Este Búho es amante de los deportes. Futbolero por excelencia, pero gracias al destino tuve un tío abogado, Kike Marca,que de niño no solo me llevaba a partidos trascendentales al Estadio Nacional, sino que también íbamos a los campeonatos sudamericanos de atletismo. Pude ver en vivo y en directo a glorias del atletismo peruano y americano: la campeona Panamericana Edith Noeding, el gran velocista Fernando Acevedo, la corredora Carmela Bolívar o los ‘canguros’ del salto alto, los hermanos Abugattás, que le daban al Perú ‘medallas como cancha’.
Por eso, ahora sigo con atención los Panamericanos de Santiago 2023. Mientras el último domingo la mayoría del Perú dormía, este columnista se levantó a las cinco de la mañana para seguir la prueba de maratón de hombres y mujeres. Gritando solo en mi dormitorio ¡Vamos Cristhian! porque la televisión chilena daba preferencia a la carrera de los varones, ya que había un mapochino con aspiraciones de medalla. En ese instante recordé que cuatro años antes, en Fiestas Patrias, a la vuelta de la casa de mis viejitos en el segundo óvalo de Pardo, alentaba con mis dos hijitos junto a los vecinos que salieron con banderas, el paso de Gladys Tejeda y Pacheco encabezando la carrera que a la postre ganarían. También estuvimos en el Parque Kennedy, apoyando a una entonces desconocida Kimberly García, que obtuvo la medalla de plata en la marcha de 20 kilómetros. ¡Vamos Kimberly!, gritábamos cada vez que pasaba. Mi hija, ahora de 17 años, recuerda muy bien ese episodio, porque son imágenes que uno nunca olvida y después lo puedes contar a tus hijos, o como este periodista a sus queridos lectores. Por eso valoro a los deportistas que participan en las disciplinas olímpicas, que con o sin el apoyo de sus gobiernos, en la mayoría de los casos destacan con el apoyo de sus familias o la empresa privada, para solventar su exigente preparación.
Atletas de élite como Cristhian Pacheco o Kimberly García, al principio entrenaban corriendo o marchando en los cerros de su Junín natal. El bicampeón Panamericano confesó que corría con zapatillas de diez soles adquiridas en el mercado de Huancayo. Hoy, gracias a los auspicios, puede entrenar en México y García en Ecuador, cuna de grandes marchistas, como el legendario Jefferson Pérez. El esfuerzo de los atletas en estos juegos es enorme. No compiten por dinero, sino por la gloria de darle una medalla a su país. Nada se puede comparar con la emoción de ganar el oro y escuchar las notas del himno de tu patria. Lo dijo uno de los mejores tenistas de todos los tiempos, Novak Djokovic, el multicampeón de los torneos Grand Slam, quien vivió como uno más en la Villa Olimpica en Tokio 2020 donde acudió representando a Serbia. Centenares de atletas que se lo cruzaban en el comedor se tomaban selfies con él y el serbio feliz. Novak hasta ahora solo ha ganado la de bronce y seguramente irá a París 2024 por ese oro, que es el único galardón que le falta tener en sus vitrinas.
Lo del piurano Hugo Ruiz en ciclismo es un oro que vale más que oro. Porque el ciclismo no estaba en las proyecciones del Comité Olímpico de conseguir medalla. 17 de los mejores ciclistas del continente se inscribieron en esa prueba donde los favoritos eran los colombianos, los canadienses, mexicanos, norteamericanos y el chileno por el apoyo del rugiente público. Eran 200 vueltas y hasta la penultima vuelta, en el relato de la TV colombiana, el peruano no estaba entre los favoritos. Se metió por los palos en un final electrizante, dejando atrás al mexicano, al chileno en el podio y fuera al colombiano. Cruz es de familia de ciclistas, su hermano integró el equipo que ganó una medalla de bronce en Lima 2019. Nuestro campeón se fue con sus recursos a San Juan, Argentina, para prepararse con miras a esta competencia. Cumplió su sueño. Hoy todos sacamos pecho por las hazañas de estos deportistas que tienen que arreglar sus bicicletas con su propio dinero. Eso me indigna. Y me indigna más que el bicampeón de maratón, Cristhian Pacheco, llegue a Lima y en el aeropuerto no lo reciba nadie. Solito paró un taxi hasta un hotel donde pagó su alojamiento. ¿Dónde estaban los dirigentes que no viajaron a Santiago? ¿O todos están haciendo turismo en Chile? En 1975 la campeona Panamericana de los 100 metros con vallas, Edith Noeding, fue recibida con honores en el aeropuerto y al día siguiente le dieron los ‘Laureles Deportivos’. Hoy a los medallistas les dan un par de minutos en la televisión, mientras que a un patético futbolista que sale a lloriquear sus miserias y traiciones amorosas le dedican un programa en horario prime. Es increíble que la televisión se pelee por pagarle miles de soles a una ‘dama’ cuyo único ‘merito’ es tener la lengua larga para revelar sus secretos como amante de futbolistas y todo lo que cobra por ello. Inaudito. Apago el televisor.
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