Su historia nace con el inicio de la democracia en Portugal y acaba este año. El Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF) disuelve sus funciones en otros cuerpos y mantendrá apenas tareas administrativas, una implosión que llega un año después de la muerte de un ciudadano ucraniano bajo su custodia.
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El Gobierno, liderado por el socialista António Costa, insiste en que estaba prevista una reestructuración antes de la tragedia, pero el nombre de Ihor Homeniuk, que murió en marzo de 2020 tras recibir una paliza en las instalaciones del SEF del aeropuerto de Lisboa, está inevitablemente ligado al fin de un cuerpo cuestionado desde hace tiempo.
Relatos de “bofetadas” propinadas por un inspector “por pedir que me tratase con educación”, según una denuncia de 2019 de un hombre que acompañó a su pareja al SEF, así como “amenazas” constan en el registro de quejas de este organismo.
Sus raíces se remontan a los albores de la democracia lusa, en 1974, con la creación de la Dirección de Servicio de Extranjeros (DSE), en principio con tareas administrativas, y que pasaría a denominarse SEF en 1986, cuando también le fueron atribuidas funciones para el control de fronteras.
Ahora vuelve a cambiar. Se llamará Servicio de Extranjeros y Asilo (SEA), perdiendo sus funciones policiales, que se repartirán entre la Policía de Seguridad Pública (PSP) -en aeropuertos-, la Guardia Nacional Republicana (GNR) -en fronteras marítimas y terrestres-, y la Policía Judicial (PJ).
Sus más de 1.600 trabajadores se integrarán en esos cuerpos apenas con tareas administrativas, como emitir pasaportes, visados o autorizaciones de residencia.
Un “combate por la defensa de los derechos humanos”
“Siempre hay un punto de no retorno, una gota que colma el vaso”, comenta Jónatas Machado, profesor de derecho en la Universidad de Coimbra, al ser preguntado por el papel que jugó la muerte de Homeniuk en la extinción del SEF.
Homeniuk viajó a Lisboa para encontrar trabajo. Así lo contó su viuda, Oksana Homeniuk, en una entrevista que conmocionó a Portugal. Su relato, emitido en televisión el pasado diciembre, incluía detalles que horrorizaron, como no haber tenido contacto del Estado portugués -ni para el pésame- o haberse visto obligada a costear la repatriación de los restos mortales.
Para entonces la Fiscalía ya había acusado de homicidio a los tres inspectores que trataron con el ucraniano -el juicio aún no ha concluido-, a quien en una sala de interrogatorio propinaron “un número indeterminado de puñetazos y patadas en el cuerpo”, según el escrito del Ministerio Público.
Cuando la víctima estaba en el suelo, los acusados, “usando también una porra extensible, continuaron propinándole patadas y le alcanzaron en el tronco”, para después abandonarlo en la sala “esposado y con los pies atados”.
Horas después, como no reaccionaba, llamaron a los servicios médicos, que certificaron su muerte.
“Es una tragedia que no tiene nada que ver con la actuación de las fuerzas de seguridad portuguesas y de un país que es una referencia europea y mundial por la forma en que trata a refugiados e inmigrantes”, ha dicho el ministro de Administración Interna (equivalente a Interior), Eduardo Cabrita, en una entrevista publicada por la Agencia Lusa este viernes.
Su papel estuvo en cuestión cuando el escándalo estalló, aunque siempre defendió una actuación ejemplar de su ministerio desde que el inicio del caso, cuando lanzó una investigación interna.
Cabrita llegó incluso a lanzar velados ataques a la prensa portuguesa por cuestionarle sobre el asunto nueve meses después de la muerte de Homeniuk. “Bienvenidos al combate por la defensa de los derechos humanos”, les espetó.
Formación para profesionales
“Hay funciones, como las policiales, que de una forma u otra tendrán que ser siempre ejercidas. Es indiferente si esas funciones son ejercidas o no por el SEF: tienen que ser ejercidas de alguna forma. Y siempre con el máximo respeto por los derechos humanos”, destaca el profesor Machado.
Este experto considera “muy perturbadoras las noticias que han llegado sobre el modo como eran tratados los viajeros” por el SEF, y subraya que lo importante no es tanto que el cuerpo desaparezca, sino que quienes realicen estas funciones tengan la formación adecuada en derechos humanos.
“No adelantaría nada pasar las funciones de una agencia a otra si no hubiera un cambio de paradigma, de actitud y de formación”, insiste, teniendo además en cuenta que la guarda de fronteras no es necesariamente una función fácil”.
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