
Este Búho es rockerazo hasta los huesos. Hace algún tiempo, en el Centro de Lima, en el viejo bar de Ciro, con el poeta maldito Cachuca, nos enfrascamos en una conversación que sacó chispas. Entre opiniones que se enfrentaban e ideas que no comulgaban, coincidimos en un punto: que el arte también debería ser un puente de transformación social. La música, en este caso, debería remover conciencias. Y, como los libros, despertar el espíritu crítico de quien la consume.
El rock siempre fue ideal para esos asuntos, como la trova con Silvio Rodríguez y la salsa con Rubén Blades. No el reguetón de Bad Bunny. Mientras las botellas de cerveza iban y venían, recordábamos esos viejos temas de los rockeros de casa, como Leuzemia o Narcosis, que en plena dictadura de Fujimori desafiaban a la autoridad y con esas guitarras estridentes y esas voces chillonas y desafinadas llamaban asesino al asesino y corrupto al corrupto, sin miedo, sin vacilaciones, con los cojones bien puestos.
Cuenta Wicho García —con una sonrisa ahora— que en esos tiempos convulsos de los noventa se atrevió a cantar ‘Sucio policía’ y a mitad de concierto la banda completa de Narcosis fue correteada por los agentes de seguridad, que indignados y heridos en su honor no toleraron la afrenta. Aquel tema era una denuncia sin medias tintas al rol que desempeñaban entonces los hombres de verde, a quienes se les acusaba por abuso y su compadrazgo con la corrupción.
Otro rebelde con causa era el legendario Daniel F, quien lideraba y lidera Leuzemia, una banda underground de rock and roll que destornilló la escena musical del país. Dice el ‘F’ que en esa época de dictadura un músico contestatario vivía con el temor de que lo desaparecieran o que de pronto una bala perdida lo impactara ‘casualmente’.
Aun así, se atrevían. Él es autor de ‘El asesino de la ilusión’, un tema dedicado a los abusos contra los derechos humanos en el régimen de Fujimori. Podría nombrar a otros rockeros, como Vaselina y su tema ‘Incendiemos el Congreso’ o Zcuela Crrada con ‘La esquina es la misma’.
Hace algunos días estaba por estas tierras el viejo Calamaro y cantaba ‘Alta suciedad’, esa canción que es una radiografía sobre la decadencia moral de la sociedad. Fue escrita en el 97, pero hoy tiene tanta vigencia que sorprende.
Calamaro es compatriota de Charly García, un argentino que compuso una de mis canciones favoritas: ‘Los dinosaurios’, en la que denunciaba a la dictadura de Videla y sus crímenes. Nuestra clase política actual está tan podrida, tan desprestigiada, corrompida y venida a menos, que seguramente sería fuente inagotable de inspiración para artistas corajudos. Pero de esos quedan cada vez menos. Apago el televisor.
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