(Foto: New Line Cinema)
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Este Búho observa con sonrisas el aluvión de cintas de terror que se estrenan en los cines y en las plataformas de streaming como Netflix, HBO o Star+ en los días previos al, y no me refiero a la película de Susy Díaz. Pienso que el cine de terror entró en decadencia en los noventas, al punto de que comenzaron a hacerse parodias de los más emblemáticos filmes que antaño causaban pánico y luego generaban carcajadas.

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Pero fue Wes Craven, el director emblemático del cine terrorífico con su legendaria ‘Pesadilla en Elm Street’ (1984), quien contra todos los consejos persistió en continuar con su estupenda saga de género slasher de asesinos juveniles, haciendo estrella a ‘Ghostface’, el homicida de la máscara cachosa, que degollaba y fileteaba a juergueros universitarios en la residencia del campus, después o en medio de sus orgías.

Esa película se llamó ‘Scream’ (1996) y también dirigió tres secuelas más entre 1997 y el 2000, y fueron éxitos de taquilla y catapultaron las carreras de Neve Campell, Courtney Cox o David Arquette. Un filme que en parte parodió a los asesinos del género, pero sin quitarle una pizca de bestialidad a sus sangrientos homicidios.

Confieso que el terror siempre ejerció sobre mí una fascinación especial. Desde pequeño, cuando vi ‘Psicosis’ (1960), de Alfred Hitchcock, aterrorizado con los crímenes de Norman Bates, metido en la cama con mis padres. Wes Craven falleció en el 2015, pero su saga ‘Scream’ ha vuelto a la popularidad al estrenarse ‘Scream’ (2022) y ‘Scream VI’ (2023), esta última con la participación estelar de la mexicana Melissa Barrera Martínez, actriz de telenovelas fichada por Hollywood, y la carismática Jena ‘Merlina’ Ortega.

Estas dos cintas lideraron las taquillas en su estreno y en las semanas subsiguientes, al punto que los estudios cedieron por una millonaria suma los derechos de exhibición de ‘Scream VI’ en Netflix, aumentando en millones de espectadores la secuela.

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Craven desde su tumba debe estar gratamente sorprendido de los milagros que hoy hace la tecnología para acercar las películas de los estudios a millones de televisores smart, tablets, teléfonos celulares, laptops y PC de todo el mundo.

Pesadilla en Elm Street

Creador y director de una treintena de películas, entre las que sobresale la clásica ‘Pesadilla en Elm Street’ que está incluida como una de las mejores cintas de terror de los últimos 50 años, la que le dio fama mundial y, como anécdota, marcó el debut cinematográfico de un jovencito Johnny Depp.

Pero sobre todo marcó la aparición del sanguinario psicópata Freddy Krueger (Robert Englund), culpable de que millones de niños y adolescentes en todo el planeta tuvieran miedo de dormirse ante la amenaza de que se les aparezca en sueños y los mate. Después de Freddy, los sueños de los jóvenes del mundo ya no volvieron a ser dulces y pacíficos.

Recuerdo que con mi mancha de ‘lagartazos’ de Mirones asistía al cine del barrio a ver cintas terroríficas. Cuando vi la primera versión de ‘Pesadilla en Elm Street’ y la comenté entusiasmado en San Marcos, me dijeron que estaba loco, que ‘me había vendido a la basura de Hollywood’. Por eso me iba al cine con mis ‘patas’ de la Unidad Vecinal. Tenía, como me decían en esa convulsionada época en Ciencias Sociales sanmarquina, ‘una vergonzante y rastrera doble vida’.

Pero no sentía vergüenza y lo hacía con placer. Esos filmes me sacaban, aunque sea por unos momentos, de la aplastante y penosa realidad social, con Sendero Luminoso asesinando policías, alcaldes, gobernadores y campesinos ayacuchanos que no querían dejarse robar ni ser reclutados por terroristas.

Pesadilla....’ narra la historia de los jóvenes de un suburbio que, cuando duermen, son víctimas de espeluznantes persecuciones y mutilaciones ejecutadas por un enigmático sujeto con el rostro quemado, sombrero, polo a rayas y unas uñas que son filudas navajas.

Su maldad es directamente proporcional a la fealdad de su rostro. No importa cuánto corran, siempre son alcanzados y cada joven termina asesinado no solo en la delirante pesadilla, sino también en la vida real. La clave para salvarse está en no dormir, pero eso es imposible.

Los muchachos están aterrados y no saben qué pasa, pero los padres sabían el secreto: ese terrible hombre existió, se llamaba Freddy Krueger y mató a niños en ese poblado pacífico. Pero ya no cuento más porque el cable seguramente nos volverá a presentar a Freddy Krueger y las primeras partes de la aterradora y satírica ‘Scream’. Apago el televisor.

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