Este Búho se horrorizó al ver las espeluznantes imágenes de cómo tres malditos asesinaron en pleno mediodía a seis miembros de una familia dentro de su automóvil, y entre las víctimas se contaron sus dos angelitos de diez y doce años. El crimen sin perdón se cometió al costado del concurrido centro comercial Plaza San Miguel. La delincuencia y el sicariato en el Perú han rebasado ya todos los límites. El ‘objetivo’ era Israel San Román Doroteo, ‘La Tota’, quien sería cabecilla de una facción de ‘construcción civil’ que se disputa con otra mafia los ‘cupos’ en obras de la zona y tráfico de terrenos.
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A ‘La Tota’ ya lo habían baleado el año pasado y vivía amenazado. El ‘objetivo’ pensó que salir a almorzar acompañado de sus hijos y ancianos padres lo ‘blindaría’ de otro posible ataque, sin imaginar que sus enemigos no solo lo matarían con una veintena de balas frente a decenas de testigos y cámaras de seguridad, sino a toda su familia —con excepción de un sobreviviente— con una sanguinaria ferocidad animal. Esta carnicería desatada por sicarios a niños me hizo recordar el caso del tristemente célebre hampón José Luis Astuhuamán, alias ‘Papita’, despiadado delincuente que en el 2010, durante un asalto de ‘marcas’ a un auto de cambistas, en plena Vía Expresa, baleó a la niñita de diez años Romina Cornejo y la dejó cuadrapléjica.
La infante se convirtió en una ‘niña símbolo’ y conmovió a todo el país por su deseo de vivir. Fue llevada a Estados Unidos a someterla a distintas operaciones, pero murió sin volver a caminar en el 2016. En el 2014, Óscar Gonzales Loayza, ‘Culi Culi’, dirigente de construcción civil, regresaba de noche a su casa en Barrios Altos junto a su hija Adriana, de diez años, y fue emboscado por pistoleros. Le descerrajaron cinco balazos pero sobrevivió, mas no así su hija, quien recibió un tiro mortal. La madre de la niña entre sollozos gritaba “¡si sabía que estaba amenazado, por qué salió con su hija!”.
Para los curtidos periodistas de policiales, ríos de sangre corren por acción del sicariato y diariamente se reportan homicidios por encargo. En las redes algunos desubicados pretenden culpar a la Policía por este execrable crimen argumentando que ‘han descuidado el combate a la delincuencia por reprimir manifestaciones’. Uno lee eso en las redes que lo aguantan todo y se convence de que ‘la estupidez es parte de la condición humana’. Todos somos testigos de cómo esforzados policías desmantelan bandas de narcotraficantes nacionales y extranjeras y luego muchos de ellos son liberados al darles ‘comparecencia restringida’ para que se fuguen del país.
Lo mismo pasa con las ‘ovejas negras’ de algunas fiscalías
Por dinero sucio no cumplen con su trabajo y se dejan ‘aceitar’ por delincuentes y sicarios. Mucha de la responsabilidad recae en este sistema perverso de corrupción del que siempre se quejan los policías, los que arriesgan su pellejo capturando a estos peligrosos delincuentes y después se indignan al ver cómo los sueltan como blancas palomas. No olvidar que la mafia de ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’ cayó porque pincharon el teléfono de un juez supremo cuando negociaba con un abogado de sicarios y narcotraficantes. La oferta en el ‘mercado de sicarios’ se ha ampliado con la llegada de bandas de venezolanos como los del ‘Tren de Aragua’ y otras lacras. Y pensar que Pedro Castillo prometió deportar a los delincuentes extranjeros en 72 horas. Nunca hizo nada.
Después de una llamada de Maduro les abrió las puertas y la frontera norte se convirtió en una coladera. Este espantoso crimen demuestra que los sicarios no manejan los antiguos códigos de la mafia. En la película de culto ‘Caracortada’, de Brian de Palma, el narco Tony Montana (Al Pacino) se niega a hacer explosionar una bomba en el auto de un activista antidrogas, que iba a denunciar a una mafia de narcotraficantes boliviana con ramificaciones en el gobierno.
Lo hizo porque el ‘objetivo’ había recogido a sus hijitos para llevarlos al colegio. Cuando el otro sicario va a accionar la bomba, Tony lo mata y así firma su sentencia de muerte porque la venganza del mafioso Sosa fue implacable. ‘No mato niños’, gritó Montana. Una sentencia ignorada por esos malditos. La Policía, en tiempo récord, capturó a uno de los integrantes de la banda y es seguro que ya caerán esas hienas. Ojalá que el Poder Judicial les imponga cadena perpetua y se pudran en la cárcel. Apago el televisor.