Este Búho asiste complacido al regreso a la música del cumbiambero Robert Muñoz, líder y vocalista de la agrupación ‘Clavito y su Chela’, a quien conoció en el pináculo de la popularidad, en el verano del 2020, con sus clásicos temas ‘Siento que no puedo vivir sin ti’ y ‘¿Por qué serás así?’. Llenaba locales cada fin de semana, en complejos deportivos con miles de fanáticos en Lima y provincias, cobrando varios miles de dólares por presentación.
En la capital hacía conciertos donde se encargaba su empresa de comercializar la cerveza que se consumía por decenas de cajas, cantidades navegables para shows impecables y sin violencia. También cobraba jugosas regalías por sus temas cantados y grabados por múltiples artistas. Pero sobre todo había encontrado el amor con Andrea Fonseca, guapa bailarina de su agrupación. En ese momento feliz de su vida, decidió aceptar una invitación a Estados Unidos para pasar unas merecidas vacaciones.
A los diez días de pisar Norteamérica, el maldito coronavirus destapó una emergencia sanitaria mundial y los aeropuertos de Estados Unidos cancelaron todos los vuelos. ‘Clavito’ y su familia estuvieron obligados a quedarse sin estar preparados ni imaginar lo que se venía. ‘Mi amigo, viejo compañero de la Policía, me decía que no me preocupara, que éramos sus invitados, pero uno se sentía mal’. Gastó el dinero que tenía para comprar un nuevo bus para el grupo. Pero la vida era cara en el sitio donde vivía.
Recibió una invitación para mudarse a California y la zona les gustó. Allí el músico decidió que debía olvidarse de que era un exitoso y famoso artista en Perú. Que tenía un estudio de grabación, un bus, una casa en Barranco. Debía mantener a una hija y otra que estaba en camino y tuvo que volverse un ‘mil oficios’, trabajar de peluquero, pintor, cocinero, pero sobre todo como un cotizado jardinero, como cientos de miles de migrantes peruanos en ese país, muchos profesionales que tuvieron que empezar de cero.
El cumbiambero no podía ejercer en su rubro porque los eventos estaban prohibidos
“Era un poquito difícil de asimilar, de entender por qué agarraba un martillo, un cortacésped, un compresor, un rodillo. Trataba de mantenerme en perfil bajo porque sabía que podía ser temporal y no iba a hacer para siempre este tipo de trabajo. A uno le hace recordar de dónde viene. Mi padre era fotógrafo, mi mamá era empleada del hogar, veníamos de provincia y éramos de abajo. Estamos hechos de roble, no nos íbamos a doblar. Yo soy un cholo recio”, dijo en una entrevista en plena pandemia.
Cuando por fin se permitieron las reuniones sociales, cantaba para cinco o diez personas y a cambio recibía propinas de 200 o 500 dólares. También lo hacía para pequeños restaurantes. Después formó una pequeña orquesta y comenzó a dar shows semanales. Le iba muy bien, componía nuevos temas. Hasta que la nostalgia lo venció y decidió volver al barrio. Luego de tres años y ocho meses, ‘Clavito’ dejó Estados Unidos para regresar al Perú.
Asegura haber llegado ‘recargado’, con nuevas canciones, y le manda su ‘chiquita’ al cantante de moda ‘Chechito’, al que tilda de facilista por cantar solo ‘covers’. ‘Hay que ser creativos’. A los que le dicen que ‘ya fue’ les responde: ‘Estoy como el vino, maceradito y con más gusto’. Lo único que teme es a los malditos extorsionadores. Aunque se reafirma: ‘Confío en mi Policía Nacional’. ‘Clavito y su Chela’ reapareció en Puerto Inca, Huánuco, en olor a multitudes. Llegó para quedarse. Apago el televisor.