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Pedro Castillo, presidente del Perú: los primeros siete días

“No pude evitar hacer odiosas comparaciones con los siete días en que Pedro Castillo, en vez de crear, empezó a traerse abajo la democracia”.

Este Búho se planteó hacer un balance de los siete días de como presidente de la República y recordó los cursos de religión de su colegio de curas de la primaria. ‘Dios creó el mundo en siete días’, nos inculcaban.

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No pude evitar hacer odiosas comparaciones con los siete días en que , en vez de crear, empezó a traerse abajo la democracia.

Si en sus primeras 24 horas, el creador hizo la luz, el primer día de su juramentación el profesor sumió en la oscuridad a su naciente gobierno con un discurso excluyente, racista al revés, hablando de ‘castas’ y ‘colonialismo español’.

Pero el profesor encrispó a los militares presentes con su anuncio de ‘extender las rondas campesinas en todo el país’. ¿Un ejercito propio del ‘lapicito’ como las milicias de Chávez y Maduro?, se preguntaron muchos. Cuidado.

Luego anunció que no iba a despachar desde Palacio de gobierno porque es un ‘símbolo colonial’, pero días después asistimos a que ese no era el verdadero motivo. Quería ‘despachar’ desde su ‘búnker’ de Breña para no tener ningún tipo de registro de visitas, con secretismo y siniestrada.

Luego pronunció sus palabras repetidas tantas veces: ‘Asamblea Constituyente’. El típico mecanismo para que los aspirantes a dictadores se atornillen en el poder. Seguramente desde su tumba, Hugo Chávez debió sonreír de satisfacción por lo aplicado que resultó su ‘calichín’.

MINISTROS Y MÁS FUNCIONARIOS, MALA HIERBA

Si Dios creó las flores en el tercer día, Castillo nos llenó de mala hierba y espinas al llegar a la juramentación ¡sin premier ni ministros! Algo negativo e inédito en la historia de nuestra democracia. Pero la razón era una sola.

No tenían cuadros calificados y los ubicuos de otras tiendas políticas de izquierda que ansiaban un fajín, como Verónika Mendoza, Flor Pablo, Jorge Nieto o Daniel Salaverry, fueron expectorados por Vladimir Cerrón.

Recién al día siguiente, en la Pampa de la Quinua, apareció como hierba mala , un congresista admirador de , la senderista abatida en los ochentas, e investigado por apología al terrorismo. Su mérito era pertenecer al ‘cogollo’ de Vladimir Cerrón.

Recién ahí los peruanos comprendimos, ya no por especulaciones, que quien ‘cortaba el jamón’ en el gobierno era el cuestionado y sentenciado por corrupción, quien fue gobernador de Junín. A partir de ese día, dejó su papel en las sombras y se movilizó por Palacio de Gobierno, ceremonias y hospitales, como si fuera un mandatario en inspección.

En esos siete días, según la Biblia, Dios creó los peces. En su primera semana, Castillo dejó que Cerrón introdujera ‘peces gordos’ en casi todas las carteras ministeriales, salvo honrosas excepciones. Los más cuestionados, Iber Maraví de Trabajo. En su ‘currículum’ sabemos que este profesor huelguista aparece en los informes policiales de Ayacucho, de estar vinculado a los líderes radicales del Movadef, César Tito y Robert Huaynalaya, del ala prosenderista del magisterio.

Su primera acción como ministro fue reconocer al radical sindicato de maestros que fundara Pedro Castillo. El ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas, amigo de Cerrón, posee una flota de transporte informal con papeletas sin pagar.

El ministro de Defensa, Walter Ayala, fue suboficial de la Policía y separado por razones disciplinarias. El ministro del Ambiente, Rubén Ramírez, abogado sin estudios ambientales, más bien contribuyó a depredar la naturaleza, al patrocinar gratis al grupo de pobladores que invadió una zona ambiental protegida: ‘Lomo de Corvina’.

El ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Víctor Raúl Mayta, fue un agitador cocalero acusado por el Ministerio del Interior en 2019, por liderar al frente de la Federación Campesina Revolucionaria ‘Túpac Amaru’ una revuelta que se enfrentó sangrientamente con la Policía.

FIRMAR SIN LEER

La semana la cerró firmando, sin leer, una ruma de resoluciones de nombramientos de altos funcionarios públicos que le presentó Vladimir Cerrón. Después nos enteramos de que entre los viceministros nombrados habían bachilleres sin experiencia y hasta prontuariados.

El común denominador de todos ellos eran sus vínculos con Cerrón y sus tentáculos. Ante las denuncias de la prensa sobre estos estropicios y la dinamitación de la meritocracia en la función pública, Cerrón por Twitter y Bellido en una entrevista a un medio extranjero, amenazaron sin desparpajo a la prensa por desnudar este repudiable festín en el aparato estatal. Su próximo objetivo será liquidar la libertad de expresión y callar a la prensa independiente. Así son los gobiernos comunistas totalitarios.

Apago el televisor.

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