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Pico TV: El Búho y sus viajes al Cusco

Con motivo del rodaje de la séptima cinta de Los Transformers en el Cusco, el Búho recordó sus viajes a la ciudad imperial.

Este Búho recibe la llamada emocionada de su pequeño hijo, amante de las películas de ciencia ficción: ‘¡Papá, papá, Optimus Prime visitará ’. Y aunque parezca insólito, es cierto.

La tarde de ayer, en conferencia de prensa, se anunció a nivel mundial que la sétima entrega de la taquillera saga de los tendrá como escenario principal la imponente ciudadela de los incas.

El anuncio cae como anillo al dedo a un día de la celebración del y en plena reactivación del turismo nacional. Por eso, ingreso al túnel del tiempo, para recordar los inolvidables viajes que este Búho hizo a la bella tierra del Sol.

La primera vez que piséera un jovencito feliz e indocumentado, como diría el gran .

Apenas rozaba la mayoría de edad y luego de varios ‘cachuelitos’ de verano pude juntar dinero para por fin viajar a la ciudadela inca. Motivado por mi querido abuelo, quien decía: ‘Un viaje puede liberarte, quitarte ese peso que te agobia. Un viaje, hijo, cura las heridas del alma y del corazón’, cogí mi mochila, un par de pantalones, polos y me fui.

Viajar en bus desde Lima es una prueba de resistencia física que solo aguantan los más recios. Sus 22 o 24 horas de trayecto podrían desanimar a cualquiera, pero bien vale la pena atravesar la cordillera con sus hermosos paisajes, como cuadros de pintura, salpicados por llamas, alpacas y vizcachas, y casitas de adobe solitarias que aparecen cada cierta cantidad de kilómetros.

El cielo va cambiando de color mientras el bus, zigzagueante, sube. Un cielo celeste intenso con sus nubes como copos de algodón. Guardo esas imágenes como un tesoro, las que durante las eternas cuarentenas evoqué con nostalgia. El ingreso al Cusco por ese entonces era una fiesta. En cada parada, niños y mujeres subían al bus ofreciendo sus mejores productos: queso con cancha, pan chapla, choclos tiernitos, chicharrones de alpaca y la riquísima chicha de jora.

Lanzan ofertas para Impulsar el turismo en Cusco

El viaje que se hacía a era similar, entonces no existían esos trenes de lujo con mozos en corbata michi que sirven whisky y champagne. Uno viajaba en añejos vagones con asientos de madera, con mamitas que transportaban sus carneros o gallinas hasta sus chacras. Era jovencísimo cuando mis ojazos apreciaron por primera vez las ruinas de Machu Picchu, una construcción de piedra hecha a más de dos mil metros sobre el nivel del mar.

LOS OTROS VIAJES DEL BÚHO AL CUSCO

Luego pude volver varias veces. La última fue un mes antes de que el maldito virus llegara al país, en 2020, y decretaran cuarentena general por la pandemia del . Aquella oportunidad fui con dos bellas amigas. El de entonces fue un viaje más tranquilo, con las comodidades que mi edad exigía. Gracias a la tecnología pudimos alquilar un minidepartamento, que fue más económico y cómodo que un hotel.

Vi una ciudad más cosmopolita, con hoteles, restaurantes, bares y discos de lujo. Las agencias de turismo, cuales fueran, cumplían altos estándares de calidad. Así que, sea el más económico o lujoso, siempre terminaba siendo una grata experiencia para el viajero. Para visitar ruinas dentro de la ciudad no se necesitaban guías, sino un celular inteligente con internet.

UN CUSCO SOFISTICADO

Ahora se puede pasear en cuatrimotos, hacer parapente y hasta hace algunos años inauguraron un sofisticado hotel enclavado en un acantilado, al que solo se llegaba escalando. Los turistas nacionales y extranjeros cada vez son más exigentes y detallistas, y los cusqueños han sabido colmar sus expectativas con creces. No existe, al menos yo no conozco, visitante que haya retornado desilusionado.

Esa vez también visité Machu Picchu y, como si hubiera sido la primera vez, quedé nuevamente impresionado ante su majestuosidad. Conocer esta ciudadela debería ser una obligación cívica. Allí uno aprende que nuestros antepasados fueron excepcionales, que labraron la piedra con precisión de cirujano, que convirtieron una montaña inhóspita en una ciudad moderna para su época.

Fue una sociedad bien constituida, con jerarquías establecidas y respetadas. Aprovecharon el sol, la luna, el viento, el agua, para sus rituales religiosos y para su principal actividad de subsistencia: la agricultura. Cada año, excepto por el anterior, se celebra el Inti Raymi, un ritual en que se revalora las tradiciones incaicas.

Esta vez se realizará sin público, pero será transmitida por televisión a nivel nacional. Sin embargo, los viajes a Cusco y Machu Picchu ya se reiniciaron. Nuevamente se vienen convirtiendo en el corazón del turismo en el país. Las ofertas en vuelos y hospedajes son tentadoras y con el proceso de vacunación en marcha, uno ya puede viajar con un poquito más de tranquilidad, pero siempre respetando los protocolos de bioseguridad. Cusco siempre será una ciudad para regresar. Apago el televisor.

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