Este Búho, pasadas las reflexiones y celebraciones por el ‘Día del Periodista’, ingresa al ‘túnel del tiempo’ y recuerda aquellas películas que tienen como punto argumental el trabajo de los hombres de prensa. Aquí algunas cuyas imágenes mantengo incólumes en mi videoteca cerebral. No recuerdo en qué cine vi el peliculón del australiano Peter Weir ‘El año que vivimos en peligro’ (1982), creo que en el recordado Cine Club Antonio Raimondi.
Faltarían cuatro años para que ingresara a trabajar a un diario, pero esa ‘pela’ me hizo ver que pese a los peligros que acarreaba el oficio quería ser periodista. La trama se situaba en Indonesia, en 1965. El gobierno del general ‘progresista’ Sukarno está jaqueado, por un lado por el Partido Comunista Indonesio, ultra izquierdista y el más poderoso de Asia después del chino, y por el otro, una facción ultraderechista de parte de la cúpula militar.
El mundo sabe que habrá una revolución que derribará a Sukarno, pero es una incógnita saber si será comunista o militar. Decenas de corresponsales de todo el mundo están en Yakarta a la caza de primicias. Un novato reportero australiano, Guy Hamilton (notable Mel Gibson), llega a la ciudad, no tiene contactos y es ninguneado por sus colegas. Hamilton no es cínico ni fanfarrón como otros, es un periodista honesto y es ‘escogido’ por un enanito, que es un intrépido fotógrafo local, carismático y engreído por los corresponsales extranjeros: Billy Kwan (extraordinaria actuación de Linda Hunt).
De la mano de Billy se le abren todas las puertas. Pero lo más importante, le presenta a su amiga Jill Bryant (irresistible Sigourney Weaver) como la secretaria del embajador británico y la mujer más deseada por los corresponsales. Esos dos ‘cachorros’ inician una relación promovida por el titiritero Billy, pero Guy, en su ambición, traiciona a Jill, quien le revela en forma ultraconfidencial que la embajada detectó que los chinos estaban armando al Partido Comunista para iniciar la revolución.
Ella le pide guardar el secretito, pero Hamilton prefiere la noticia que el amor y lanza la información que, en la ficción de Weir, desencadenará el sangriento golpe militar del general derechista Sukarno. Con una banda sonora espectacular a cargo de Vangelis, ‘El año que vivimos en peligro’ es un clásico de clásicos en el género.
Una cinta peruana también debe estar entre las vistas obligatoriamente por los estudiantes de periodismo. ‘Tinta Roja’ (2000), una muy buena adaptación de Francisco ‘Pancho’ Lombardi de la novela del chileno Alberto Fuguet. Impresionante la actuación de Gianfranco Brero como ‘Faúndez’, el indenoscriptible jefe de policiales del diario sensacionalista ‘El Clamor’.
Alonso (Giovanni Ciccia) es un estudiante de periodismo de una clase media venida a menos, que desea ser escritor, pero tiene que conformarse con hacer prácticas en ‘El Clamor’, en el área de policiales, con un ‘bravo’ de la crónica roja como Faúndez, quien se convierte en una suerte de poeta Virgilio de ‘La divina comedia’ de Dante y lo guía por el infierno de los extramuros de la ciudad en busca de noticias, cadáveres y otras miserias humanas citadinas que, de una u otra manera, le cambiarán la forma de ver el periodismo y, sobre todo, la vida.
El gran Clint Eastwood no podía dejar de hacer una película sobre periodistas. En ‘Crimen verdadero’ (1999), Clint encarna a Steve Everett, un veterano periodista de investigación de un diario, que ha echado su vida y su carrera a perder por ser alcohólico y mujeriego. En momentos en que es abandonado por su esposa, encontrándose hundido emocionalmente y hostilizado por un jefe a cuya mujer sedujo, se da tiempo para salir a un bar y seducir a Michelle Ziegler (Mary McCormack), una bella y joven reportera que en el bar le cuenta que cubrirá la ejecución de un preso afroamericano acusado de la muerte de una mujer y que no está convencida de la culpabilidad del condenado.
La chica sale ebria del bar y choca su automóvil perdiendo la vida instantáneamente. Con un terrible sentimiento de culpa Steve acepta seguir el caso de la infortunada periodista y encuentra entre sus notas algunos datos que podrían probar la inocencia del afroamericano. Steve luchará contra el reloj, menos de doce horas para intentar salvar la vida del preso inocente. Tendrá que llevar a cabo la titánica investigación por su cuenta y sin el respaldo del medio. Una gran historia periodística. Apago el televisor.
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