Este Búho escribió hace más de dos meses lo que significaba el fenómeno de ‘Soy Luna’, esa serie de televisión por cable que cautivaba a millones de niños y adolescentes en todo el mundo, incluida mi hija. No soy un padre ausente, que mira por sobre el hombro a sus hijos. Me puse de igual a igual con ella y comencé a ver la serie en cuestión. Me gustó y le dije: “Si los de ‘Soy Luna’ deciden hacer una gira, tú estarás allí en primera fila”. Fue una promesa. Cuando anunciaron la gira latinoamericana por Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia, tenía que cumplir con mi palabra.
El 18 de abril estaba programada la fecha para la presentación de 'Soy Luna' en el Jockey Club. Confiado, de casualidad llegué a Vivanda de Miraflores y pregunté por las entradas. ‘Señor, están casi agotadas, solo quedan VIP’. ¿Y cuánto valen? ‘Cuatrocientos soles’. Pucha, en este tipo de conciertos no se compra solo una entrada, pues un papá no va a dejar que su hija de diez años ingrese sola, por más VIP que sea. Pero tuve que hacer de tripas corazón. Si por algo me saco el ancho trabajando, es por mí ‘cachorrita’. Yo sí me puedo privar de algunos conciertos a los que me hubiera gustado ir, aunque estaban muy caros, como el de John Cale.
Pero a mi niña no la podía privar del primer concierto de su vida. Me convertí en uno de esos abnegados padres de inicios de los ochenta, que no negaron a sus hijas ir al Amauta para ver el primer concierto de ‘Menudo’. Pero mis lectores se preguntarán ¿qué es ‘Soy Luna’? Es una serie dirigida a niños y adolescentes, y producida por la televisión argentina, en alianza con Disney Channel. Millones de púberes de casi todo el mundo, en especial chicos de Latinoamérica, Estados Unidos y toda Europa, gracias al canal de Disney y YouTube, se han enganchado de inmediato. Incluso, países remotos como Groenlandia o Islas Feroe están pegados a la producción, que ya lleva dos temporadas y cuya trama tiene que ver con los patines.
Pero no con los modernos de ruedas en una fila, sino los clásicos, como los que usó Linda Blair en la ochentera ‘Roller Boogie’, con cuatro ruedas y freno en la punta del pie. Los protagonistas son adolescentes, de primero o segundo de media, pero su gran público son niños que están llegando a la adolescencia. Hay una diferencia entre esta producción y las anteriores del género para niños y adolescentes. Como ‘Carmín’, donde Patricia Pereyra, una estudiante, se enamora de Roberto Moll, su profesor.
En ‘Soy Luna’, los maestros no existen y los padres tienen una presencia intermitente. Para la mayoría de los protagonistas, salvo en el caso de Luna o Nina, sus padres no aparecen en la serie. Es un mundo totalmente juvenil, con sus lealtades, enconos y emboscadas, todo con tal de ganar el concurso de patines o estar con el chico o la chica más popular del colegio. De más está decir que Luna Valente, caracterizada por la actriz mexicana Karol Sevilla, es una chica buena, de gran corazón y que tuvo que dejar su entrañable pueblito frente al mar de México para llegar a una gran ciudad como Buenos Aires junto con sus padres, que son una pareja sencilla, que entró a trabajar en el servicio doméstico de un gran casa.
Allí vive Ámbar, una belleza rubia y presumida (interpretada por la argentina Valentina Zenere), con quien Luna no solo disputa el reinado del roller, sino también al galán de la serie, Mateo (Ruggero Pasquarelli). La mejor amiga de la protagonista y su leal confidente es Nina Simonetti, la típica chica de lentes, inteligente y que pasa desapercibida en popularidad, pero nadie imagina que ella escribe el blog más influyente y leído de todo el colegio, con el seudónimo de ‘Felicity’.
La mayoría está enamorado de la autora, sin saber que es la introvertida Nina. Otra cosa que caracteriza a la serie es su música. Sus canciones brillan entre niños y jóvenes, quienes las bajan por Internet. Me sorprendió escuchar ‘covers’ de Los Auténticos Decadentes o Soda Stereo. Es un verdadero fenómeno visual y musical. Una serie sana en estos tiempos tan violentos y chocantes. Allí estaré cantando con mi ‘cachorrita’. Apago el televisor