Este Búho se consternó cuando las noticias retumbaron el mundo. El novelista británico de origen indio, , fue apuñalado en el cuello mientras participaba en un acto en Nueva York.

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El escritor ha estado en la mira de los fanáticos religiosos en gran parte de sus cinco décadas de carrera literaria. ¿Búho, quién es Salman Rushdie? Mis jóvenes lectores me mandan correos.

Este columnista no puede creer que hace unos meses se hayan cumplido 33 años de una fecha nefasta. Mientras las parejas de enamorados de todo el mundo sellaban con abrazos, besos y encuentros más encendidos el ‘Día del Amor’, un fatídico 14 de febrero de 1989, el ayatola Ruhollah Jomeiní, líder religioso iraní, dio al escritor indio nacionalizado británico la sentencia de muerte mediante el siniestro edicto religioso: ‘fatwa’, por haber publicado su cuarta novela titulada ‘Los versos satánicos’, a la que calificó de ‘blasfema y apóstata’.

Con esta ley, cualquiera que profesara la religión musulmana estaba en la obligación de asesinar al autor de una obra considerada para ellos como ‘demoniaca’ y con ello ‘se accedería al paraíso, al lado de Alá’.

Este fenómeno no solo se extendió por el lado religioso, sino también por el político. La obra fue prohibida por los gobiernos de la India, Arabia Saudita, Egipto, Indonesia y Somalia, entre otros más.

Antauro Humala

AYATOLA OFRECÍA UN MILLÓN DE DÓLARES

Para desgracia del escritor, la ley, además de ofrecer la espiritual obtención del paraíso celestial, otorgaba un premio más terrenal. El ayatola ofrecía un millón de dólares americanos para quien ‘mandara al infierno a Rushdie’.

Al día siguiente de la terrorífica ‘sentencia’, el gobierno inglés asumió oficialmente la seguridad del novelista, mientras el alucinado Jomeiní aumentaba la recompensa a ¡dos millones ochocientos mil dólares, pagaderos al portador! El novelista vivió cerca de diez años en la más absoluta clandestinidad, hasta 1998, fecha en la que recién comenzó a aparecer, en contadas ocasiones, en público.

Menos suerte tuvieron personajes involucrados en la etapa de producción de la novela. Dos traductores de la primera edición, el japonés Hitoshi Igarashi murió apuñalado en Tokio y el italiano Ettore Capriolo fue golpeado y acuchillado en Milán por musulmanes, mientras el editor de la obra, William Nygaard, terminó baleado en Noruega.

Pero lo peor sucedería en Turquía. En una marcha de musulmanes radicales contra la obra de Salman, lanzaron bombas a una librería, desatando un pavoroso incendio que causó la muerte de 39 personas.

El terror ante las represalias de recalcitrantes activistas musulmanes contra quienes osen trabajar en su edición y publicación hizo que en ediciones españolas se omitiera el nombre del traductor.

LOS VERSOS SATÁNICOS

Rushdie no ha podido vivir en paz. Pero ¿es ‘Los versos satánicos’ una novela tan blasfema, como sostienen los líderes del mundo musulmán? La indignación del islamismo no es por todo el libro, sino por el capítulo donde sienten que Rushdie se burla de Mahoma.

Los protagonistas de la novela son como el agua y el aceite. Gibreel es un actor ‘bollywoodense’ que encarna al hombre respetuoso de la religión y las tradiciones de su país, pero pasa por un periodo de indefinición y termina por abandonar su carrera.

Saladin es todo lo contrario. Quiere alejarse de su país, de sus valores y todo lo que ello representa. Admira el conservadurismo inglés en su forma más rancia. Es tan arribista que la única manera de disolverse y anular sus genes indios es casándose con la hija de un vetusto exponente de la antigua y decadente estirpe victoriana.

Por ironías del destino, ambos coinciden en un vuelo comercial cuando un grupo terrorista hace estallar una bomba. Increíblemente los dos sobreviven y caen en una playa. A Gibreel, el respetuoso de su religión musulmana, le han salido cascos de toro, cachos y una cola demoníaca; mientras que el aculturado Saladin se ve rodeado por una aureola celestial, como el arcángel Gabriel.

A partir de ahí se suscita una lucha entre ambos. Posteriormente Rushdie publicó una nueva novela, ‘The golden house’ (2017), ambientada en Estados Unidos, y me imagino que fue algo ‘satánica’ porque tuvo entre sus protagonistas a Donald Trump. Apago el televisor.

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