Este Búho lamenta el delicado estado de salud del gran Roberto Chale, el popular ‘Niño terrible’ del fútbol peruano. Hace un tiempo comenté que tras una penosa enfermedad le amputaron una pierna, algo desgarrador para un deportista. Chale es una de las figuras icónicas vivas de Universitario y de las selecciones peruanas.
Un volante cerebral de aquella blanquirroja que nos clasificó por primera vez a un Mundial de manera directa, a México 1970. La imagen y el apodo de ‘Niño terrible’ se forjó y nació en aquel inolvidable y definitorio partido en la ‘Bombonera’ de Boca Juniors, en agosto de 1969. El estadio, abarrotado, era una caldera, donde Argentina necesitaba ganar y Perú empatar para clasificar. En la tribuna, los hinchas nos lanzaban botellas llenas y en la cancha nos molían a patadas.
Perfumo agarraba a ‘rodillazos’ a Chale, pero el peruano nunca ‘arrugó’ y le mandaba cabezazos, como reveló ‘Cachito’ Ramírez. Frente a la tribuna que más tiraba botellas, Roberto agarró la pelota y se la ‘chancó’ en la cabeza a Rulli, otro volante que estaba ‘macheteando’. La tribuna se vino abajo de bronca y siguió lanzando proyectiles y Chale, palomilla, los miraba y se reía. Tuvieron que colocar un toldo porque los fanáticos argentinos enardecidos amenazaban con invadir la cancha. Los ‘huevos’ de Chale y su futbol -fue autor del cerebral pase en ‘cortada’ para el primer gol de contragolpe de ‘Cachito’ Ramírez- fueron fundamentales para lograr nuestra clasificación.
En el Mundial de México pasó a la historia al anotar un golazo, el segundo de Perú, en la goleada 3 a 0 ante Marruecos. Este Búho, chibolo, tuvo la suerte verlo jugar en el Estadio Nacional con la ‘U’, haciendo dupla con el recordado ‘colorao’ Luis Cruzado. Roberto Chale (1946) nació en Barrios Altos, pero se crio en Magdalena y siempre ha tenido harta calle.
Esa ‘chispa’ la demostraba en las entrevistas. Cuando Perú llegó a México para el Mundial, en el aeropuerto un periodista lo interceptó para hacerle una ronda de preguntas. Luego de la entrevista, le pidió una sugerencia sobre a quién más podría entrevistar en la bicolor. “Mira, Cruzado es ese que se está riendo”, respondió Roberto con una sonrisa pícara. El periodista corrió donde el futbolista y arrancó la entrevista con una presentación: “Estamos aquí con Luis Cruzado...”, a lo que el interrogado respondió con sorpresa y corrigió: “Yo no soy Cruzado, soy ‘Perico’ León, lo que generó una carcajada inmediata de Chale, unos metros más allá. Cuando el reportero le increpó a Chale, esté respondió: “Ese es Cruzado, pero cruzado con mono, ja, ja, ja”. Roberto era terrible. Es un secreto a voces que ya como técnico le gustaba tomar sus ‘agüitas’ de vez en cuando.
Ejerciendo de columnista de un diario deportivo, recordó una anécdota de cuando era entrenador de San Agustín y le ofrecieron una copita de pisco. “Recuerdo que una vez en Ica dirigí a San Agustín vs. O. Espinoza en el año 1985. Ya estaba por comenzar el partido y llegó a la banca un amigo comisario de la Policía con una botella de pisco. ‘Una copita don Roberto’, me dijo. ‘Dale la copita’, le dije. Como el sitio de la banca en el estadio era una zanja, nadie notaba que estábamos tomando. Al final, nos empujamos dos botellas y entre copa y copa dirigí como los grandes y ganamos, ja, ja, ja”, recordó para sorpresa de sus lectores. Como entrenador pasó a la historia por dirigir a la selección en aquel partido donde Perú derrotó a la Argentina de Diego Maradona para las eliminatorias mundialistas en 1985.
Ganamos 1 a 0 con gol de Oblitas y asistimos a la alucinante y asfixiante marca de Luis Reyna al ‘Pelusa’. El maestro contó su verdad a El Comercio. “La historia completa es así. Partimos de Lima con la selección a Colombia para jugar. Yo seguí en el avión hasta Venezuela, para ver el partido de ellos con Argentina. Y vi que un chico venezolano, Maldonado, marcó de cerca a Maradona. Solo una vez lo soltó y suficiente: Maradona hizo el gol. Eso fue un par de semanas antes del partido en Lima. Era uno de los pocos que ya sabía cómo debía marcar a Maradona, que era el mejor jugador del mundo”.
Pero Chale le contó a este columnista, años antes, cuando ejercía el periodismo deportivo, un dato importantísimo y poco conocido. Me confesó que no podía dormir en la previa al partido en Lima, porque no sabía a quién sacar para incluir a Reyna en el equipo titular. “Estaba desesperado, pero milagrosamente ‘pesqué’ infraganti a uno de mis jugadores en indisciplina en la concentración del Hotel Country. ‘No voy a ventilar tu falta a la prensa, ni te voy a excluir de la selección -lo encaré-, pero no saldrás de titular.
El jugador tuvo que aceptar mi decisión y Lucho Reyna arrancó y anuló a Maradona y ganamos el partido”. Como jugador, como entrenador, Roberto Chale es único y es una pena que una gloria viviente de nuestro fútbol esté solicitando ayuda económica o reclamos a un club al que un día le dio grandeza como jugador y lo sacó campeón como entrenador. ¡Fuerza Roberto! Apago el televisor.