Este Búho ha escrito ríos de tinta sobre uno de sus escritores norteamericanos favoritos, Charles Bukowski (1920-1994). Antes de convertirse, tardíamente, en un laureado escritor -a los 51 años publicó su primera novela ‘Cartero’-, era no solamente un viejo que repartía cartas en los extramuros de Los Ángeles, rechazado por las mujeres por su cara taladrada por un severo acné juvenil, sino que era un impenitente alcohólico insomne que bebía mientras escuchaba música clásica en una vieja radio.
Antes de publicar ‘Cartero’, por fin una mujer se atravesó en su camino, la escritora y poeta Barbara Frye, con quien se casó y se divorció a los dos años, aunque ‘Hank’, como lo llamaban sus amigos, no se separó ni del alcohol ni de la poesía.
A Barbara la inmortalizó en ‘Cartero’, ella es ‘Joyce’ en la novela. Una noche de borrachera no pudo llegar a casa y se quedó en el hostal 1623 de North Mariposa. Allí, en ese decadente lugar de la parte maleada del Este de Hollywood, conoció a la que sería su novia, Frances Dean Smith.
No era famoso, no había publicado ningún libro, pero con ella creó una obra mayor, Marina, su única hija, que nació en 1964. Para Charles Bukowski, la paternidad no era su prioridad. Seguía trabajando repartiendo cartas donde le mordían los perros y de noche, bebía y escribía poesía y columnas para un periódico independiente, el Open City de Los Ángeles, las cuales tenían un nombre provocador: ‘Escritos de un viejo indecente’, que se publicó en forma de libro en 1969.
Ese año ‘se le apareció la Virgen’ con el nombre de John Martin, el dueño de una pequeña editorial, Black Sparrow Press, quien le hizo una curiosa oferta: ‘Te pago cien dólares mensuales de por vida para que escribas a tiempo completo y dejes tu trabajo de cartero’. El escritor aceptó: ‘Si seguía de cartero me iba a volver loco, preferí morirme de hambre escribiendo’. Lo demás llegó rápido, pues en 1971, ‘Cartero’ lo volvió una celebridad y fue ahí donde por fin comenzaron a buscarlo las mujeres.
‘Había estado en abstinencia obligada cinco años’, reveló para justificar por qué a toda mujer guapa que veía, la quería llevar a la cama. Comenzó su etapa ‘promiscua’, que se vería reflejada maravillosamente en su laureada novela ‘Mujeres’ (1979). Autobiográfica por excelencia.
Henry Chinaski, su ‘alter ego’, está de moda. Recibe cartas, llamadas, invitaciones de mujeres de todas las edades y condiciones, y tiene sexo con todas. Pero en ese ejército de féminas hay una en especial. En el libro se llama Lidia Vance, su novia veinte años menor que tiene una hijita y con la que lleva un relación explosiva y escandalosa.
‘Hank’ sufre sus celos enfermizos, su violencia y sus ‘conquistas’, a las que espanta a cualquier precio. Es una relación totalmente tóxica de muchos años con muchas rupturas de por medio. Esa mujer existió y Bukowski mismo reconoció que la Lidia Vance de ‘Mujeres’ era en realidad la escultora Linda King.
Ella rompió su silencio veinte años después de haber muerto el escritor. Habló sobre su relación con el ‘Viejo indecente’ y sobre el libro ‘Mujeres’, donde ella aparece como la mujer que hace sufrir a ‘Hank’. Pese a que ya tenía más de setenta años, en la entrevista se mostró igual de deslenguada. Cuando le preguntaron si era tan bueno en la cama, respondió: ‘Uy, sí. Era bueno. Muy bueno. Excepto cuando bebía’. Pero ¿no bebía todo el tiempo? ‘No, no siempre iba borracho. Una vez dejó de beber durante dos meses. Fue fantástico. Lo malo es que volvió a beber’.
Ella niega que el escritor fuera un misógino maltratador de sus mujeres, como lo denunciaron los colectivos feministas, de los que Bukowski se burlaba. Efectivamente, Linda King es Lidia Vance, ese torbellino hecho mujer que amenazó con destrozar de amor, locura y celos nada menos que al ‘Viejo indecente’ de la literatura.
Lo trágico del asunto, para la escultora, es que soportó tantos años las borracheras y berrinches del autor de ‘Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones’, para que al final este se case con otra mujer, coincidentemente llamada Linda Lee, treinta años más joven y dueña de un restaurante de comida naturista. Ella también fue retratada en otra novela autobiográfica del maestro: ‘Hollywood’, escrita cuando Chinaski fue protagonista de una película sobre su vida en la meca del cine y que trabajó en el guion de la misma. Ya no comía una vez al día, pues era casi millonario. Nadie sabe para quién trabaja. Apago el televisor.