Este Búho se sorprende de cómo los grandes capos fugados de la Cosa Nostra, cuando son capturados, están muy cerca de su casa. El sanguinario jefe de la ‘camorra siciliana’ Salvatore ‘Toto’ Riina, que puso en jaque al Estado italiano asesinando jueces, fiscales, polícías y rivales fue capturado después de muchos años en una calle de Palermo, a pocas cuadras de su búnker.
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Después de Riina, el ‘capo’ más buscado era Matteo Messina Denaro, quien llevaba 30 años en la clandestinidad y también fue capturado el último lunes en Palermo, cuando ingresaba a una clínica privada por un problema oncológico. La última vez que estuvo en el ‘radar’ policial fue en 1994, en Barcelona, donde se operó de un problema ocular, pero se escabulló.
La captura de Messina era la gran obsesión del gobierno italiano. Una especie de ‘Moby Dick’ que emergía de vez en cuando y desaparecía sin dejar huella. La policía no había vuelto a verlo desde 1988, cuando fue interrogado solo como testigo en la comisaría de Castelvetrano y aseguró que era un simple ‘campesino’.
Desde hacía años se estrechaba el círculo sobre el criminal, pero nadie daba pistas seguras, había mucho silencio. Su nombre generaba terror. Y con el transcurrir de los años muchos pensaban que ya había muerto. En el momento del arresto, el mafioso ‘vestía ropa de lujo’, un abrigo marrón y un reloj valorado en 35 mil euros.
La desaparición de Matteo Messina
En su prontuario lo culpan de ser el autor de cincuenta homicidios, incluidos mujeres y niños, y participó en los atentados contra los fiscales y jueces ‘antimafia’. Lo apodaban U’Siccu (El Seco) o Diabolik, desde que en 1993 desapareció tras unas vacaciones en Toscana, cuando ya pesaban sobre él acusaciones y condenas por delitos de asociación mafiosa, atentados, robos, tenencia de explosivos y cerca de cincuenta homicidios.
En la implacable persecución de la fiscalía a ‘la ruta del dinero sucio’, se detenía regularmente a empresarios, políticos o jueces acusados de formar parte de su red de ‘lavado de activos’. Un destacado empresario, Giuseppe Grigoli, llamado ‘El rey de los supermercados’ en Sicilia, fue arrestado en 2013 por sus vínculos con el capo.
Le confiscaron 12 empresas y 700 millones de euros que conducían al mafioso. Pero era solo una parte de los negocios del capo. Su fortuna también se extendía al sector inmobiliario en el norte de Italia, el sistema eléctrico en toda la isla de Sicilia y las apuestas online.
La historia del monstruo Matteo Messina
La historia delictiva del ‘monstruo’ comenzó desde su infancia, pues su padre fue un jefe mafioso que vivió en la clandestinidad durante ocho años. Desde niño tuvo contacto con el bajo mundo y ascendió como la espuma. Perteneció a la época en la que la camorra comenzó una escalada de atentados en los que fueron asesinados, entre otros, los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.
Entre sus crímenes más excecrables se cuenta el de un niño de 13 años, hijo de un mafioso, al que disolvieron en ácido nítrico tras un secuestro de más de setecientos días para evitar que su padre colaborarse con la justicia. Messina solo tiene una hija, Lorenza Aragna, nacida en 1996, mamá de un bebé de dieciocho meses, a la que nunca ha visitado, pero arrastró por la ignominia y ha preferido no saber nada de su criminal padre.
En el momento del arresto, la gente salió a la calle a gritar a modo de celebración. La historia de este sanguinario fugitivo era una herida no cicatrizada para todo el país. Olía a impunidad, al fracaso del Estado y un golpe emocional para las víctimas y sus familias. El presidente italiano Sergio Mattarella, quien también perdió un hermano asesinado por la Cosa Nostra, celebró la noticia. La justicia a veces tarda, pero llega. Apago el televisor.