Este Búho ve con consternación, indignación y tristeza cómo la ‘marea negra’ de petróleo crudo arrasa con playas bucólicas y entrañables de su niñez y adolescencia, como Playa Hermosa y Las Conchitas, en Ancón. Y en Santa Rosa, donde en los años maravillosos de los ochenta pasamos un verano inolvidable con mi mancha mixta de ‘lagartazos’ de la ‘Pesada sanmarquina’. Por eso ingreso al túnel del tiempo: inicios de los setenta.
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Llegar a Ancón un día de semana era un lujo para una familia clasemediera. El viaje parecía interprovincial: saliendo ya de San Martín de Porres, te encontrabas con lo que antes fue la hacienda Naranjal, cooperativizada por el gobierno militar del general Juan Velasco. Todo Los Olivos hasta pasando Carabayllo eran chacras. Solo volvías a ver civilización cuando te cruzabas con Puente Piedra, que era un pueblito -no el megadistrito de hoy- antes de llegar al apacible Ancón y a Playa Hermosa, con su mar mansito, sus modernos edificios y casas residenciales. El balneario también tenía un pequeño pueblito, que era donde vivían los pescadores artesanales y empleados de las residencias. No era el inmenso distrito actual. Ancón era otro mundo. Playa Hermosa era muy parecida a La Punta, pero de mayor dimensión. Con sus yates y su mar que más parecía una piscina, solo que era de arena. No olvido que a unos treinta metros de la orilla flotaba una inmensa plataforma en forma de una crema protectora solar Nivea. Todos querían llegar a ella. Ya sea nadando, con flotadores, en colchonetas. Los que lograban llegar se subían y la utilizaban como trampolín para darse clavados. Nunca vi en otra playa una Nivea como la de Ancón.
Este Búho ha estado en los mejores balnearios de la costa del Pacífico, Viña del Mar, en Chile; Paracas, Máncora; Salinas y Montañita, en Ecuador, y no se comparan con el Ancón de mi niñez. Recuerdo su famoso festival, más antiguo que el de Viña, que se escenificaba en la Estación del histórico ferrocarril Ancón-Lima. Allí donde debutaran artistas como Ricardo Montaner y donde la inmensa Chabuca Granda concursara con uno de sus inolvidables temas: ‘Pasito a paso’, en coautoría con Juan Castro Nalli e interpretado por la gran Cecilia Bracamonte: ‘Mira que habrá que volver a viajar en tranvía otra vez/ de esquina a esquina un balcón y en cada paradero soñar/ que el tiempo vuelve a empezar que se llegue a destino/ y que todo camino está por recorrer/ pasito a paso otra vez...’. Cada vez que escucho esa canción me acuerdo de Ancón. Las Conchitas era una playa más popular, a mar abierto, gigantesca, y era la preferida de los paseos de vacaciones útiles de la parroquia de mi barrio, la San Pío X de la Unidad Mirones. Así como nosotros, llegaban ómnibus con niños en vacaciones útiles de toda Lima. También veíamos las carpas de los campamentos mixtos. En Las Conchitas podías jugar fulbito, vóley, paleta, armar fogatas. Era una playa abierta.
SANTA ROSA
El balneario de Santa Rosa lo descubrí de universitario. Yone, una de las chicas de la ‘Pesada sanmarquina’, tenía casa en Santa Rosa, cerca de la playa, y nos invitó para pasar una semana. Recuerdo que nos apuntamos con mi recordada enamoradita Anita, el entonces estudiante y hoy periodista político David Tolentino con su Ana, Juan Damonte, editor de Horizonte, que publica la obra de Arguedas, y una mancha mixta dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias del vacilón. En el día éramos delfines en la playa, jugábamos frontón y en la tarde ingresábamos a la piscina del club ‘Los Corales’, porque la gordita ‘Twity’ era socia. Santa Rosa era un balneario tranquilo, en la noche se respiraba silencio. Nosotros, en esas noches silentes, nos reuníamos en la plaza Miami, calentándonos con roncito con Coca-Cola, contando historias de terror y a medianoche armábamos la juerga en la casa con música de la época, en una tremenda radiograbadora con doble casetera. Temas variados desde las salsas de Frankie Ruiz y Eddie Santiago, rock de los ochenta: Los Abuelos de la Nada (‘Así es el calor’), Charly García (‘Nos siguen pegando abajo’), Soda Stereo, Miki González (‘Dímelo, dímelo’), en inglés ‘Lluvia’ de Dragon, ‘Dancing with Myself’ de Billy Idol, ‘Modern Love’ de David Bowie. Todos esos recuerdos inolvidables en el mar de Santa Rosa se me vinieron a la mente cuando me entero de que vecinos del balneario están consternados porque los están conminando a retirarse de sus casas pues la contaminación no solo afecta a la flora y fauna marinas, sino también a las personas. El daño causado por el derrame de petróleo crudo de Repsol es terrible. Apago el televisor.
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