Este Búho asiste a otra ridícula intervención del presidente colombiano, el ‘guerrillero’ Gustavo Petro, en las políticas internas de un país vecino. Esta vez metió sus narices en El Salvador. Petro, que en su etapa de subversivo era llamado ‘Comandante Cacas’, fustigó al mandatario salvadoreño Nayib Bukele, quien continúa con su ‘lucha a muerte’ contra las sanguinarias pandillas la ‘Mara Salvatrucha’ (M 13) y ‘Barrio 18′.
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Inauguró la cárcel más grande de América, con el traslado de dos mil pandilleros al inmenso ‘Centro de Confinamiento del Terrorismo’ con capacidad para cuarenta mil presos exclusivamente pandilleros. El video del traslado presentado por el gobierno es impresionante. Los presos de la M13 solo en shorts blancos, rapados y con sus impresionantes tatuajes en el cuerpo y rostro, fueron colocados en un inmenso patio para luego ser trasladados enmarrocados en fila india a la nueva prisión.
La cárcel tiene gimnasios pero no funcionará un venusterio. “Antes en las cárceles tenían celulares, televisión, drogas e ingresaban mujeres. Ahora no tendrán nada de eso, van a venir a pagar sus crímenes, no a disfrutar’, enfatizó el mandatario. Petro, sin tener vela en ese entierro, criticó duramente a Bukele y su cárcel: “Eso parece un campo de concentración, lleno de miles y miles de jóvenes encarcelados”.
El antiguo terrorista hablaba de ‘miles de jóvenes’ y no de lo que realmente son, integrantes de una de las organizaciones criminales más sanguinarias del planeta. No son jovencitos encontrados fumándose un ‘tronchito’ en un parque o ladrones de carteras. Esos ‘jóvenes’, como los llama el colocho, son ‘soldados’, miembros de una banda internacional dedicada al sicariato, tráfico de drogas, trata de personas, tráfico de armas, robo, secuestro, extorsión y su red se extiende por Estados Unidos, Centroamérica y Sudamérica, incluido el Perú.
Solo en El Salvador hay cien mil ‘maras salvatruchas’. Tienen demoníacos requisitos para ser miembro de la pandilla: asesinar a un efectivo policial o a un pandillero de una banda rival. En el caso de las mujeres, si no quiere asesinar, tiene que permitir que la violen diez pandilleros. Estamos hablando de un ejército de psicópatas tatuados que tenían aterrorizada a la población salvadoreña, que optaba por lustros a recluirse en sus casas por miedo a cruzarse con estas lacras.
Nayib Bukele lo cambió todo
Todo cambió cuando llegó en el 2019 el polémico Bukele, con sus 37 años, el presidente más joven de la historia de su país. Declaró la guerra a las pandillas y metió a la cárcel a 64 mil de ellos. Lógicamente los índices de criminalidad bajaron. De 103 homicidios por cien mil habitantes en el 2015 a 10 por cien mil habitantes en el 2022.
El cambio en la sociedad ha sido impresionante y eso se refleja en los altísimos índices de popularidad del mandatario en la mayoría de la población, que quería ver a las pandillas expectoradas de la sociedad. “El Salvador ha logrado pasar de ser el país más inseguro del mundo, al país más seguro de América”, escribió el presidente al presentar el centro en Twitter.
“¿Cómo lo logramos? Metiendo a los criminales en la cárcel. ¿Hay espacio? Ahora sí. ¿Podrán dar órdenes desde adentro? No. ¿Podrán escapar? No. Esta será su nueva casa donde estarán por décadas, mezclados sin hacerles más daño a la población. Una obra de sentido común”, afirmó.
Su alta aprobación en las encuestas es algo que no se pueden explicar izquierdistas que han estado del lado de la criminalidad como Gustavo Petro o comisiones de derechos humanos como Human Rights Watch, que denuncia al gobierno y defiende ardorosamente los ‘derechos humanos’ de las hienas de M13 y B18 que violaron, degollaron, decapitaron, secuestraron, asesinaron a miles de inocentes pobladores salvadoreños, además de centenares de policías, muertes por las que ningún organismo de esos se dignó a protestar.
Basta de cárceles doradas en el Perú
¿Cómo quieren que ahora el pueblo apoye sus condenas al único presidente que ha enfrentado y está derrotando a estas organizaciones criminales? Controvertido, polémico, se puede discrepar en muchos puntos con Bukele, pero no de su manera como enfrenta a un ejército terrorista y demencial como las pandillas salvadoreñas.
Más bien en el Perú, donde la criminalidad llega a niveles espantosos, ya es hora que a esas lacras del sicariato, esos miserables que mataron a dos niños en San Miguel, los que acribillan y filman el asesinato de dos ‘trans’, los que acaban de ultimar a tres colombianos en Cañete a plena luz del día, los que asesinan por robar un celular, ¿esos tienen readaptación? No. A todos ellos los deberían encerrar en un penal como el diseñado por Bukele. Basta de cárceles doradas. Apago el televisor.