Este Búho pasa largas horas en la Redacción de Trome. Todo el día estoy muy atento a las noticias que difunden los portales del Perú y el mundo en tiempo real. Pero en medio de esa vorágine informática también hay espacio para hacer unas pausas y a veces me pego a reels de Facebook, donde aparecen una y otra vez videos cortos y entretenidos de todo tipo.
Hay golazos de los mundiales, secuencias de películas memorables, imágenes de conciertos, resúmenes literarios, en fin. Ayer me encontré con una parte de una de las entrevistas que le hizo Jaime Bayly al actor Carlos Alcántara en ‘El Francotirador’. Muy divertida. El popular ‘Cachín’ hace referencia, principalmente, a su época de estudiante en la Gran Unidad Escolar Hipólito Unanue. ¡Mi colegio!
Eran otras épocas. Un mundo diferente sin internet ni celular. Pero lo que sí rescato es a algunos maestros entrañables, a los cuales los alumnos respetaban. Había un gran profesor de secundaria, de Geografía del Perú y el Mundo: Zacarías, ‘el bueno’. Era de lentes, de modales muy finos, un hombre educado que no solía gritar. Pero también era un estudioso de su materia y logró tener uno de los mejores gabinetes de Geografía entre las grandes unidades escolares de Lima. Nos presentaba documentales de Estados Unidos y Alemania, que conseguía en las embajadas de Alemania Occidental y Alemania Oriental (que en ese entonces estaban divididas) porque no hacía distinción política. Estábamos al día con los descubrimientos de astronomía, geografía, flora y fauna.
Este columnista se gana la vida con este noble oficio de periodista desde hace más de 30 años. Le agradezco siempre a mis padres, pero también a los profesores que me tocaron. Tanto en el colegio como en la universidad de San Marcos. Pero, sobre todo, en el colegio Santísima Trinidad, de curas trinitarios en primaria, y en el emblemático Hipólito Unanue, el gran colegio de Mirones en secundaria. Gaby, la señorita de las hermosas piernas, porque era minifaldera, como se estilaba en la época, me enseñó a leer y a sumar. Los profesores parecían dedicados a los alumnos todo el día. Inclusive, un sábado podían llegar a tu casa, a departir un lonche con los padres y el alumno, y hablaban de los avances del niño. A pesar de haber vivido a mil por hora y anclado en decenas de puertos, aún los recuerdo con cariño y, sobre todo, con agradecimiento.
Como periodista me puedo permitir ingresar a terrenos procelosos, pero a la vez cautivantes como la literatura. No lo podría hacer si no hubiese existido mi profesor de Literatura de segundo de secundaria: ‘Miguelito’, quien me introdujo en el mundo mágico de los libros de César Vallejo, Vargas Llosa, Abraham Valdelomar, Julio Ramón Ribeyro, José María Arguedas, Enrique López Albújar, Julián Huanay, que leía a los doce años. ‘Miguelito’ tenía una voz bajita, era introvertido, seguro nunca podría ser un gritón, pero vaya que marcó no solo a este Búho, sino a muchos alumnos, hoy grandes profesionales que lo recuerdan. Así deberían ser los profesores de hoy, tener vocación y enseñar con dedicación, pero también ganarse el respeto de sus alumnos. Ser maestro no solo es impartir conocimientos, sino igualmente enseñar a ser buenas personas. La disciplina en los colegios es muy importante para el desarrollo intelectual y psicológico de los alumnos. Apago el televisor.
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