Este Búho imagina que la historia de la irlandesa Michaella McCollum era digna de convertirse en una serie de Netflix. La serie se llama ‘High: Confesiones de una burrier en Ibiza’ (2021). Aburrida de la vida en un pueblito campesino irlandés en 2013, al cumplir los 19 años, ella viaja a la paradisíaca isla de Ibiza, España, seducida por ofertas laborales, playas, discotecas, gente linda y otras provocaciones. Pero pasado un tiempo, de improviso, deja de llamar por teléfono a su familia para contarles lo bien que la pasaba en su trabajo de camarera en una gran discoteca. Alarmados, viajan a la isla para buscarla. Parece habérsela tragado la tierra. Pero tiempo después la prensa sensacionalista inglesa coloca en sus primeras planas la foto de dos jóvenes oriundas de Irlanda y Escocia, detenidas ¡¡en el aeropuerto Jorge Chávez de Perú!! tratando de sacar a España 11 kilos de cocaína rellenos en paquetes de avena.
Michaella McCollum (19) y Melissa Reid (20) afrontaron una condena de 15 años de prisión. Si estaba en Ibiza, ¿cómo terminó de ‘burrier en Perú?, se preguntaban. Pero lo peor fue la versión exculpatoria de las jóvenes llamadas por los medios europeos como ‘Las dos de Perú’. ‘El cártel nos amenazó con matar a nuestras familias si no viajábamos a Lima y transportábamos la droga’, sostuvieron. Los medios hicieron campañas y se recaudaron miles de libras para pagarles abogados. Todo resultó una vil patraña. El cártel no las amenazó. Ellas se declararon culpables y aceptaron ante el fiscal peruano que les ofrecieron 5 mil dólares por el ‘trabajo’. Por ello les rebajaron la pena de 15 a 6 años y ocho meses para cumplirlos en el penal Ancón II. Michaella salió a los tres años, según le reveló a la serie de Netflix, pagando una ‘coima’ de mil dólares al Poder Judicial peruano.
Michaella McCollum no sabía dónde quedaba Perú
Cuando regresó a las islas británicas, la también modelo contó su historia para el documental en cuatro episodios. En junio del 2013, Michaella llegó a Ibiza. Entre música electrónica, champagne y cerros de cocaína conoció a Davey, el hombre que le invitaba todo y del cual se sentía enamorada. Este la involucraría en ese ‘negocio’ que sería su perdición. Una noche le propuso viajar a Barcelona llevando un pequeño paquete. ‘Yo estaba completamente volada y acepté riendo. Me parecía extraordinario que me pagaran tanto dinero por hacer ese viaje’. Pero no viajaría al continente, sino a la cercana isla de Mallorca, donde le presentaron a su ‘compañera de ruta’, la escocesa Melissa Reid. ‘Van a ir a Perú’, le dijeron. ‘No pensé que quedaría tan lejos. Estaba feliz en la ignorancia. No sabía dónde quedaba ese país en Sudamérica. Cuando bajé del avión, estaba muy molesta por la situación. Nadie me entendía. Tenía que tomar un vuelo a Cusco en poco tiempo. Estaba aterrada. Pensé que iba a ir a la selva’, confesó McCollum.
Michaella y Melissa tuvieron que aparentar ser turistas y se embarcaron en una aventura de más de siete días en Cusco. Un día, de improviso, llegó un tipo con 11 kilos de cocaína en una maleta. ‘Matteo -el enlace- decía que sus amigos me iban a ayudar’. Una vez en el Jorge Chávez, vio gran cantidad de policías. ‘Entré en pánico. Fui al baño. Me quedé sentada ahí unos 20 minutos. No sabía qué hacer. Quería quedarme allí, cerrar los ojos y despertarme en la casa de mi mamá’. Salió y se digirió al counter. Todo parecía funcionar como lo planeado, pero fueron interceptadas por un policía. ‘Cuando analizaron la cocaína y se puso azul, el tipo gritó: cocaína, cocaína. Luego se armó un laberinto. Me llevaron al otro lado del cuarto’, recuerda. ‘¿Qué joven de 20 años extranjera se imagina sobrevivir 15 años presa en una cárcel peruana?´
La única forma de reducir la condena era colaborando. Eso significaba dar información sobre Davey, Matteo y otros’. Como su coartada se desvaneció, tuvieron que aceptar que eran ‘burriers’. Les dieron 6 años y 8 meses. Ellas estaban ‘conformes’ hasta que descubrieron que serían recluidas en el penal Ancón II. ‘Mi condena era de 344 semanas en una de las cárceles más duras de Perú. Todo el lugar era muy tóxico. Ancón II era tan caótico y ruidoso que parecía un zoológico, un manicomio’. En las celdas había cientos de cucarachas. ‘Yo me tapaba con la sábana todo el cuerpo, pero sentía cómo esas alimañas se desplazaban por los muros, muy cerca de mí. Era algo asqueroso. Una mañana en el taller, mientras cosíamos, una interna cogió una aguja gigante y se la clavó en el cuello y la cabeza a otra’.La extranjera tuvo que aprender español para comunicarse.
Durante el tiempo en prisión, Michaella armó su propio salón de belleza. Las presas confiaban en ‘su estilo europeo’. Además, se convirtió en la delegada de su pabellón. Gracias al dinero que ganaba por su trabajo, pagó la coima para adelantar su juicio. Cuando salió después de más de dos años, la chica ‘del moño horroroso’ se tiño el pelo de rubio, se lo dejó largo e incursionó en el modelaje. Tiene dos hijos gemelos y no olvidó a sus amigas del penal Ancón II, sobre todo a Melissa Reid, a quien ayudó en los ‘trámites’ para adelantar una nueva audiencia. Apago el televisor.