Este Búho lee en un diario local que nuestro Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, ha reiterado que ‘Le dedico mi silencio’, su reciente novela sobre la música criolla, es su última obra de ficción.
A sus 87 años cierra el ciclo de una actividad a la que ha estado ligado toda su existencia. Y en esa entrevista habla de la única etapa en la que hace vida bohemia. Su época de periodista en La Crónica, cuando solo tenía 15 o 16 años, e iba a muchos bares y peñas. Me llama el director del diario. “Búho, sé que eres vargasllosiano hasta los huesos. Quién mejor que tú para que escribas sobre los libros de Mario Vargas Llosa, de su vasta producción literaria, que te han impactado más”.
Antes de escribir mis preferidas, debo darle la palabra al maestro, a Mario Vargas Llosa: ¿Cuál de sus novelas salvaría de la hoguera? El escritor, de su amplia producción, se queda con dos: ‘Conversación en La Catedral’ y ‘La guerra del fin del mundo’. “Estas dos son las que más trabajo me ha costado escribir, por distintas razones, por dónde están situadas, por el contenido histórico (…) es muy difícil para un escritor decir qué libro de los suyos salvaría, porque todos han representado un período de tu vida. ‘Conversación en La Catedral’ es el libro que más trabajo me costó escribir y en el que estuve trabajando al principio a ciegas, sin saber cómo iba a integrar toda esa materia anecdótica que tenía. Pero si tengo que quedarme con uno, me quedaría con él”.
El libro lo escribió Mario Vargas Llosa en 1969, era su tercera novela, después de ‘La ciudad y los perros’ y ‘Los cachorros’. El peruano demostró al mundo que el ‘boom’ de la literatura latinoamericana no solo se constituía del ‘realismo mágico’. El autor escribe sobre la dictadura del general Manuel Apolinario Odría, quien gobernó el país con mano dura y al compás del mambo y los boleros, desde 1948 a 1952. El inicio es impresionante. Te atrapa. A mí me sorprende que los extranjeros se enamoren de la novela. Porque en el fondo es demasiado peruana. La casa-bulín de Hortensia, la escultural amante de ‘Cayo Mierda’, en San Miguel, donde este recibe a sus socios y compinches para hacer negocios, se emborrachen y si quieren se acuesten con su joven amante. ‘La Catedral’, el decadente bar a la espalda de la plaza Unión, donde el protagonista Santiago Zavala se reencuentra después de una década con el negro Ambrosio, el antiguo chofer de su padre, el otrora todopoderoso empresario Fermín Zavala, del cogollo del gobierno de Odría, conocido entre sus íntimos como ‘Bola de oro’, un homosexual que no salía del clóset, pero tenía predilección por el chinchano chofer. La novela, según el escritor, nació fruto de su propia frustración que traslada a Zavalita, que es el hijo de este empresario que no sigue las reglas de la sociedad exclusivista de su Miraflores natal. No quiso ingresar a la Católica y estudió en San Marcos, donde no terminó Derecho y sí se volvió comunista al integrar la célula ‘Cahuide’, un dato histórico de su propia vida personal. Al final, termina trabajando en el diario La Crónica, como editorialista, después de haber laborado en locales y policiales, y se casa con una sencilla enfermera. Esa vida opaca y desdichada se ve trastocada cuando se encuentra en ese bar con Ambrosio. Allí viene lo alucinante. Vargas Llosa utiliza novedosas y arriesgadas técnicas narrativas. Está en el bar con Ambrosio y en las tres líneas siguientes aparece la casa-bulín de ‘Cayo Mierda’ con la plutocracia dando rienda suelta a sus bajos instintos. El oprobio, la dictadura, la corrupción, la traición, el periodismo putañero, de burdeles, boites, nos lo muestra Vargas Llosa a través de Zavalita, porque Mario practicó en el diario La Crónica de la avenida Tacna, hasta que su padre lo sacó del pescuezo, porque se enteró que paraba emborrachándose en las boites de la plaza San Martín y tenía amigos ‘pichicateros’.
Después de tantos años de publicada esta novela, este Búho camina por la avenida Tacna. Nada parece haber cambiado de la desgarradora visión del Zavalita de Mario Vargas Llosa, salvo que el antiguo edificio de La Crónica alberga hoy al supermercado Tottus.
Nuestro novelista viajó a Recife, Brasil, y se sumergió en los archivos para documentarse sobre la sangrienta rebelión en los sectores de Canudos. Una rebelión mesiánica, liderada por un fanático religioso, llamado ‘El consejero’. Hay que acotarlo, se basó en la estupenda novela de Euclides Da Cunha, ‘Os Sertores’. Pero el libro de Mario Vargas Llosa es extraordinario. Nuevamente emplea las técnicas literarias de ‘La casa verde’, pero esta vez le salió redonda. La descripción de los personajes. El beatito, el anarquista, Galileo Gal, la enigmática mujer, Jurema, los generales defensores de la república, jaqueada por un ejército de indigentes, conmoverán hasta a las piedras. Apago el televisor.
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