Este Búho no pudo evitar caer en la perplejidad cuando escuchó el mensaje del presidente Francisco Sagasti anunciando una cuarentena del ‘gobierno morado’, igual a la que impuso al país el expresidente Martín Vizcarra, entre marzo y noviembre del año pasado.
El moqueguano pretendió compensar el dejar casi en ruinas la economía y sin trabajo a gran parte de la población, que es informal o no estaban dentro de la PEA (Población Económicamente Activa), entregando bonos de manera caótica y sin padrones actualizados, no llegando a las poblaciones más vulnerables o entregándolos a quienes no lo necesitaban. Además, las aglomeraciones en los bancos significaron una de las mayores fuentes de contagios.
Sagasti hace lo mismo que Vizcarra, pero sin ningún tipo de salvavidas para los más pobres, los millones que viven del comercio informal, los ‘mil oficios’, de empleos que les dan sustento en el día a día para alimentar a sus familias. La ‘inamovilidad obligatoria’ significa encierro. Dando solo una hora para que alguien del hogar salga a comprar los comestibles.
Y uno se pregunta, ¿con qué plata van a comprar esos millones de informales que no cobran un sueldo fijo a fin de mes, que no tienen ahorros y viven de su labor diaria en la calle? Por eso me indignó que la premier Bermúdez diga sin ruborizarse: ‘no los estamos encerrando. Tienen una hora para ir al mercado o al supermercado o si quieren pueden hacer ejercicio, relajamiento al aire libre por una hora’. Increíble, pareciera que solo gobernara para los sectores que tienen altos ingresos.
En Holanda, un país con ciudadanos satisfechos en sus necesidades básicas, hay disturbios, vandalismo, solo por ‘el toque de queda’.
Aquí el gobierno prácticamente anuncia que por quince días los más pobres del Perú deben permanecer encerrados sin darles una alternativa de supervivencia. Solo al final, un escueto ‘tuiter’ anunció un bono de 600 soles que, conociendo a la burocracia, se estaría dando en el mejor de los casos dentro de un mes.
El error de ‘Don Quijote’ es no dar una alternativa a los que menos tienen. No habló en su mensaje de cómo repotenciar los comedores populares, ollas comunes, entrega de canastas de alimentos, que al menos Vizcarra organizó. Y todavía la premier amenaza a quienes desacaten la medida con condenarlos a una ‘muerte civil’. El gobierno se mantuvo en piloto automático y dejó que creciera esta ‘segunda ola’. Ahora la quiere frenar, evitar contagios, muertes, poniendo candado a los pobres sin proporcionarles lo esencial: su alimentación.
Y eso que no hablo de los otros sectores económicos como los trabajadores de restaurantes y otros del rubro servicios, o los conglomerados o centros comerciales, también heridos de muerte. Estamos conscientes que gran parte de la responsabilidad la tiene esa porción de peruanos que se zurró en los protocolos y siguió asistiendo a sus ‘fiestas Covid’ y ‘privaditos’.
El gobierno debe hacer trabajar a sus ministros, contactar con la empresa privada, con los municipios para que en tiempo récord se organice la ayuda social a las poblaciones vulnerables, casa por casa, con colaboración de las Fuerzas Armadas para evitar contratiempos. Solo así la ciudadanía podrá respetar una medida que sinceramente afecta su propia supervivencia. Vizcarra engañó a la población con la vacuna y Sagasti hasta ahora no consigue que llegue. ¿Qué están esperando?
Apago el televisor.