Este Búho, tras la triste noticia de muerte de la ‘Princesita Mily’, no pudo evitar ingresar al túnel del tiempo para recordar las épocas en que emergió a la gran Lima la llamada ‘musica tropical andina’, más conocida como ‘chicha’. Y de todos esos grupos recordé al que se convirtió en símbolo emblemático. Los legendarios ‘Los Shapis’, que continúan vigentes a más de 40 años de iniciado el fenómeno musical.
No fueron los primeros, antes estuvieron los ‘Diablos Rojos’, ‘Chacal’, ‘Celeste’, ‘Chacalón’, ‘Vico y Karicia’. Pilotearon ese desborde musical que invadiría el cine y la televisión: fue el primer grupo ‘chicha’ que pisó el set de ‘Trampolín a la fama’, que conducía el inmenso Augusto Ferrando. Salían en las primeras planas de periódicos y revistas. Tenían sintonía total en las radios y su canción ‘El aguajal’ se convertiría en un himno, en la más escuchada y bailada del país.
Por esa época, mediados de los ochenta, vendían más discos que las megaestrellas Michael Jackson y Julio Iglesias. Llenaban las grandes plazas y hasta incursionaron en el cine nacional, con la película ‘Los Shapis en el mundo de los pobres’, de Juan Carlos Torrico, que repletaba las salas en los barrios populares y las provincias. En esa cinta ‘Chapulín’ encarnaba al músico enamorado de Amparo Brambilla, la escultural vedette, la más deseada de la época. En ese momento la combinación Brambilla-’Chapulín’ derrotó en taquilla a la superproducción hollywoodense ‘Rambo 2′. En esa década prodigiosa de los ochenta, todo lo que tocaban se convertía en oro.
Ellos, oficialmente, debutaron en el Coliseo Regional de Huancayo un 14 de febrero de 1981. Para nadie es un secreto que ‘Los Shapis’ es un monstruo de dos cabezas: una es Venturo García Mercado, el verdadero nombre del eximio guitarrista y compositor Jaime Moreyra, y la otra Julio Simeón, alias ‘Chapulín el dulce’, su inigualable vocalista. El menudo cantante, a los 19 años, entonaba huaynitos y en el coro de la iglesia de su Chupaca natal hasta el ‘Ave María’ de Schubert en latín.
Lo convocan a un grupo huancaíno consagrado: ‘Los Ovnis’, con el que llega a grabar un disco. Por su parte, el guitarrista nació muy lejos de allí, en Juliaca, Puno, pero su familia migró a Lima, al barrio de Independencia. Aprendió a tocar guitarra y se volvió un virtuoso que tocaba de todo, desde rock y criollo hasta el concierto de Aranjuez. Formó grupitos tocando todos los géneros hasta que el gran ‘Vico’ lo convoca a su grupo ‘Karicia’.
‘Los Shapis’ no cobraron nada en su primer concierto
Durante una presentación en Huancayo conoció a quien sería su esposa, decidió dejar el grupo y se estableció en esa ciudad. ‘Una vez visitando Chupaca, me encontré a Chapulín jalando su burrito’, recuerda. ‘¿Sigues con Los Ovnis? Ya no. ¿Y tú sigues en Karicia? Tampoco. ¿Por qué no formamos un grupo?’, le propuso el guitarrista y ‘Chapulín’ aceptó.
Así nacieron ‘Los Shapis’. En su primera presentación no cobraron un sol. Se contactaron con el más importante locutor radial que les pagó la publicidad en la radio. Todo Huancayo empezó a bailar con sus canciones. Decidieron establecerse en Lima y su carta de presentación fue su tema más exitoso, un boom: ‘El aguajal’, que en realidad es una versión tropicalizada por el gran Moreyra del típico huayno ‘El alizal’, de Teodomiro Salazar.
Este columnista recuerda una gran anécdota. Recibí una llamada del joven cineasta Walter Trigo: ‘Búho, voy a filmar el primer videoclip del grupo, de su canción ‘Cervecita’. Deberías hacer una crónica’. El editor me bajó la bandera y en el ‘Shapimóvil’ enrumbamos a la locación de Cieneguilla. Fueron horas intensas de grabaciones, siempre con ‘Chapulín’ en plan de estrella.
Incluso, actué de extra en el video. Por la noche nos dirigimos a una presentación en Huaral, donde los músicos repletaron una cancha de fútbol y sorprendieron al público, pues en plena época, donde ya comenzaba a entrar con fuerza la ‘salsa sensual’, incluyeron trombones, piano y a un cantante de salsa para tocar canciones de Eddie Santiago, Frankie Ruiz e Hildemaro. Se las sabían todas estos ‘dinosaurios’ de la chicha. Apago el televisor.