Este Búho en su largo recorrido, como la carretera Panamericana, por distintas redacciones de periódicos en más de tres décadas ha conocido a un ejército de periodistas de todo tipo. He trabajado con locos brillantes, poetas, narradores, con locos simplemente locos, bohemios, borrachos y mujeriegos. Leandro Espinoza, conocido en la escuela de periodismo de San Marcos a inicios de los ochenta y luego en el mundillo de la prensa como ‘El loco Leo’, tenía algunas o tal vez todas las características arriba mencionadas.
Pero además era un periodista con un olfato realmente privilegiado para encontrar y narrar historias que enganchaban con el imaginario popular, lo que hacía batir récord de tiraje al diario popular OJO, donde laboraba y compartí redacción con él en la década del noventa. Con tristeza me acabo de enterar, a través de su cuenta de Facebook, que su familia informa escuetamente que nuestro colega falleció a inicios de noviembre.
La noticia sorprendió a todos porque a mediados de octubre celebraba en su ‘Face’ el cumpleaños setentaidos de su ídolo Charly García, desde South San Diego, donde residía al laborar en la Universidad de California. Siempre estaba activo en la red mostrando las fotografías de sus viajes por distintas ciudades de Estados Unidos, como Nueva York.
Me caía muy bien ‘Leo’ desde la época universitaria, porque era un loco positivo, inteligente y divertido. Cuando pasé de hacer periodismo político a deportes en El Bocón y OJO, me lo encontré y ya era una celebridad en el diario y el ambiente de prensa. Fue quien descubrió en Bagua la historia del ‘Hombre más alto del Perú’ y quien lo bautizó como ‘Margarito’ Machahuay, en honor a esa botella de cerveza gigante.
Pero tal vez la historia por la cual se le recordará siempre fue la que hipnotizó la atención del país y el extranjero en 1993, el mito de la bruja inglesa Sarah Ellen, la mujer vampiro enterrada en el cementerio de Pisco. Fue Leo quien un día pidió la camioneta del diario y se fue a ‘buscar noticias’ en Paracas. Por pura intuición decidió visitar el viejo cementerio de Pisco. Allí un antiguo guardián le contó la historia de una mujer inglesa enterrada en 1913. La tumba estaba en escombros. Pero la historia que publicó resultó fascinante.
Allí estaba enterrada una mujer nacida en Blackburn, Inglaterra, casada con un tejedor. Según el mito recogido por el periodista en esos años, fue acusada de ser amante del conde Drácula y de dedicarse a la brujería y el ocultismo. Según esa leyenda, los pobladores la acusaron de brujería y la condenaron a muerte. El mito también sostenía que durante su calvario Sarah maldijo a sus asesinos y juró que en 80 años volvería de su tumba para cobrar venganza.
Por eso los lugareños obligaron a su esposo a llevarse el cadáver en barco fuera del país. La historia de Leo contaba que ni en los puertos de Buenos Aires ni en Valparaiso aceptaron el ataúd y que en Pisco el marido pagó una coima al alcalde para enterrarla en su cementerio. Cuando el periodista llegó a la ciudad faltaban pocas semanas para que se cumplieran ochenta años de la profecía. Las publicaciones diarias del cronista causaron una histeria colectiva. Primero arreglaron la tumba y pusieron con pintura su nombre y sus datos.
Los ambulantes comenzaron a vender crucifijos, cabezas de ajo, flores negras para colocarlas en la tumba de la bruja. Chamanes, espiritistas acampaban en el cementerio. Llegaban turistas de todos lados. Todos los días el periódico publicaba una central. Leo andaba con libros sobre Drácula, vampiros, brujas, y la gente pedía más y los tirajes se agotaban.
Tanto fue el impacto de su reportaje que el programa más visto de habla hispana, el show de Cristina Saralegui, le dedicó un especial a Sarah Ellen. Ella invitó a un ‘vampirólogo’ para preguntarle si la bruja iba a resucitar el 9 de junio. ¿Sera cierto esooooo?, interrogó la célebre cubana. El 9 de junio cientos de pobladores estaban en el cementerio, habían estrados, se vendían asientos y objetos contra la brujería. Varios canales de televisión y cadenas internacionales estaban presentes y se quedaron hasta la medianoche esperando una demoniaca resurrección de la vampira.
Nada de eso sucedió. Pero el mito siguió creciendo y ahí intervino la sucia mano del montesinismo que, vía la ‘revista gobiernal’, perdón ‘Dominical’, armó un psicosocial sobre Sarah Ellen. La historia de Leandro Espinoza se coronaría con la película nacional ‘Sarah Ellen’ (2019), de Roger Asto León.
Hoy en la tumba hay un mausoleo de Sarah y cientos acuden a pedirle milagros. Lo único verídico es que la inglesa fue enterrada en el cementerio de Pisco el 9 de junio de 1913. Lo demás solo lo sabe Leandro Espinoza, el creador de la historia, que se llevó su secreto a la tumba. Descansa en paz, amigo. Apago el televisor.
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