perdió por solo miles de votos con el ‘viejo’ economista, se alió con el partido Aprista y el traidor vicepresidente de PPK, Martín Vizcarra.
Ellos petardearon la gobernabilidad e iniciaron la perversa danza de las vacancias. Vizcarra, de presidente, se desnudó como un Judas. No solo traicionó a su presidente. Traicionó al pueblo al alargar la compra de las vacunas con tal de conseguir un contrato a como dé lugar con Sinopharm de los mafiosos chinos. Pero lo peor: se vacunó secretamente meses antes junto a su esposa y su hermano.
Cuando los peruanos morían como moscas e imploraban vacuna. Para colmo, nombró como jefe de la Autoridad para la Reconstrucción a un político del norte chico que tenía arresto domiciliario y no podía viajar a Lima. Luego lo cambió por una amigaza, Amalia Moreno, que hizo noticia no por reconstruir sino por alquilar un edificio de lujo para sus oficinas en el centro de Lima, con cocheras exclusivas en Los Portales, y les subió el sueldo a los burócratas.
Pedro Castillo no sabía para qué servía la ‘Reconstrucción con cambios’. Nombró a Robert López López, quien ni bien llegó gastó medio millón de soles en polos, gorritos, chalecos y blusas. Y 2 mil 200 soles en aceitunas verdes sin sal con relleno de castañas. La tragedia del país no solo es de fenómenos naturales, el problema es humano. Es un problema de hombres. La tragedia es que lleguen al poder hombres con el cerebro de Toledo, Vizcarra o Pedro Castillo. Más peligrosos que el ciclón Yaku. Apago el televisor.