Este Búho abre sus ojazos y muestra su asombro por la manera en que ciertos individuos en las redes sociales ‘celebraron’ con comentarios de burla y escarnio la trágica muerte del primer vicepresidente del Congreso, Hernando ‘Nano’ Guerra García. Sabía que para muchos las redes son el refugio del resentimiento social, la envidia, la ‘mala leche’ y la ofensa gratuita, pero nunca imaginé que podía llegar a convertirse en un desagüe de los más perversos y ponzoñosos sentires.
Y lo peor es que, sin vergüenza alguna, personajes públicos que se dicen defensores de los derechos humanos y ‘progresistas’ desataban en Twitter vilezas revanchistas ante el cadáver de un adversario político fallecido en una lamentable circunstancia.
El gran sir Winston Churchill, conservador, encabezó la guerra contra la Alemania nazi en Europa y logró la victoria pese a los incendios que enfrentaba contra sus rivales, los liberales en las Cámaras. Y lo hizo dejando de tratar a los liberales como ‘enemigos’, dejó de tratarlos como tales y más bien los llamó ‘adversarios’ y fue capaz de hacer política diaria, debatir, defender y discutir sus planteamientos sin liquidar las relaciones personales con ellos, hasta llegaban a tomar un café juntos.
Estoy seguro de que líderes de la izquierda como Alfonso Barrantes o Javier Diez Canseco se hubieran manifestado con digno respeto ante la desgracia de la familia de Guerra García y no como los delirantes termocéfalos de las redes, unos verdaderos ‘enfermos’ de odio.
La muerte del parlamentario al no encontrar un médico de guardia en la posta del pueblo costero Punta de Bombón fue la punta del iceberg que desnuda las terribles condiciones en las que se encuentra la atención de salud primaria en el país. ¿Cuántos ‘Nanos’ han llegado graves después de las ocho de la noche a una posta y han fallecido por no encontrar atención a tiempo?
Basta hacer una inspección de día en una de ellas para darse cuenta de que no tiene servicio de rayos X operativos, en las farmacias no hay ni aspirinas y los usuarios tienen que comprar y pagar sus análisis en consultorios privados o hacer colas de madrugada en los grandes hospitales, donde las citas se las dan con suerte para un mes.
Esta crisis efectivamente viene de décadas atrás y se desbordó durante la pandemia, cuando todo el sistema de salud colapsó. Más de 200 mil muertos no han servido para que las autoridades hayan repotenciado la atención primaria de salud, como prometió el nefasto ‘Lagarto’ Vizcarra.
Este columnista observa con profunda preocupación la agudización de la crisis en el país. La violencia criminal no respeta ni el estado de emergencia. La Policía se ve rebasada y no se nota una mano firme del ministro del Interior, que para colmo está al filo de una interpelación.
La población está desesperada porque los precios de la canasta familiar suben. La plata ya no alcanza en los mercados y no es por cuestión de limones o mangos. Necesitamos un ministro que salga a dar la cara a la población como antes, que hasta daban mensajes a la nación, no puede ser posible que ahora la cabeza de este ministerio clave se ponga mandil de chef y recomiende a las amas de casa lo que deben cocinar en lugar de ceviche.
Si bien el gabinete Boluarte, ante el desastre de los de Castillo, pintaba mejor, en esta situación de crisis los ministros no dan la talla. No puede ser posible que Sedapal anuncie un corte de agua total de cuatro días en Lima y la ministra del sector diga que ella se enteró de la medida ‘por Twitter’. Increíble.
O sea el gerente general y los técnicos hacen lo que quieren, pasando por encima de la autoridad política que es la ministra. La presidenta Dina Boluarte parece no percatarse de la grave crisis que atraviesa el país y con un fenómeno de El Niño ad portas y no se han tomado las medidas necesarias. Con un premier que se niega a destrabar proyectos mineros claves para la captación de inversiones y generar empleo, como Tía María, y más bien está sumido en la frivolidad de darles ‘chambitas’ a sus ‘amiguitas’ que lo visitan.
Todo esto contribuye a esa sensación de desgobierno, donde cada uno va por su lado y se quiere gobernar en ‘piloto automático’. Y para colmo, el Congreso solito contribuye a su total desprestigio con el accionar de congresistas angurrientos que no contentos con ser ‘mochasueldos’ se van de viaje sin permiso a hacer turismo en una semana de trabajo en sus regiones. Aquí cada quien busca jalar agua para su molino sin importarle la gobernabilidad y la estabilidad del país. Cuidado que una chispa puede volver a incendiar la pradera. Apago el televisor.
TE VA A INTERESAR:
Contenido GEC