Este Búho cree que la justicia tarda, pero llega. Han tenido que pasar casi veinte años para que la gesta de ‘Chavín de Huántar’ sea oficialmente reconocida y una comisión del Congreso presente un proyecto de ley que declara ‘Héroes de la democracia’ a los 148 valerosos comandos que rescataron a los 71 rehenes que un pelotón terrorista del MRTA mantuvo cautivos por 125 días en la residencia del embajador de Japón. Esta propuesta ha generado alguna reacción hepática en conocidos políticos de la llamada izquierda ‘dura’, los ‘dinosaurios’ como el añejo líder de Patria Roja en Arequipa, Justiniano Apaza, quien minimizó la gesta y dijo que ‘no son héroes, porque como militares ese era su trabajo’.
Fuera de estas reacciones folclóricas, este columnista comprueba que la mayoría de jóvenes no tiene conocimiento de lo que fue la operación ‘Chavín de Huántar’. Por eso esta columna va para ellos y comienzo brindándoles un panorama general, una visión macro de la coyuntura política del país en diciembre de año 1997. Cuatro años antes, el gobierno de Alberto Fujimori se había anotado un ‘porotazo’ capturando al sanguinario Abimael Guzmán y la mayoría de la cúpula senderista. Los terroristas del MRTA eran jóvenes de la selva central, al mando de un veterano dirigente subversivo: Néstor Cerpa Cartolini. Los emerretistas ingresaron disfrazados de mozos por una puerta de servicio y haciendo un forado por una pared lateral. En el local había cerca de 800 invitados de las más altas esferas del gobierno, el empresariado y la clase política. Desde el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Tudela, y el político izquierdista Javier Diez Canseco hasta el sacerdote Juan Julio Wicht. Celebraban el onomástico del emperador japonés Akihito.
La captura de la residencia tomó por sorpresa a todos. ‘Quien se escapa muere y hace morir al resto’, amenazó Cerpa. Un político, en medio de los balazos al techo, misma escena de ‘Duro de matar’, logró escapar por una ventanita que daba al baño. Era el hermano menor del alcalde de Lima, Alberto Andrade, Fernando, quien se quitó la ropa y desnudo fugó corriendo por los jardines, más rápido que el jamaiquino Usain Bolt. Al final, los terroristas soltaron a las mujeres y a quienes consideraban que no ‘estaban vinculados al gobierno’. Se quedaban los ‘peces gordos’, como el canciller y el almirante Luis Giampietri. Las peticiones de los secuestradores eran imposibles de cumplir.
Liberación de los 465 presos del MRTA, incluida la estadounidense Lori Berenson y la esposa de Cerpa. La eliminación de ‘la política económica neoliberal’ y el recorte de la cooperación económica entre Japón y Perú. Además de un avión para trasladar a los insurrectos a Cuba y una millonaria bolsa de viaje. Fujimori dio una imagen de que ‘quería negociar’ con los secuestradores. Fidel Castro se había ofrecido a recibir el avión y darles asilo político. El ‘Chino’ viajó a Londres para ‘conversar’ con especialistas en solucionar ‘situaciones límites’, mientras en el local de las Fuerzas Operativas Especiales del Ejército, al mando del general Augusto Jaime Patiño, se bosquejaba un rescate de rehenes que buscaría tener las menores bajas.
Desde la sierra ya había llegado un contingente de ‘topos’, mineros encargados de hacer un túnel por donde ingresarían los comandos ‘Chavín de Huántar’, en honor a las ruinas de la milenaria cultura Chavín. Los emerretistas estaban desmoralizados. Habían pasado demasiado tiempo en la residencia. El viejo Cerpa no podía controlarlos. Se dedicaban a jugar partidos de fulbito todas las tardes. El arzobispo Juan Luis Cipriani introdujo una guitarra, Biblia, libros, con micrófonos, por donde el almirante Giampietri y otros secuestrados militares se podían comunicar con el exterior. Inclusive un silencioso ‘beeper’ servía para mantener comunicación entre los rehenes y los encargados del rescate.
Es así que un 22 de abril de 1997, cuando los inexpertos subversivos jugaban su ‘pichanguita’, una terrible explosión hizo volar por los aires a varios de ellos. El saldo del rescate arrojó catorce emerretistas muertos, además de dos militares: el teniente coronel Juan Valer y el teniente Raúl Jiménez. Solo un rehén murió en el impecable rescate, el vocal supremo y querido vecino chalaco, Carlos Giusti. La operación 'Chavín de Huántar' es considerada como una de las más exitosas del mundo. Apago el televisor.