Este Búho tiene problemas para dormir. Y cuando estoy en la Redacción, con frecuencia me duele la cabeza. Saqué una cita con el neurólogo y mandó a que me hagan un electroencefalograma y una resonancia magnética. ‘Vamos a revisar tu cerebro’, me dijo. A las dos semanas volví por los resultados y resulta que no tenía nada malo. ‘Tu problema es que duermes poco y tienes un horario muy complicado. Te voy a recetar alprazolam, con eso vas a descansar mejor’.
Pasar todo el día en la Redacción es como jugar dos partidos de fútbol. Llego cansado a mi casa, tomo una taza caliente de manzanilla, ojeo uno de mis libros preferidos y hago zapping en televisión. Ni la pastilla me hace dormir. Así pasan las horas y a veces me dan hasta las 2 o 3 de la madrugada. Mi refugio ahora es Netflix, donde puedo ver películas clásicas que me impactaron.
Clint Eastwood es un maestro de todos los tiempos. La otra noche repetí varias veces la imagen de Hilary Swank en ‘Million Dollar Baby’, cuando la boxeadora le dice a su viejo maestro que está cansada de sufrir y le ruega que la mande a la eternidad. También ‘El padrino I’, cuando acribillan en la caseta a ‘Sonny Corleone’ y el consiglieri ‘Tom Hagen’ tiene que darle la noticia a Don Vito.
Esa escena es extraordinaria. Como seguía sin sueño, me encontré con ‘El auto fantástico’, la exitosa serie de los ochenta que protagonizaba David Hasselhoff, encarnando a Michael Knight. En su tiempo fue la sensación, especialmente entre adolescentes y jóvenes, pues llamaba bastante la atención un auto que ‘pensara’, ‘hablara’ y se moviera por sí solo.
Los más muchachos recuerdan a Hasselhoff como el buen Mitch de ‘Guardianes de la bahía’, donde era el gurú de preciosidades como Pamela Anderson o Carmen Electra. Estaba en el paraíso con tantas chicas lindas.
Pero años después, con las dos series canceladas, David Hasselhoff se sumergió en el alcoholismo, que estuvo a punto de matarlo. Hace unos años se hizo público un video grabado por su hija menor donde, totalmente borracho, se arrastraba por el piso mientras engullía un sándwich. Era la triste y cruda realidad, sin maquillaje ni adornos. Una imagen totalmente distinta de la que nos muestra la televisión, que nos da héroes alejados de todos los vicios y todo lo malo que puede tener un ser humano.
Hollywood, esa gran fábrica de sueños, nos regala -a los humildes mortales- seres irreales para admirar. Por ello, esas estrellas ganan millones de dólares. Esos suculentos sueldos obligan a los artistas a guardar ciertas ‘normas de conducta’. Antes, los grandes estudios exigían a sus figuras esconder su homosexualidad, como a Rock Hudson o Montgomery Clift, o el alcoholismo y la adicción a las drogas de Marlon Brando o Robert Mitchum.
Sin embargo, grandes artistas se han hundido en el infierno. Algunos se recuperaron después de haber caído en lo más hondo, como Robert Downey Jr. o Mickey Rourke, al que los estudios vetaron por años, pues solía llegar a las grabaciones con sus amigotes de la sanguinaria pandilla The Hell’s Angels (‘Los Ángeles del Infierno’), temidos motociclistas de Harley-Davidson.
Ellos lograron curarse y volver a Hollywood, que los recibió como a hijos pródigos porque consideró que aún podían seguir siendo éxitos de taquilla. Protagonizar ‘Iron Man’ y ‘Sherlock Holmes’ le cambió la vida a Downey Jr., aunque se molesta cuando le recuerdan su pasado.
Por su parte, Mickey Rourke fue nominado a un Óscar por primera vez en su vida tras interpretar en ‘El luchador’ a un peleador de cachascán en el triste ocaso de su carrera, que se sube al ring porque es lo único que sabe hacer. Pero tipos como David Hasselhoff y otros siguen vetados por su afición al alcohol, de la que aún no se pueden recuperar. La industria del cine es inmisericorde y olvida en un segundo, incluso a quienes le hicieron ganar millones. Hoy son ‘apestados’ y no los invitan ni a los estrenos de las secuelas de sus películas, pues creen que están acabados y son mala publicidad.
En Hollywood, los actores son solo tuercas que se pueden cambiar en cualquier momento. Así lloren los millones de fans que gozaron con su trabajo y admiraron sus películas. Apago el televisor.