Este Búho continúa reflexionando sobre los altos niveles de inseguridad ciudadana a los que se está llegando en Lima y las principales ciudades del país. Los mensajes de los malditos extorsionadores a la mamá de Paolo Guerrero deben marcar un antes y después para decirle basta a estas lacras que no dejan vivir en paz a los ciudadanos honrados.
No se trata de porque sea Paolo, pues eso lo sufren día a día pequeños comerciantes, bodegueros, peluquerías, dueños de barberías y negocios que encima padecen la recesión económica. Hace poco veía un revelador informe en televisión que daba cuenta de que ya no hay ‘distritos islas’ en Lima. Es decir, zonas donde no se registraban índices delictivos o que tenían, en todo caso, un promedio ínfimo, como San Isidro, La Molina y las zonas residenciales de Miraflores.
Hoy estamos invadidos de ‘raqueteros’, ‘marcas’, ‘cogoteros’, ‘bujieros’, ‘sicarios’ y ‘extorsionadores’. A los criminales ya no les tiembla la mano para matar a policías porque confían en que saldrán libres pronto, si los atrapan. Hace unos días, en El Polo, Surco, una manada de delincuentes irrumpió en una tienda de celulares. Si eso sucede en una zona cercana a la embajada de Estados Unidos, imagínense en la periferia de la capital.
Los padres de familia cuyos hijos estudian o trabajan en las noches están desesperados. Esos jóvenes no tienen seguridad y varios ya han muerto baleados por esos miserables que no respetan nada. No hay suficientes policías en las calles y los ‘patrulleros inteligentes’ llegan cuando ya se produjo el atraco o la muerte del infortunado que se resistió al robo.
Lo más indignante es que las autoridades que tienen la responsabilidad de acabar con ese flagelo están en otra. Parece que viven en un mundo aparte. No es posible que mientras aumentan los robos a bancos y asesinan a universitarios para robarles sus celulares, el ministro anda como un ‘fantasma’. La situación está totalmente descontrolada.
No hay una dirección política eficiente y no se trata de jalarle las orejas al jefe de la Policía si crece la criminalidad. ¿Han viajado estas autoridades alguna vez de noche en un colectivo que va por la Vía Expresa, a San Juan de Lurigancho o Comas? El cine, ante la inseguridad ciudadana, nos regaló un alucinante ‘Robocop’, un clásico ochentero del gran director holandés Paul Verhoeven, sobre un robot policía justiciero que luchaba contra la delincuencia y la corrupción de las grandes corporaciones. En los setenta, un policía ‘sui generis’, Harry Callahan, o simplemente ‘Harry el sucio’, eliminaba a los psicópatas incorregibles de Los Ángeles con su Magnum 44.
En los noventa, el Batman de Christopher Nolan acabó con los malhechores de Ciudad Gótica porque había voluntad política por parte del comisionado Gordon (interpretado por Gary Oldman). Si no hay voluntad política y una verdadera estrategia de inteligencia en la Policía, no se podrá derrotar a la delincuencia en todas sus variantes. Que el ministro se dedique las 24 horas del día a proteger a los ciudadanos que viven aterrorizados. Apago el televisor.