
Este Búho comentó hace unos meses el terrible caso de unas ‘peperas’ que contactaron a un joven ingeniero en la ‘calle de las pizzas’, en Miraflores, fueron a su departamento, bebieron licor y lo mataron por una sobredosis de pastillas. Se han visto muchos casos. Ellas en bares prodigan caricias falsas a parroquianos incautos y luego introducen solapadamente somníferos para drogarlos, dormirlos y llevárselos para quitarles dinero, celulares y tarjetas de crédito, convirtiéndose así en personajes peligrosísimos de la noche.
Esto trajo a mi memoria la historia de un grupo de estas delincuentes en Nueva York. La historia fue publicada en una revista de Estados Unidos y se convirtió en un boom periodístico, al punto que fue comprado por Hollywood y se filmó una película en 2019 protagonizada por Jennifer Lopez: ‘Estafadoras de Wall Street’. Para este columnista hay más historias sobre la trama de esta película.
La ‘oficial’ es la que da vida al filme de Lorene Scafaria. Esta aguerrida directora se basó en un reportaje de la periodista Jessica Pressler, quien publicó en The New York Magazine el informe ‘The Hustlers at Scores’ (que juega con el significado de ‘scores’, como conquistas sexuales de estas ‘lolitas’, y por el nombre del local, ‘Scores’). A partir de ahí, nada sería igual para los libidinosos y mañosones millonarios, ejecutivos, corredores de bolsa y banqueros de Wall Street.
La entrada del artículo lo decía todo: “Esta es la historia de una Robin Hood moderna: unas jóvenes y deseadas striptiseras que robaban a banqueros, corredores, millonarios de Wall Street drogándolos ‘para sustraerles el dinero de sus tarjetas de crédito’”. Su ‘barreta’ era que algunas de ellas habían perdido todo en la traumática crisis bursátil de la Bolsa de Nueva York en el 2008. Cierta o no esta justificación -particularmente creo que ellas robaron a culpables e inocentes por igual y nunca fueron ningunas ‘justicieras’-, la historia de Pressler fue tan ‘jugosa’ y demoledora para el público norteamericano porque presentaba el testimonio de desnudistas y bailarinas del tubo, y una de ellas era hija de inmigrantes coreanos, Roselyn Keo (Destiny en el filme, con Constance Wu en el rol) y la otra era Samantha Barbash (Jennifer Lopez, francamente impresionante en ese papel, bajo el nombre de Ramona).
La cinta nos muestra eso, chicas ‘dándoles su merecido’ (sic), drogándolos y quitándoles el dinero a elegantes ejecutivos, pero la ‘otra historia’ es cómo en realidad fue descubierta esta banda de ‘peperas’, a quienes un implacable juez neoyorquino igual condenó, sin interesarle un bledo si ellas se convirtieron en criminales porque perdieron su casa o sus ahorritos en la ‘caída’ de la Bolsa de Wall Street.
En la vida real, a este grupo de forajidas les cayó la noche por la denuncia de un reputado cardiólogo, el doctor Zyad Younan de Manhattan, quien fue demandado por ‘Scores’, el night club más exclusivo de la zona rica de Chelsea, por no pagar una cuenta de 130 mil dólares en consumo, ¡mismo ‘Cholo’ Toledo en el ‘Melody’! Fue ahí donde el respetable diario The New York Times tomó el caso, cuando un juez no solo le dio la razón al doctor Younan y su versión de ‘que lo habían pepeado’ -un término que se usó por primera vez en la exclusiva Corte Suprema de Manhattan-, sino que abrió un proceso criminal a cinco personas, acusándolas de integrar una banda organizada de falsificación, conspiración, robo y asalto por apropiarse de más de 300 mil dólares en pocos meses, a costa de acaudalados clientes que caían en su garras.
Todas eran mujeres, bailarinas de striptease y del ‘tubo’, que, acorraladas, se declararon culpables. Cuando la periodista de la revista The New York Magazine las entrevistó, ya cada una empezó a jugar su propio juego. Los productores pensaron que este tema era perfecto para que lo dirigiera el gran Martin Scorsese, especialista en ‘vivencias de Nueva York’, y así se lo propuso JLo, productora general, pero Marty en ese momento estaba enfrascado en su filme ‘El irlandés’. Apago el televisor.








