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Las locuras de Andy Warhol

El Búho de Trome dedicó su columna al gran Andy Warhol.
Andy Warhol. (Foto: AFP)

Este Búho, como buen periodista, ama la literatura, el cine, la pintura, el arte en general. Dedico gran parte de mi tiempo libre a leer, ver buenas películas y en estos tiempos de streaming veo todo tipo de documentales. La vez pasada en uno referente a la ciudad de Nueva York, tocaron la obras del gran

‘Los Girasoles’ de Van Gogh‘ y otras obras de arte que sufrieron ataques

Si muchos jóvenes no saben quién es, deberían googlearlo. En mi cama me puse a pensar: ¿cómo se sentiría el llamado ‘padre del pop art’ si estuviera caminando por la avenida Abancay, en el centro de Lima? No me lo puedo imaginar. ¿Qué pintaría? ¿ A qué discoteca iría?

Andy es y será siempre recordado como ese ser exótico, eternamente joven, con aquella cabellera dorada y esas poses tan refinadas y amaneradas, siempre rodeado de sus bellísimas modelos, efebos de diseñador y los rockeros por los que tenía devoción y sabía escoger con ojos privilegiados.

No podemos olvidar que desde ese ‘búnker’ neoyorquino que se llamó ‘The Factory’ (La Fábrica), Warhol no solo plasmaba sus obras en su taller, sino que servía también como discoteca, sala de filmaciones, salones sadomasoquistas y estudios de grabación de sus músicos preferidos.

A Andy Warhol podemos ponerlo en paralelo con Truman Capote. Mientras Truman era abiertamente gay, Andy jugaba con su asexualidad, y hacía alardes de preferir el voyerismo como su opción sexual. Ambos venían de familias pobres.

El escritor de un hogar de granjeros sureños y Andy de más abajo todavía, de hijos de migrantes lituanos, cuyo papá trabajaba en los oscuros socavones de las minas de carbón. Pero ambos adoraban rodearse de bellas damas de la alta sociedad.

Truman, por contar las infidencias de sus poderosas y millonarias amigas, en su libro ‘Plegarias atendidas’, fue expectorado del jet set y murió en el ostracismo, pidiendo perdón. Andy también sentía una irresistible atracción por las jóvenes millonarias y de sociedad. Su relación con una de ellas originaría una leyenda negra en el célebre artista plástico.

LA MUSA DE ANDY WARHOL

Andy conoció a Edie Sedgwick, la bella hija de una millonaria familia de rancia alcurnia californiana. La muchacha estudió en Cambridge y llegó a Nueva York al lujoso departamento de su abuela, de catorce habitaciones, en la exclusiva Park Avenue. Vino con la idea de ser estrella y lo logró sin mucho esfuerzo, posando para las más importantes revistas de modas como ‘Vogue’.

Cuando Andy la conoció, la convirtió en su musa y fue la reina de ‘The Factory’. Con ella hizo algo que nunca había hecho, la llevó a conocer a su humilde madre, pero Edie cometió un grave error para su egocéntrico Pigmalión. Se enamoró del entonces ídolo de la canción, el joven Bob Dylan.

Mientras Warhol se dedicaba en filmar películas teniendo a Edie como protagonista, esta se escapaba con el músico. Cuando Andy se enteró, sacó a relucir su lado siniestro: fue directamente y le dijo a su protegida: ¿No te has enterado que Bob Dylan se había casado en secreto con su novia Sara Lownds? Fue un golpe durísimo, ya que ella había empezado a experimentar drogas duras en ‘The Factory’ y se decía que fue Andy quien la inició.

Esa tarde, Edie abandonó para siempre a Warhol y se dedicó por completo a drogarse y autoaniquilarse sin recibir ninguna ayuda de su mentor. En un filme la modelo lo acusó directamente: “En realidad, Andy jodió a muchísima gente, gente joven. Mis contactos con las drogas se iniciaron en ‘The Factory’. Me gustó mi introducción a las drogas, yo era un buen blanco”.

Cinco años más tarde, en 1971, Edie ya había salido e ingresado de muchos centros de rehabilitación. Una noche se mató de una sobredosis. Hace poco este columnista vio la película ‘Factory girl’, justamente sobre la vida de esta modelo y su relación con Warhol y Dylan.

Hay muchos Warhol como dedos de la mano. El pintor, quien diseñara la famosa lengua de los Rolling Stones, el que pasaría a la posteridad dibujando anuncios televisivos, dibujos animados y celebridades de Hollywood hasta Mao Tse-tung. El cineasta, el promotor musical. Y hasta el filósofo, cuya célebre frase es: ‘En el futuro, todos tendrán sus 15 minutos de fama’.

Así pensó una de sus discípulas, la recalcitrante feminista Valerie Solanas. En 1968 era una asidua visitante de ‘The Factory’. Ella le dio el manuscrito de una obra al artista y él prometió producirla, pero en realidad la había tirado a la basura.

La desquiciada mujer se cansó de exigirle que se lo devolviera. Una mañana lo esperó en ‘The Factory’ y le disparó tres tiros. Dos lo dejaron gravemente herido. Andy fue querido y odiado. Un cáncer se lo llevó en febrero de 1987. Hace unos años, un cuadro suyo pintado con orina fue vendido en 93 mil dólares.

Aunque no lo crean, en la oficina de este Búho hay un cuadro de Andy Warhol, el de Marilyn Monroe, que costó los cien dólares que le di a mi amigo pintor subterráneo Ricardo Montañez, para que compre los materiales. Apago el televisor.

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