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‘La China’ de Jorge Luis Borges

El Búho habla acerca del gran amor que tuvo Jorge Luis Borges, “La China”.

Para este Búho, admirador del genial narrador argentino , al enterarse de que murió María Kodama, su inseparable compañera y guía, esposa oficial en los dos meses de descuento en la vida del maestro ciego, pero sobre todo su ‘alma gemela’, pensó que se fue la guardiana de su obra más celosa y amorosa que un escritor quisiera tener. Ella admiró al maestro desde que a los seis, su profesora privada le hizo leer ‘Two english poems’, un par de poemas en inglés de Jorge Luis. El final del segundo -contaría ella décadas después- la impactó tanto que lo guardó celosamente: ‘Puedo darte mi soledad, mi oscuridad. El hambre de mi corazón. Estoy tratando de sobornarte con incertidumbre, con peligro, con derrota”.

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Kodama solo siguió a Borges, hasta la adolescencia, por sus publicaciones. A los dieciséis lo escuchó por primera vez en una conferencia y semanas después se encontraron en la calle. Ya nunca perderían el contacto. Estudiaron juntos el idioma islandés, pero era difícil mantener encuentros. El se había quedado ciego tempranamente, como su padre, un abogado que escribió una novela. Al ser invidente, pasó a depender a tiempo completo de su madre, Leonor Acevedo. Una mujer culta, traductora, que a los veinte años dominaba cuatro idiomas. Se encargaba de vestirlo, alimentarlo, acompañarlo a las charlas, conferencias por todo el mundo. Cobraba los cheques, administraba su dinero, negociaba con las editoriales. Esa relación limitaba, por obvias razones, que su hijo se relacionara con mujeres, admiradoras, y era celosa, posesiva, y alejaba ‘a las peligrosas’ que querían mantener una relación más allá de la amistad con su célebre hijo.

Un biógrafo, Alejandro Vaccaro, afirmó que esa relación era como ‘la de un perfecto matrimonio que solo excluía el sexo’. Fue la mamá quien decidió que su ‘Georgie’, como lo llamaba, debía casarse en 1967. Y le escogió a una antigua enamorada de juventud que había enviudado: Elsa Astete, de 57 años, mientras Jorge Luis tenía 67.

Jorge Luis Borges abandonó a su esposa

En el libro ‘El señor Borges’, testimonio de Epifanía Uveda, su mucama durante 40 años, y Vaccaro, ella afirma: “Doña Leonor dijo: ‘Cuando yo me muera, esta (Elsa Astete) sí que me lo va a cuidar bien’”. Pero se equivocó. El escritor, la primera noche de bodas, se quedó a dormir en la casa de su mamá. Según la empleada, Elsa no lo atendía bien, le decía ‘vístete tú solo’. A los tres años el escritor se hartó. Dijo que salía a pasear con un amigo y nunca más regresó a casa. Su madre recibió la llamada de una enfurecida esposa: “¡Su hijo me dijo ‘prepárame una sopa para la noche’ y nunca vino. Ahora me manda un abogado para que firme los papeles del divorcio. ¡Es un cobarde!”. Doña Leonor se alegró, pero su satisfacción duró poco, pues comenzó a visitar a su hijo María Kodama, a quien ‘Georgie’ conocía muy bien desde años atrás. Una vez la anciana la ‘cuadró’ a la salida de la casa, de acuerdo al testimonio de la mucama: “¿Usted está enamorada de mi hijo?”, inquirió. “Estoy enamorada de la obra de Borges, no del hombre”, respondió. La mamá se derrumbó en un sofá, devastada, y gritó a su hija: “¡Norah, esta china se va a quedar con todo!”.

La posesiva madre intentó seguir guiando a su hijo hasta que le dieron las fuerzas y murió a los 99 años. Pero desde 1975 María pasó a ser la mujer que la reemplazaría en los viajes por el mundo y se convirtió en su administradora editorial y financiera. Borges murió en 1986. Antes de su último aliento, el eterno ‘no creyente’ rezó el ‘Padre nuestro’ en varios idiomas. El narrador solía decir: ‘A lo largo de mi vida he aprendido a ser Borges’.

Hizo de sus ficciones algo real, como la jugada a sus sobrinos, hijos de su única hermana, Norah, quienes se frotaban las manos esperando su muerte para heredar su cuantiosa fortuna literaria y financiera, pero su tío se casó por poder en una clínica en Ginebra enfermo de un cáncer hepático, antes de morir, con María Kodama y la declaró ‘su heredera universal’. ‘La china’ era sus ojos y su amor en el ocaso de su vida, y ella le dio el sí refugiada del escándalo en el Consulado de Argentina en Paraguay, mientras los angurrientos sobrinos se quedaron burlados y sin nada protestando ante la prensa que fueron víctimas de un despojo.

María creo la fundación ‘Jorge Luis Borges’ que ella presidió y fue celosa guardiana de la obra de su marido. Para muchos de manera radical, pues entabló juicios a editoriales que habían trabajado con Borges y a escritores ‘Borgianos’ que publicaron obras sobre el poeta a los que ella acusó de fraude.

También criticó el libro póstumo del mejor amigo de Jorge Luis, el escritor Adolfo Bioy Casares: ‘Borges’ (1999), donde relata sabrosas y picantes anécdotas y comentarios de ambos sobre ambos. Entre ellos sobre ‘La china’ donde alguna frase de Borges no la deja bien parada. ‘La china’ se ‘picó’ feo con el gran Casares. ‘Es un traidor. Un amigo abre su alma con vos, según tengo entendido, eso es lo que hace a una amistad. Y cuando tu amigo se va, no podés escribir todo lo que tu amigo dijo, sabiendo que vas a quemarlo con media humanidad, y sabiendo muy bien que querés que eso se publique después de que vos mueras, y de que él muera’. María se fue a los 86 años. La misma edad de Borges al partir. Apago el televisor.

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