Este Búho camina a diario la calle para saber qué piensa y siente el ciudadano de a pie, aquel que no tiene privilegios. Y lo que veo con mis ojazos solo es preocupación e incertidumbre. Voy por mercados y paraderos de buses, por las grandes avenidas de la capital y por los principales centros de abastecimiento. Ningún compatriota con quien conversé pudo asegurarme que la pasa bien y tiene expectativas por un futuro mejor.
TE VA A INTERESAR: El Bombardero a defensas de Perú: Ante Brasil hablen como cuando echan maíz
Muchos confiaron en la palabra del maestro, quien juró ‘no más pobres en un país rico’. Y a poco más de un mes de haber asumido la presidencia, la crisis económica parece agravarse. El profesor en su ‘laberinto’. Sin brújula. Mirando a los costados. Escondiéndose de la prensa.
Pienso que cada noche se preguntará, en la comodidad de su lecho: ‘¿Cómo llegué hasta aquí?’. Y no sabrá responderse. El mamarracho político que vivimos impacta en los bolsillos de los peruanos más humildes.
Un plato de comida cada día cuesta más. En algunos lugares el aceite ha duplicado su precio, al igual que el pollo y el pan. Muchas ollas comunes han reducido sus raciones y tienen que ingeniárselas para preparar comidas con patitas de pollo y pescuezos.
Las pequeñas empresas siguen quebrando. Y es muy difícil conseguir empleo. La noche del lunes, el chotano se dirigió al país para anunciar bonos y subsidios, lo que terminaría por dinamitar nuestro debilitado erario fiscal.
Un país próspero no tiene como fin regalar bonos, más bien generar confianza, empleo y promover la inversión privada. Nadie está pidiendo limosnas. Solo oportunidades de trabajo. Lo que el presidente fácilmente pudo comunicar en un tuit lo hizo en un mensaje a la nación de seis minutos.
Prometió la creación de una planta de producción de la vacuna rusa en Perú, y más de un analista ya lo ha observado como un anuncio populista, pues según el Ministerio de Salud esta recién funcionaría ¡a partir del 2023!
La gran mayoría esperaba que siente posición sobre aquellos personajes que lo rodean y están vinculados a Sendero Luminoso, pero el hombre del sombrero no dijo absolutamente nada. Ha hecho silencio absoluto sobre Iber Maraví, su flamante ministro de Trabajo, quien participó en la organización terrorista liderada por Abimael Guzmán, según atestados policiales.
Mucho menos sobre su premier Guido Bellido, quien recibió en su despacho a Tito Rojas, dirigente del brazo político de Sendero, el Movadef. Ni ha rechazado las expresiones misóginas del mismo Bellido contra la tercera vicepresidenta del Congreso, Patricia Chirinos, a quien habría dicho: ‘Ahora solo falta que te violen’.
Escuetamente y con desinterés, Castillo afirmó que su gabinete está siendo evaluado constantemente. Pero ¿a quién responde Pedro Castillo, si no es al pueblo peruano ni a la prensa? ¿A quién le rinde cuentas el mandatario si no es a quienes lo eligieron? Su investidura lo obliga a tomar postura sobre las denuncias que atañen a su entorno más cercano.
Debe saber que su silencio, su tibieza, su indiferencia generan inestabilidad social y económica. La sombra de un siniestro Vladimir Cerrón sigue cubriendo el enclenque y desorientado gobierno de Castillo.
Y el presidente no ha podido, ni siquiera, deslindar de él. Por ahora, el Perú está a la deriva. En la calle los peruanos no se comen el cuento de los bonos que, a fin de cuentas, son soluciones volátiles. La población pide empleo formal que solo lo brinda la empresa privada.
La calle pide seguridad, pues cada día vemos más casos de crímenes. Pide salud, ante la inminente llegada de una tercera ola. Y, finalmente, pide transparencia a un gobierno que lo único que sabe hacer bien, hasta el momento, es no dar la cara a sus problemas. Apago el televisor.
Contenido GEC