Este Búho no puede dejar de recordar que este mes se conmemora el centenario del nacimiento de Mario Puzo, el escritor ítalo-norteamericano que publicó la novela ‘El padrino’, que inspiró la inolvidable película del mismo nombre de Francis Ford Coppola.
Puzo era hijo de padres analfabetos, de la zona más pobre del sur de Nápoles, Italia, quienes vendieron lo poco que tenían para comprar boletos de quinta clase en un barco carguero que los depositó en una desconocida y enigmática Nueva York. Nació en 1920, en la ‘gran manzana’. Su madre le vio potencial y, a diferencia de sus hermanos mayores, se desvivió por hacerlo estudiar y alejarlo de las malas juntas en ese barrio maleado y patibulario de la antigua Manhattan: ‘Hell’s Kitchen’ (‘la cocina del diablo’), donde vivían. El muchacho no defraudó a su viejita y no abandonó el colegio, como la mayoría de sus amigos para integrar pandillas y delinquir.
Pero en la calle sí aprendió a jugar cartas y timba, vicio que no abandonaría nunca y que, indirectamente, lo arrastraría a escribir su célebre novela. Tras servir en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, ingresó a la Universidad de Columbia a estudiar Ciencias Sociales y Literatura. Sus miras eran las de ser un escritor reconocido como Ernest Hemingway o Scott Fitzgerald, y nunca se imaginó que se convertiría en un autor de un bestseller de ventas millonarias, es más, no lo quería.
Antes escribió dos novelas: ‘Arena sucia’ (1955) y ‘La Mamma’ (1965), obras que fueron bien recibidas por la crítica, pero un fracaso total en ventas. Su amigo, el gran cómico Lenny Bruce, le dio un consejo: ‘Déjate de tonterías. Es hora de madurar y agotar ediciones como te aconseja tu editor. Escribe esa novela de gánsters’.
A mediados de 1968, Mario rumiaba su frustración. Había tocado fondo: tenía 48 años, estaba casado, con cinco hijos, y por el vicio del juego debía 20 mil dólares a casinos, amigos y familiares, mientras los tahúres comenzaban a ‘apretarlo’. Desesperado recordó el consejo de Bruce y escribió 150 páginas de una novela a la que tituló ‘Mafia’. Fue rechazado por varios editores, pero un periodista amigo le vio potencial y lo llevó a una gran editorial, que lo conminó a escribir más páginas y le dio un adelanto de 5 mil dólares.
Cuando la Paramount buscó a Coppola para que dirija la película y escribiera el guion junto al autor, no le tuvo, al principio, mucha fe al libro. Pero se interesó porque, al igual que Mario, también estaba endeudado. La necesidad lo sentó a leer la novela con más atención y, para su sorpresa, descubrió un diamante en bruto: ‘Detrás de todo, había una gran historia, casi clásica en su naturaleza; la de un rey con tres hijos varones, cada uno de los cuales había heredado un aspecto de su personalidad. Me entusiasmé con extraer eso de la historia y plasmarlo en la película’.
Con o sin intención, instauró un nuevo género, el de la ‘novela total’ de mafia. La historia del gran Don y sus hijos, su ‘familia’, la del jefe de una de las cinco familias criminales de Nueva York, desde que era un niño llegado de Sicilia como Vito Andolini y transformó su apellido en Corleone, como se llamaba su pueblo natal. Antes que él, se escribieron novelas sobre delincuentes italoamericanos (como ‘Llama a cualquier puerta’, de Willard Motley), pero no de ‘la mafia’ como una organización estructurada, con ‘consiglieris’ como Tom Hagen, ‘caporingemes’ como el gordo Clemenza o Tessio, o los ‘soldados’, mismo ejército del Imperio Romano. Esos conceptos deslumbraron al público gringo y fue el aporte fudamental de Puzo. El escritor reconocía que no se había reunido con ningún mafioso para escribir su obra. Más bien fue un ratón de biblioteca y hemeroteca en Columbia, y en la biblioteca del Congreso.
Recuerden que en 1958, por primera vez, la ‘Cosa Nostra’ fue puesta en el banquillo de los acusados en las comisiones del Congreso norteamericano y apareció, en 1963, el primer gran ‘soplón’ de la mafia, Joe Valachi, en quien se inspiró para el guion de la segunda parte del filme, para dar vida a Frank Pentangeli.
Pero de su obra cumbre, según los estudiosos, se inspiró para el personaje de Vito Corleone en una mezcla de Frank Costello y Vito Genovese, dos mafiosos neoyorquinos. Moe Green, el lentudo judío de Las Vegas que maltrataba a Fredo, desafía a los Corleone y termina asesinado de un balazo en el ojo, estaría inspirado en Bugsy Siegel, el fundador de Las Vegas, asesinado en forma parecida. Y su gran mentor y amigo, el mafioso Meyer Lansky, en la ficción es el siniestro judío de Miami y enemigo de Michael Corleone, Hyman Roth.
A pesar de que don Mario descansa en paz, ni muerto ‘El padrino’ suelta a su creador. Francis Ford Coppola acaba de anunciar el estreno de una versión corregida y aumentada de ‘El Padrino III’ (1990), que no resultó tan lograda como las anteriores y tendrá como título ‘Mario Puzo’s The Godfather, Coda: The Death of Michael Corleone’. Parece que Hollywood, al estilo de don Corleone, le hizo a Coppola ‘una propuesta que no pudo rechazar’.
Apago el televisor.