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Manhattan Transfer, una obra maestra

El Búho de Trome esta vez nos trae como protagonista principal de su columna, al escritor norteamericano John Dos Passos.

Este Búho tuvo la suerte de ver el documental ‘Robles, duelo al sol’ (2015), de la española Sonia Tercero, que tiene como protagonista principal al gran escritor norteamericano (Illinois 1896-Baltimore 1970). Miembro de la llamada ‘Generación Perdida’, junto a Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald.

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Sonia Tercero junto con el nieto de cineasta siguen el recorrido del genial escritor en el año 1937. Ese año el novelista se encontraba militando en la Brigada Internacional que apoyaba a la República en la Guerra Civil Española, donde fue convocado por su entonces amigo

Pero John tenía también una entrañable amistad con el español José Robles, quien no solo era dirigente republicano, sino un destacado literato que tradujo al español la extraordinaria novela de Dos Passos ‘Manhattan Transfer’. Como es conocido, en el frente republicano habían pugnas internas entre entre anarquistas, comunistas, troskistas y socialistas.

Muchos de estos enfrentamientos se dirimían a balazos. Un papel sinestro lo cumplían los llamados ‘comisarios’ soviéticos, con quienes ‘chocaba’ José Robles, que era un líder querido y respetado. Una tarde se despidió de Dos Passos diciéndole que se iba a una reunión del partido con los comisarios soviéticos. Después de esa despedida, Robles desapareció.

Su paradero era desconocido, mientras los otros comunistas lanzaban el infame rumor de que el amigo del escritor era un ‘soplón del franquismo’. El novelista, desesperado, le pidió la ayuda a su amigo Hemingway que era muy cercano de los comisarios y los comandantes comunistas.

Pero el autor de ‘El viejo y el mar’ trató de disuadirlo para que deje de buscarlo y hasta le dio a entender que su amigo desaparecido era un ‘infiltrado del franquismo’ y había sido fusilado. Esa fue la gota que derramó el vaso y Dos Passos no solo comprobó que su amigo había sido asesinado por sus propios camaradas, sino que Hemingway aprobaba tan bestial injusticia. A partir de ahí abandonó España y sobre todo terminó su comunión con la izquierda, se convirtió en un anticomunista y rompió su amistad con Ernest.

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‘LA GRAN MANZANA’

Aproveché la ocasión para releer su obra maestra ‘Manhattan Transfer’, donde sorprendió al mundo al presentar por primera vez como protagonista no a un héroe o una heroína. La protagonista de su inolvidable novela fue ‘La gran manzana’, Nueva York, de principios de siglo. Sus protagonistas son personajes tan disímiles.

Pobres diablos, abogados ambiciosos, hijos millonarios que se van al desbarrancadero por el alcohol y el pesimismo. ‘Manhattan Transfer’ era el nombre de la estación de tren en Nueva Jersey, que te llevaba a Manhattan, con sus gigantescos edificios y oficinas donde se cocinaba el poder económico que era el imán de los inmigrantes y forasteros que llegaban con los bolsillos agujereados.

En la novela, la lección final sobre esa ‘Gran manzana’, que te podía encumbrar o destruir, era el siguiente: Podrás alcanzar el dinero y la fortuna, o el amor, pero nunca te sentirás satisfecho. Todos los personajes de la historia tienen que renunciar a sus valores o a sus sueños con tal de ganar algo, de posesionarse en una ciudad que te engulle rápidamente como un bocadillo de bufé para misios.

Dos Passos es radical. Ve a la ciudad con ojos profundamente críticos. Médicos que hacen abortar a enfermeras, banqueros que se acuestan con secretarias, pobres y ricos no tienen escrúpulos. Luchan por tener algo de dinero. Policías corruptos o gentuza, como Jimmy Herf, caserito en las novelas del maestro, un burgués idealista.

El único personaje de la novela que se resiste a claudicar en sus principios, Bud Korpening, acaba tirándose al río. Una bella y famosa actriz se casa tres veces, pero no ama a ninguno de sus esposos, solo suspira por un jovencito, hijo de un millonario, que dedica su vida a alcoholizarse.

‘Prefiero tener whisky en las venas que sangre’, sostiene tanáticamente. Al final, abandona a la famosa actriz para casarse con una mujer humilde y muere en un incendio en su sencillo departamento. Patético, trágico.

Un abogado ambicioso, marido de la referida actriz, es testigo de un atropello a un indigente. Ese letrado representa en un juicio al accidentado y gana. Increíblemente, le otorgan una suculenta indemnización al humilde atropellado y la invierte en el contrabando. Al final termina multimillonario, pero infeliz.

El abogado también tiene su premio: logra ser fiscal de distrito. Nadie en Manhattan daba puntada sin hilo. El indigente invierte bien su plata. Así es Nueva York. Ciudad de sueños cumplidos y pesadillas.

En el plano de la técnica narrativa, el autor innovó completamente. Nunca antes se habían incluido en una novela recortes de diarios. Toda la narración está llena de collages. La escritura lineal muere con la innovación de este norteamericano de ascendencia portuguesa. Introdujo el género periodístico que, décadas más tarde, recogerían Truman Capote y Norman Mailer. ‘Manhattan Transfer’ es una novela cruda y social. Una obra maestra. Apago el televisor.

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