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El Búho Sanmarquino

El Búho recuerda sus años universitarios en la prestigiosa Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Las 5 carreras más difíciles para ingresar a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Foto: UNMSM)

Mis lectores saben que mi alma mater es la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la ‘Decana de América’. Me sorprende cómo desde que abandoné los claustros, la universidad ha repotenciado su excelencia. La rectora ha instaurado una nueva disposición para buscar que los mejores ingresen a la cuatricentenaria.

Antes los ingresantes a cada facultad entraban según el orden de mérito hasta alcanzar las vacantes. Esto hacía, por ejemplo, que una postulante de Odontología o Ingeniería ingresara con un minímo de mil puntos, mientras que para otras facultades el ingreso se reducía a veces a solo 100 o 200 puntos. En mis tiempos, además, existía el poderoso ‘Comité de Lucha de Traslados’, que movilizaba a cientos de estudiantes y era manipulado políticamente por la ultra izquierda, jaqueando al rectorado con ‘tomas de locales’ para que acepten sus exigencias. Así se daba el caso de que estudiantes que habían ingresado a Servicio Social o Arte con 100 puntos lograban trasladarse a Odontología, Ingeniería o Derecho donde se exigían mil 200 puntos. Parece increíble pero eso sucedía.

Era un sistema perverso e injusto y estuvo vigente varios lustros hasta que se pudo reorganizar académicamente la universidad, donde hubo más rigurosidad y se estableció exámenes para acceder a los traslados internos. Las exigencias en los exámenes de admisión se relajaron durante la pandemia, como bien lo reconoció la rectora Jerí Ramón Ruffner, primera mujer en ejercer ese cargo en 470 años.En pandemia y pospandemia, entendíamos la crisis que habían vivido los estudiantes: la parte emotiva, psicológica y social, porque no era igual estar en una sociedad normal, común y corriente, y luego vivir en cuarentena. Y esto hizo bajar el rendimiento de muchos y por eso se dijo bueno, ingresarán hasta cubrir las vacantes. Pero ahora ya no”. Por eso ahora han impuesto para este examen de admisión de diciembre 2023 un puntaje mínimo de 900 puntos para todas las facultades.

Este columnista recuerda que vivía a diez cuadras de la Ciudad Universitaria y de niño el campus era nuestra zona de juegos. Cualquiera podía ingresar a la universidad. Cuando las autoridades intentaban construir un muro perimétrico para evitar el ingreso de ladrones y extraños, los ultra izquierdistas lo derrumbaban en la madrugada argumentando que ‘el gobierno militar fascista quería encerrarlos en un cerco cuartelario’. Tampoco habían barandas para que los estudiantes hicieran ‘colas’ civilizadas para subir a los ‘burros’ (buses) que llevaban a los alumnos hasta el centro y ‘La muerte lenta’ (el comedor). Recuerdo a las pobres alumnas que se dejaban levantar en peso por la avalancha para subir. Había mucho machismo en esos años. En mis incursiones de niño montando bicicleta o en ‘coche’ con rodajes alucinábamos los murales de rostros que nunca había visto en mi vida: Carlos Marx, Federico Engels, un tal Mao Tse-tung y el bigotón Stalin. Los estudiantes se reían de nosotros porque nos parábamos frente a la enorme gigantografía de Mao, nos rasgábamos los ojos y nos convertíamos en ‘chinitos’. Ingresé en un año donde postularon 40 mil para 2 mil 500 vacantes. Recuerdo al ‘flaco’ Federico Salazar en el Patio de Letras como alumno de Filosofía. A Alfredo Crespo, consuetudinario ‘muertelentero’ estudiante de Derecho y que en un futuro se convertiría en el siniestro abogado del genocida Abimael Guzmán. Recuerdo a Rosa Luz Padilla, una simpática flaquita que se volvería del MRTA, fugaría de la cárcel y sería recapturada con su pareja, el líder terrorista Víctor Polay Campos, en Huancayo.

En Psicología estudiaba una muchacha que trabajaba en un tallercito en su casa, Marina Bustamante, quien con el tiempo hizo que su emprendimiento se convierta en la gran empresa de artículos de cuero ‘Renzo Costa’. En Derecho estudiaba una chancona Violeta Bermúdez, futura primera ministra del gobierno de Francisco Sagasti. En Antropología lo hacía la guapa Ximena Salazar, hija del gran Sebastián Salazar Bondy. Poetas como Antonio Cisneros, narradores como Antonio Gálvez Ronceros, ‘Goyo’ Martínez; psicoanalistas como Saúl Peña, sociólogos como Julio Cotler, juristas como Roy Freyre o Alfredo Quispe Correa; periodistas como Manuel Jesús Orbegozo, César Lévano; el ingeniero nuclear Agustín Zúñiga, enseñaban en la Ciudad Universitaria dándole brillo. ‘San Marcos es anterior al Ejército, a la República, a los partidos políticos, y los sobrevivirá’, sostuvo lúcidamente el historiador sanmarquino Pablo Macera. Cuánta razón encierran sus palabras. Apago el televisor.

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