Este Búho leyó con atención la encuesta publicada ayer por El Comercio sobre la percepción del país ante el tsumami de la delincuencia que nos viene arrasando y, francamente, no me sorprenden las lapidarias conclusiones que significan un portazo en la cara para la presidenta Dina Boluarte y su premier Alberto Otárola. Nueve de cada diez peruanos cree que el Estado de emergencia no ha servido para nada, no funciona.
Recuerdo cuando Dina anunció con bombos y platillos su implementación, como si fuera una varita mágica que resolvería el problema. Otárola, lleno de soberbia, inflaba el pecho y sostenía que: ‘Aquí no hay plan Bukele’ -estrategia del presidente salvadoreño que derrotó a las sanguinarias pandillas y redujo a cero la criminalidad-, aquí lo que hay es el ‘Plan Boluarte’ (llamado después cachosamente por la calle como ‘Plan huevearte’).
Este nunca contempló utilizar a los militares para ejercer un control territorial disuasivo y brillaron por su ausencia mientras que en distritos como San Juan de Lurigancho aumentó la tasa de homicidios, extendiéndose no solo a ciudadanos comunes, sino a serenos y hasta un gobernador.
Han aumentado los secuestros en Lima y provincias como Trujillo con la maldita banda ‘Los Pulpos’. Las extorsiones con homicidios se han extendido hacia los músicos folclóricos. Las extorsiones han llegado a un punto de ebullición que en la zona de El Agustino, Manzanilla, La Victoria y el cerro San Cosme se vive una ‘guerra’ entre mototaxistas peruanos contra bandas de venezolanos, donde justos pagan por pecadores.
No estamos hablando de poblaciones de Puno, o la selva, donde hay ausencia del Estado, sino en zonas urbanas como La Victoria, a diez minutos del Palacio de Gobierno. Y en medio de todo este caos, de ciudad sin ley como en el viejo oeste, nuestra presidenta se convierte en una ‘chica Almodóvar’, ‘al borde de un ataque de nervios’, si no le permiten viajar a Estados Unidos otra vez.
No escarmienta que su fugaz ‘encuentro’ con Joe Biden costó la cabeza de su inepta canciller, del embajador peruano en Estados Unidos y fuimos el hazmereír internacional. Pero sobre todo parece vivir en una burbuja con su frase para la historia: ‘En el Perú se vive en calma’. ¡Por favor!
El estudio de Datum Internacional presenta cifras reveladoras, el 74 % de los peruanos asegura que ha sido víctima de las lacras delincuenciales en los últimos tres meses, ya sea en carne propia o algún miembro de su familia. En este ámbito, un 51 % corresponde al nivel socioeconómico alto, mientras que un 46 % corresponde a sectores medios y bajos, respectivamente.
El robo callejero es la modalidad a la que más se exponen los peruanos en las calles con 74 % (siendo el ‘rey’ el robo de celulares, asaltos a transeúntes, los raqueteros, asaltos a locales, marcas, robos de vehículos, viviendas). Le siguen las estafas 21 % (en las redes sociales, callejeras, el cuento de la agencias de viajes) y la extorsión que va creciendo con un 16 %.
Con estas escalofriantes cifras resulta obvio que el 83 % desaprueba la gestión de Dina. Lo peor es que no vemos una voluntad de enmienda. El premier Otárola, en vez de colocarse en una sacrificada labor porque la delincuencia no descansa, tuvo la ‘genial’ idea de irse muy campante al clásico entre Alianza y la ‘U’, y hasta se vio involucrado en problemas de inseguridad al apagarse las luces del estadio.
Increíble, el personaje que debía velar por la seguridad de todos los peruanos estaba viendo el fútbol. El siniestro promotor de boxeo Don King ante algún hecho extraordinario señalaba: ‘Only in America’ (Solo en América). Aquí, ante esos comportamientos de gente irresponsable como el premier hincha, podemos decir: ‘Only in Perú’. Apago el televisor.
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