Dios salve a la reina. Después de la coronación del rey Carlos III, la reina Camila también contó con su propia ceremonia, aunque con ligeros cambios a la de su esposo.
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Al igual que su esposo, la reina consorte fue ungida con óleo santo por el arzobispo de Canterbury, pero sin la presencia de la pantalla ceremonial. Esto refleja la distinta naturaleza de la unción de una consorte en comparación con la de una soberana en el trono.
Posteriormente, se le otorgó el anillo de consorte, que representa la promesa y el compromiso de la reina consorte con el rey, así como su compromiso con Dios y el pueblo.
Después de eso, fue coronada con la corona de la reina María, siendo esta la primera vez en la historia moderna que no se fabrica una nueva corona especialmente para esta ocasión. Además, se le entregó el cetro y la vara como símbolos de su posición como reina consorte.
Finalmente, Camila fue entronizada como reina consorte. Luego, una composición musical original de Andrew Lloyd Webber fue interpretada con versos del Salmo 98.
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Desde su matrimonio con Carlos en el año 2005, Camila ha trabajado incansablemente como miembro de la realeza, apoyando a su esposo y abogando por organizaciones benéficas que se centran en ayudar a mujeres y niños. {
No obstante, algunos ciudadanos británicos encuentran difícil olvidar o perdonar la larga relación extramatrimonial de la pareja, la cual causó dolor a la primera esposa de Carlos, la princesa Diana de Gales.
Sin embargo, ella definió su propio papel dentro de la realeza, abogando por causas que le son cercanas, como la educación infantil, el apoyo a las víctimas de la violencia doméstica y la concientización sobre la osteoporosis, una enfermedad que afectó a su madre y a su abuela.
Diana de Gales y la reina Camila en 1980. Foto: GETTYIMAGES
