Fiscalía de la Nación
Fiscalía de la Nación

Este Búho se reafirma en que la fratricida ‘guerra civil’ en la Fiscalía es una lucha por el ‘trono’ de la fiscal de la Nación, un enfrentamiento con ‘bombas de Oppenheimer’. Lo reitero, en esta ‘guerra’ no hay héroes ni villanos, sino un pleito por apetitos de recuperar el poder, por un lado, y por el otro, conservarlo a como dé lugar. Así que no me vengan a contar un cuento de corderitos con final anunciado, porque esto tiene que investigarse a fondo, analizar las pruebas y probar las acusaciones.

Los medios deben ser responsables y no adelantar sentencias, porque felizmente no es nuestro trabajo ser jueces ni fiscales, pero es feo ver a una conductora transformada en una ‘chica Almódovar’, ‘al borde de un ataque de nervios’, cuando toca el tema con nula objetividad. Esta lucha entre quienes un día integraron la ‘familia del Ministerio Público’ me hizo volver a ver la extraordinaria serie de HBO ‘Juego de tronos’ (2011-2019), considerada por muchos la mejor serie de la historia moderna. De carácter fantástico, ‘Juego de tronos’ arrasó en los Premios Emmy de televisión con 59 trofeos, la máxima cifra en la historia. Detrás de bellas reinas, de dragones que achicharran ciudades enteras, de los zombis que se resisten a morir y degustan bebés, de brujas que están al servicio de reyes, está la lucha de reinos de Poniente que aspiran sentarse en el ‘trono de hierro’, está el eje central en la serie: la lucha muy humana, dramática, que es la pugna por el poder. No hay nada que deje aflorar las más malsanas pasiones humanas como la ambición por gobernar a las personas, por ejercer la dominación, en las instituciones, por el convencimiento, fuerza o el cuchillazo traicionero. ¿No se parece eso a una imagen que sacude el edificio de la avenida Abancay?

El rey loco, dueño de dragones, instalado en Palacio, está jaqueado por señores de otros reinos, han decidido asesinarlo. En ‘Juego de tronos’, el rey loco es asesinado y un señor ocupa su lugar. Eso es un sacrilegio, una traición a las tradiciones, pero los señores de los otros reinos participaron en esa conspiración sangrienta. Por eso, la serie trata sobre la lucha de los otros lords por quedarse con el trono, una vez que el rey Robert Baratheon, quien destronó al loco, pierde la vida por una conspiración de su propia esposa Cersei Lannister, que mantiene un romance incestuoso con su hermano Jaime. Allí comenzó la gran guerra. En la fantasía hay alianzas contra natura. Reinos que estuvieron enfrentados por siglos se unen para derrumbar al rey y, sobre todo, a la reina. Porque, aunque no lo crean, en la serie, como en nuestra realidad, las mujeres tienen tremenda injerencia en la política. Eso no es nuevo. ¿No son mujeres las que se están sacando los ojos en la Fiscalía y acaso no está Dina en Palacio mandando dardos? Cersei manipula al rey Robert y cuando está enviciado por el alcohol y mujeres, ella propicia su muerte y coloca en el poder a su adolescente hijo, que no era hijo de su marido, sino de su hermano. No nos equivoquemos.

‘Juego de tronos’ (Game of Thrones) tiene de fantasía como de política. La serie más vista de la televisión norteamericana hizo olvidar las extraordinarias seis temporadas de ‘Los Soprano’. Pienso que la historia con sus bosques tenebrosos, ciudades protegidas por gigantescos muros de hielo, dragones y los hombres de blanco, temibles zombis provenientes del frío, esconde una tremenda lucha terrenal por el poder. Y lo peor es que el trono de los Siete Reinos, por el que mueren miles de soldados y señores, es un sillón confeccionado con hierro. Es un artificio de su creador, para demostrarnos que el delirio del hombre por la ambición es solo una ilusión. George R. R. Martin, el autor de los libros en que se inspiró la saga, era un estimado escritor de libros de ciencia ficción y guionista de Hollywood. La serie se inicia cuando el rey Robert Baratheon llega a Invernalia, en el gélido norte, a proponerle a su mejor amigo y señor de esas tierras que sea ‘mano del rey’, una especie de primer ministro. Lo que no sabe Lord Eddard Stark (Sean Bean) es que la esposa del rey, la bella y cruel Cersei, no está dispuesta a tenerlo cerca. Junto a ella llega también su hermano, un enano al que ella desprecia, llamado Tyrion (Peter Dinklage), también rechazado por su padre, y afecto al vino y las prostitutas. Este personaje es clave y Peter, por su extraordinaria actuación, ganó varios Emmy al ‘Mejor actor de reparto’. A medida que avanzan las intrigas, la guerra y la lucha por la supervivencia, Tyrion se convierte en un personaje principal e imprescindible. Ángel y demonio. Búsquenla en HBO, los hará alucinar. Apago el televisor.

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