Una investigación realizada por 16 organizaciones de conservación evidenció que los ecosistemas de agua dulce se han convertido en los más degradados del mundo y las poblaciones de peces están al límite. La organización que lidera la investigación es el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wide Fund for Nature) a cargo de la especialista de agua dulce Kathy Hughes.
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Hughes explicó, en una entrevista a la National Geographic, que los ecosistemas de agua dulce de todo el planeta ya no pueden sustentar una biodiversidad próspera debido a las presas mal planificadas, la contaminación, la pérdida de hábitat, la extracción de arena, el cambio climático y la introducción de especies invasoras.
Asimismo, dio a conocer que un 86% de los vertebrados que viven en agua dulce han disminuido desde 1970, esto es el doble que los ecosistemas marinos o terrestres. A pesar de que existen 18.075 especies de agua dulce más que los peces viviendo en el océano.
Esta crisis ha recibido menos atención que otras emergencias medioambientales, como la deforestación o la contaminación por plástico, sin embargo, científicos afirman que la consideración que se tiene por cuidar la tierra no es la misma que para la de los ríos, es decir que, si se piensa que al proteger la tierra, se protegerá el río que la atraviesa, no funciona.
“La humanidad está íntimamente ligada a la salud de los ecosistemas de agua dulce”, afirma Kathy Hughes especialista en agua dulce del World Wildlife Fund en el Reino Unido, y autora principal del nuevo informe, a la National Geograhic.
Aunque el agua dulce representa menos de un uno por ciento del agua corriente de la Tierra, alberga un 10% de todas las especies conocidas, entre ellas un tercio de todos los vertebrados.
Entre las variedades de agua dulce más inusuales figuran los peces elefantes africanos, que se comunican mediante señales eléctricas, y la piratanta amazónica, que pone sus huevos en tierra. Los sistemas de agua dulce también albergan unas 270 especies de tortugas, más de 1.300 especies de cangrejos y en torno a 5.700 especies de libélulas.
Por otro lado, un estudio publicado la semana pasada en Science demostró que los ríos en los que las poblaciones de peces se han librado de los daños graves de las actividades humanas representan solo el 14% de las cuencas fluviales del mundo, y que Europa y Norteamérica sufren la peor situación.
Guohuan Su, de la Universidad de Toulouse en Francia, es autor principal de ese estudio y señala que casi todos vivimos en cuencas fluviales, ya que toda la masa continental de la Tierra —excluyendo algunos desiertos donde nunca llueve y los polos— forma parte de cuencas fluviales.
Otras investigaciones demuestran que tener en cuenta las pesquerías y la salud ecológica de los ríos es un buen negocio, señala Danielle Perry, geógrafa de recursos hídricos de la Universidad del Norte de Arizona. “Proteger los ríos es una inversión de bajo coste y alta rentabilidad, sobre todo teniendo en cuenta los servicios ecosistémicos que proporcionan de forma gratuita”, dijo.
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