Este Búho no puede ocultar su indignación por la actitud inhumana y cruel del presidente colombiano Gustavo Petro, quien se niega a entregar a la justicia peruana al miserable asesino Sergio Tarache, el que quemara viva a la joven Katherine Gómez en plena plaza Dos de Mayo. El presidente guerrillero desnuda su mala entraña al querer convertir este caso policial en un incidente diplomático y, para enfrentarse al gobierno de Dina Boluarte, no le importa ignorar las súplicas de Cinthia Machare, madre de la infortunada joven de 18 años, quien llegó hasta Bogotá para implorarle que el gobierno colombiano expulse al feminicida venezolano y este sea juzgado en el país donde cometió su atroz crimen.
Cuando llegó a la capital colombiana, la señora Machare tenía las esperanzas de que Petro se conmovería de su dolor y le concedería un pedido que consideraba totalmente justo. “¿Acaso el mandatario no tiene dos hijas solteras? ¿Cómo se hubiera sentido si un novio despechado las matara quemándolas vivas? Por eso tengo fe de que él me va a ayudar, mi familia no tiene descanso desde que ese desgraciado mató a mi hija. La única forma de que ella y nuestra familia puedan descansar es que ese desgraciado llegue a Lima y pague por su delito”, dijo en una entrevista con RPP.
La pobre mujer sufrió una terrible decepción. Petro ni se dignó a recibirla argumentando que no estaba en Bogotá. Pero ese mismo día dio unas declaraciones ¡hablando de Pedro Castillo! ‘Es el presidente de los millones de la sierra. No lo han destituido por un juez penal’. Increíble. Ayer también habló sobre el golpista en la Asamblea de la OEA. Ni una palabra sobre el caso de Katherine Gómez.
En verdad no debería sorprendernos esta actitud inhumana de un gobernante que fue el ‘Comandante Aureliano’ del sanguinario grupo guerrillero M-19, responsable, entre otras salvajes acciones, de ‘la masacre del Palacio de Justicia’ de Bogotá. Jhon Jairo Velásquez, ‘Popeye’, sicario de ‘El Patrón’ Pablo Escobar, declaró a la ‘Comisión de la Verdad’ que los guerrilleros y el narcotráfico hicieron un pacto. El M-19 quería una acción que les diera publicidad. Pablo les dio la idea: ‘Tomen el Palacio de Justicia y de paso queman los expedientes judiciales’. Según ‘Popeye’, ‘el capo financió con dos millones de dólares la toma’. En noviembre de 1985, un comando de subversivos ingresó a sangre y fuego al Palacio y tomaron más de 350 rehenes.
Después de 28 horas, el saldo de la demencial ‘toma’ fue devastador: 101 muertos -once magistrados, abogados, visitantes, empleados, policías, guardias de seguridad y decenas de humildes tramitadores-, así como la destrucción de todos los expedientes, investigaciones y archivos, que evidenciaban los vínculos y acciones narcoterroristas del M-19 con el cártel de Medellín. Fue una violenta reacción de este grupo contra el débil gobierno democrático de Belisario Betancur. La prensa colombiana, a raíz de su llegada a la presidencia, ha investigado el paso del mandatario como guerrillero y descubrió que era conocido como el ‘Comandante Cacas’.
El origen del apodo se remonta a los años ochenta
Los subversivos mantenían secuestrados a empresarios y políticos, por los que exigían millonarios rescates. Esas prisiones eran miserables agujeros de dos metros bajo tierra y tenían una abertura por donde les pasaban agua y un mendrugo de pan a los cautivos. Según testigos, antiguos guerrilleros, el ‘Comandante Aureliano’, o sea Petro, se bajaba los pantalones y defecaba en el hueco como si fuera una letrina, para embarrar con su excremento a los infortunados secuestrados. Por esta razón, sus camaradas lo bautizaron como el ‘Comandante Cacas’.
Esta organización criminal, que es ‘hermana gemela’ del siniestro movimiento terrorista peruano MRTA, terminó años más tarde presionando al Estado colombiano con leguleyadas jurídicas y logró la ‘firma de paz’ con el presidente Virgilio Barco, sin pagar uno solo de sus innumerables crímenes ejecutados en contra de la democracia y de toda la sociedad colombiana. Y para colmo, uno de sus más implacables esbirros, como Gustavo Petro, llegó a la presidencia. Pero lo que más me sorprende es el sospechoso y cómplice silencio de las organizaciones feministas, de la ex ministra de la Mujer, Anahí Durand, de la defensora del Pueblo, de congresistas como Sigrid Bazán, de las opinólogas que se declaran ‘defensoras de los derechos de la mujer’, que se quedan mudas y no dicen nada de la actitud inhumana, sádica del presidente Gustavo Petro, que por rencillas políticas se niega a entregar a la justicia peruana ¡¡a un feminicida!! Como el venezolano Sergio Tarache.
Resulta indignante el doble rasero de la izquierda. Si en vez de ser Petro, quien se negara a entregarlo fuera Nayib Bukele, seguro que organizaban movilizaciones y vigilias en la embajada de El Salvador. Como es Petro, el izquierdista, el que los invita a los ‘congresos’, a conferencias con jugosos viáticos, se quedan mudas. Qué vergüenza. Cuando salgan a hablar en nombre de la mujer habrá que recordarles el nombre de Katherine Gómez y de su madre, Cinthia Machare, quien lucha con la doctora Sasieta contra la indiferencia de un presidente colombiano que sigue teniendo el corazón de terrorista. Apago el televisor.